Sabugal: Portugal entre castillos legendarios y el lince ibérico

Nos escapamos a esta villa portuguesa donde el turismo histórico y el disfrute de la naturaleza van de la mano irremediablemente.
Sabugal Portugal.
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De todos es sabido que Portugal es un país que se deja querer por el placer de las pequeñas cosas. Por esas carreteras donde improvisados vendedores ambulantes ofrecen fruta o por merenderos imposibles que se esconden del ojo del turista, parapetados en la naturaleza. Así es como podríamos describir el camino que conduce desde la frontera con Portugal hasta la antiquísima villa de Sabugal, uno de los pueblos medievales con más encanto del país vecino.

Sabugal se erige alrededor en un entorno natural de inigualable belleza, casi como si se hubiera escapado de una panorámica de Sisley o de Cézanne. Su carta de presentación es un viaje a lo que podría ser un cuadro impresionista recién pintado, con el olor a pintura aún fresco y las pinceladas aún húmedas. Cumple con las expectativas de pueblo sacado de epopeya medieval, donde la vida gira en torno a un castillo que dejó hace muchos años de observar con ojos derrotistas el eterno devenir de los tiempos. Hoy en día, es un lugar de culto para los amantes de los pueblos anclados en la Edad Media.

Recorriendo la antigua ciudadela de Sabugal, Portugal

La bonita villa medieval de Sabugal se encuentra en la zona más septentrional de la Serra da Malcata, una Reserva Natural protegida que regala paisajes de valor incalculable. Hablamos de uno de los pueblos más altos de toda la geografía lusa, motivo por el que esta pequeña población fue una golosina para el Reino de León en la Edad Media. De hecho, a pesar de que estuvo mucho tiempo en manos leonesas, durante el siglo XIII leoneses y portugueses estuvieron disputándose la propiedad de la ciudad a mamporrazo limpio, hasta que finalmente se quedó en manos portuguesas en el año 1296.

Las estrechas calles de la villa medieval de Sabugal, Portugal.Getty

El casco viejo de Sabugal conforma lo que inicialmente fue la ciudadela, completamente amurallada y fortificada. Por el centro, atravesaba la “Rua Direita”, que dividía en dos mitades la ciudad y conectaba las dos puertas de acceso, la Puerta de Barroso y la Puerta de la Villa. Las murallas del castillo, además de hacer de abrigo y fortaleza, permitían dominar el paisaje desde gran altura, lo que permitía adelantar la defensa ante posibles invasiones.

Durante el camino hacia el castillo, hay que dejarse llevar por el encanto de las estrechas callejuelas, que invitan a perderse en un laberinto de piedra, historia y tradición, donde cada esquina esconde secretos y leyendas de otros tiempos. La calle Dom Dinis es la que hoy en día marca el trazado del límite de la antigua ciudadela y donde se encuentran algunos de los restos de la antigua muralla medieval. Es una calle muy estrecha y llega hasta el castillo, desde la Puerta de la Villa, lugar donde se encuentra la Torre del reloj, hasta donde se encontraba la desaparecida Puerta de Barroso, el otro acceso a la ciudad.

Si vais en dirección contraria llegaréis hasta la Praça da República, lugar donde se encuentra el ayuntamiento. El empedrado de Sabugal se transforma aquí en una verdadera obra de arte, en una especie de mosaico gigante que se organiza en paneles de colores bajo los pies. Este efecto cromático se consiguió con guijarros de diferentes tonalidades, extraídos del río Côa y colocados de tal forma que cada panel es completamente diferente al resto. No existe ninguno repetido. Es sencillamente espectacular.

Frente al ayuntamiento se encuentra la Casa dos Britos, una de las pocas casas señoriales que se mantiene en pie en la villa. Data del siglo XVII y aunque no se puede visitar, ya que es propiedad privada, la bonita escalinata semicircular hacia el porche de entrada hace que parar y posar sea irremediable e irresistible.

Un castillo en las alturas

Para llegar al castillo podéis continuar bordeando la antigua ciudadela o regresar por la Torre del Reloj hasta llegar al otro lado de la calle. El Castillo de Sabugal, también conocido como el Castillo de Cinco Esquinas debido a la inusual forma de su torre del homenaje, es uno de los castillos en mejor estado de todo el país.

