Los 55 mejores destinos con castillo
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Castillos, fortalezas y mil historias medievales se cruzan en la geografía de la vieja Europa y algún que otro punto del globo. Hoy abren sus puertas y muestran sus secretos sin miedo a ser conquistados, pues son ellos los que conquistan a todo el que los pisa. Estos son algunos de las castillos más bonitos del mundo.
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Neuschwanstein, Bavaria (Alemania)
Si hicimos este lista fue para honrar a castillos como este. El Palacio de Neuschwanstein -en alemnán Schloss Neuschwanstein- es una joya que no cede al paso del tiempo. Pero, ojo, porque no se construyó en la época medieval aunque podamos pensar que sí. Fue un capricho del rey Luis II de Baviera (El Rey Loco) construir este castillo inspirado en la Edad Media en 1869, que abrió sus puertas solo siete semanas después de que Luis II muriera en circunstancias aún sin resolver. Su ubicación en el estado de Bavaria, en Hohenschwangau, es también muy especial: está situado sobre el desfiladero de Pöllat.
Se trata de uno de los castillos más visitados de Alemania y un punto turístico imprescindible. Puedes organizar tu visita en este enlace.
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Alcázar de Segovia, Segovia (España)
En la confluencia de los ríos Eresma y Clamores se alza el alcázar de Segovia, historia en piedra de España. Fue levantado sobre los restos de una fortificación árabe tras la reconquista de la ciudad por Alfonso VI de León en 1120. Sus hechuras se adaptan al cerro que lo sustenta, con la torre del homenaje o torre de Juan II como uno de los elementos más significativos del conjunto y lugar donde se encontraba el rey Alfonso X cuando esta parte del castillo se derrumbó, sin que el sabio saliera herido. Más tarde fue apuntalada y enriquecida por monarcas posteriores. La fortaleza sirvió más tarde como prisión, hasta que Carlos III fundó el Real Colegio de Artillería en su interior.
En el 2023, Disney por fin confirmó que se habían inspirado en él para crear el castillo de Blancanieves. Hemos tenido que esperar un siglo, pero ya podemos descansar en paz.
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Castillo de Bodiam, East Sussex (Reino Unido)
No debe engañarte su apariencia, pues el castillo de Bodiam no es tan inexpugnable como pinta. Sí, tiene unos fosos regados por los lagos de esta parte del condado de East Sussex y sus altas torres tienen una gran perspectiva, pero sus muros apenas cuentan con unos centímetros de grosor.
Levantado durante la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia, nunca fue atacado, pues las batallas siempre quedaron lejos de sus muros, que puede que no hubieran aguantado, aunque eso no lo sabremos nunca. Se puede visitar durante todo el año.
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Castillo de Liechtenstein, Baden-Wurtemberg (Alemania)
Construido sobre los restos de una fortaleza medieval, el castillo de Liechtenstein se alza con su elegante torreón circular y su flaco perfil sobre los montes Suabos, a unos 40 kilómetros de la ciudad de Stuttgart. En un estilo más bien ecléctico con reminiscencias góticas, este idílico castillo fue inspirado por la novela de caballerías Liechtenstein, obsesión del conde Wilhelm de Württemberg, que en 1842 le pidió a su arquitecto de cabecera que obrara el milagro. Y sí que lo consiguió, pues el efecto es total. Actualmente está cerrado al público, pero prevé abrir sus puertas de nuevo en marzo de 2024. Más información en este enlace.
Castillo de Eltz, Renania-Palatinado (Alemania)
Alemania, además de pueblos de cuento tiene muchos castillos increíbles como el de Eltz que no pertenecía a una sola familia sino a unas cuantas, pues eso era lo común durante el medievo en la actual región alemana de Renania-Palatinado, en lo que se conoce como Ganerbenburg, es decir, que pertenece a una comunidad de herederos. Así, hasta 100 miembros de distintas familias llegaron a ocupar las más de 100 estancias del castillo de Eltz, que conforme pasaban las décadas sumaban nuevas torres y alas bautizadas con su nombre, tales como la casa Rodendorf, la casa Rübenach o las casas Kempenich. Dos de las tres partes están abiertas hoy al público, la tercera la siguen usando los miembros de la familia Kempenich.
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Château de Chambord, valle del Loira (Francia)
Apenas fueron 72 días los que pasó Francisco I en el Château de Chambord, tan sólo la torre del homenaje y una de las alas de este gigante de piedra estaban terminadas a su muerte. Aún así, es el rey que lo impulsó el que hoy brilla en cada emblema de este 'pequeño' pabellón de caza levantado en pleno Renacimiento francés, pero de una incuestionable apariencia medieval. Las crónicas dicen que el proyecto se les fue de las manos a los sucesivos reyes de Francia, y el modesto albergue de caza alcanzó dimensiones mastodónticas, sumando al final 365 chimeneas, 84 escaleras o 56 metros de altura y una escalera de doble hélice que la tradición adjudica a un diseño de Leonardo da Vinci. Todo levantado en toba, la piedra calcárea con la que se ha levantado con tan diversos resultados gran parte de los castillos del Valle del Loira.