El castillo de Sabugal.Alamy

Se cree que el castillo está levantado sobre un antiguo castro prehistórico, que emergía sobre el peñasco para dominar el paso del río Côa. A pesar de que fue Alfonso IX de León el artífice de su construcción, el castillo de Sabugal se convierte en una fortaleza en toda regla cuando pasa a manos portuguesas y Dionisio I “El Justo” levanta la imponente torre del homenaje. Se dice que estaba muy influenciado por su esposa Isabel de Aragón, canonizada por la iglesia como Santa Isabel de Portugal por su dedicación a los enfermos y más necesitados de la época.

Todo el castillo se puede recorrer de principio a fin, incluyendo el acceso a los torreones, desde donde se puede disfrutar de una impresionante panorámica de la Serra da Malcata. La Torre del Homenaje tiene forma pentagonal y mide 30 metros de altura. Hay que mirar muy bien por donde se pisa porque los escalones de acceso son muy traicioneros y ascender por el interior de la torre puede convertirse en deporte de alto riesgo.

A pesar de que el castillo se restauró hace casi dos décadas, uno de los motivos por los que se ha conservado tan sumamente bien es por el empleo de pizarras y esquistos para sellar la mampostería. Algunas de las paredes del castillo han permanecido intactas durante casi un milenio. Que el río Côa haya servido de frontera natural entre Portugal y el Reino de León, también ha ayudado a que en la Edad Media las cosas se zanjaran sin tener que destruir la fortaleza debido a su difícil acceso. Y eso que estuvieron peleados por la ciudad durante muchos años…

¿Sabías que…?

Sabugal en Portugal está considerado como un destino termal muy interesante. Desde la época romana se tiene constancia del valor medicinal de las aguas de los alrededores de Sabugal. A tan solo 14 kilómetros de la villa medieval se encuentran las Termas do Cró, un moderno balneario spa que aprovecha los beneficios es estas aguas para todo tipo de tratamientos corporales. Cuenta con un pequeño hotel rural cómodo y accesible que, además, fundamenta sus principios en la defensa del medio ambiente.

El río Côa.Getty

Si queréis saber cual es el mejor souvenir de Sabugal, no tenéis más haceros con un buen queso. Porque en Sabugal se encuentra la factoría de quesos Torre, una de esas casas queseras que hace las cosas como Dios manda. Muy cerca de la estación de autobuses, en la avenida João Pereira, frente al mercado, hay una quesería para perder la cabeza que se llama Casa do Peguilho. Y justo detrás, un restaurante llamado Rodalo (Largo do Cinema, 4), donde hay que parar sí o sí para probar su cabrito a la brasa.

En Sabugal hay una estatua de un lince ibérico gigante. Se encuentra en la calle 5 de Octubre, fuera del casco histórico de la villa. Se trata de un animal muy querido por los habitantes de Sabugal ya que la Serra da Malcata es desde hace años lugar donde se reintrodujo esta especie para evitar la extinción. En la pequeña parroquia de Malcata se puede visitar el Centro de Interpretación del Lince Ibérico, donde se puede entender perfectamente cómo ha sido este difícil proceso.

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La Serra de Malcata es famosa por la increíble belleza que se puede encontrar en sus entrañas gracias a sus muchas rutas de senderismo. Sabugal se compone de 30 freguesías y de todas ellas parte como mínimo una pequeña ruta por la sierra. Es imposible hacerlas todas pero, al menos, un paseo por la playa fluvial del río Côa bien merece la pena.

Sortelha, una villa vecina indispensable de visitar.Alamy

El calor comienza a picar en esta época del año, y los alrededores de Sabugal están repletos de lugares donde se puede uno pegar un chapuzón. El río Côa tiene varias piscinas naturales donde el baño está permitido. La playa de Quadrazais y la del embalse de Malcata son las que probablemente estén mejor equipadas, ideales para los que han puesto el piloto automático de dominguero desde el día 1.

Ni que decir tiene que visitar la aldea de Sortelha es un imprescindible. Es una de las aldeas más bonitas de Portugal y poco más de diez kilómetros lo separan de Sabugal. Eso sí, a Sortelha hay que dedicarle un día entero y dejarse fascinar.

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