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Castel Nuovo, Nápoles (Italia)
Más conocido como el torreón angevino, el castillo Nuevo de Nápoles nació bajo el mandato de los reinos de Nápoles y Sicilia de Carlos Ide Anjou, rey de Francia. Pese a que la ciudad ya poseía dos castillos, el dell´Ovo y el Castel Capuano, se levantó éste bajo la supervisión del arquitecto francés Pierre de Chaule en 1273 con Nápoles como capital del reino. Su portón en forma de arco monumental se erigiría cuando el reino pasó a manos aragonesas, en los albores del siglo XV.
Hoy reina sobre la bahía de la ciudad caótica por antonomasia, con su perfil como un componente más de la especial belleza de la ciudad de Nápoles.
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Castillo de Eilean Donan, Escocia (Reino Unido)
Elevado a estatus de postal, el castillo de Eilean Donan domina este acuático enclave escocés desde el siglo XIII, cuando se levantó sobre otra torre defensiva aún más antigua para defender las tierras de Kintail. Y cumplió su cometido hasta que en 1719 fue reducido a ruinas durante un levantamiento jacobita. A comienzos del siglo XX, el coronel John MacRae-Gilstrap decidió devolverle su esplendor medieval, dicho y hecho. Hoy su puente y su perfil sobre el lago Duich es uno de los más bellos de Escocia. Además, como cualquier castillo que se precie, cuenta con un fantasma, que casualidades de la vida es español. Concretamente, un capitán del ejército enviado por el rey de España para ayudar a los escoceses -y de paso fastidiar a los ingleses- en la guerra que éstos mantenían a mediados del siglo XVIII, el ya mencionado levantamiento jacobita. En un giro de los acontecimientos, los ingleses consiguieron rodear la fortaleza, que fue abandonada por todos, escoceses y españoles, perdiendo la batalla de Glen Shiel, menos por el mencionado capitán, que se quedó hasta el final, pereciendo entre los muros del castillo. Y es su fantasma, algo juguetón, el que crea cierta confusión entre los visitantes del castillo a quienes incordia durante las rutas por la fortaleza, a todos a excepción de los españoles, a los que deja tranquilos. Morriña, suponemos.
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Château de Azay-le-Rideau, valle del Loira (Francia)
Azay-le-Rideau parece un pequeño barco de piedra a la deriva. Sus dimensiones son más modestas que los castillos levantados por manos regias, pero no por ello su boato fue menor durante sus días dorados. Fue el financiero Gilles Berthelot, tesorero real y alcalde de Tours, quien mandó construirlo en 1518. Fue mujer, legítima propietaria del conjunto por herencia, quien le dio su encantador estilo al supervisar las obras. Lo disfrutaron muchísimo hasta que cayó sobre él la sombra de la malversación del tesoro público, por lo que el ministro se vio obligado a huir. Así su 'castillito' pasó de mano en mano hasta que el estado lo adquirió y lo abrió al gran público. De mayo a septiembre, la pompa y circunstancia de antaño vuelven a él en forma de magníficos juegos de luz y celebraciones temáticas.
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Castillo de Gaillard, Normandía (Francia)
Construido como un fuerte en el siglo XII, el castillo de Gaillard, en castellano gallardo, fue auspiciado por Ricardo Corazón de León en tierras normandas, en aquel entonces en posesión del rey de Inglaterra como duque de Normandía. Fue él quien bautizó el castillo al verlo concluido y exclamar: "¡ah, qué castillo tan gallardo!", todo en francés claro. Fue a la muerte del rey valiente cuando su hermano, Juan sin Tierra, pasó a ostentar el ducado y a perderlo ante las tropas del rey Felipe Augusto, primero amigo y luego archienemigo de Ricardo. La leyenda dice que el ejército francés finalmente entró en la fortaleza tras varios años de asedio por una minúscula ventana que mandó construir el rey Juan en la capilla, perdiendo la corona inglesa con ella el ducado de Normandía en 1204. Apenas hoy sus ruinas nos dan una idea de lo 'gallardo' que fue en su día esta fortaleza, pero su encantador halo y la certeza de que Ricardo anduvo por sus torres le dan suficiente empaque como para que sea uno de nuestros castillos favoritos. Actualmente, por desgracia, está cerrado al público.
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Castillo de Himeji, Himeji (Japón)
El castillo de la garza blanca es el apelativo más poético del castillo Himeji, vestigio glorioso del Japón medieval. Declarado Patrimonio de la Humanidad, el castillo de Himeji conforma la tríada de fortificaciones niponas, junto a los castillos de Matsumoto y Kumamoto, que en pleno siglo XXI le recuerdan al país su pasado feudal, siendo éste el más visitado de todo Japón, y en muchas ocasiones escenario de producciones televisivas y cinematográficas. Ubicado sobre un promontorio, su silueta puede verse desde cualquier punto de la ciudad de Himeji, a 47 kilómetros de urbanita Kobe.
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Castillo de Corfe, Inglaterra (Reino Unido)
Los restos del castillo de Corfe se recortan en lo alto de una colina en el condado inglés de Dorset. En él tuvieron lugar dos asedios durante la Guerra Civil inglesa, en la que una dama defendió los intereses realistas frente a los parlamentarios en ausencia de su marido sir John Bankes, pasando a la historia como la 'valiente dama Mary'. Finalmente, la traición de uno de los hombres de lady Mary hizo que el castillo cayera en 1646, y fuera destruido para que no se usase nunca más como baluarte monárquico. Como dato curioso, en él se rodaron varios planos para el filme Disney La bruja novata, donde un ejército de armaduras hacía frente a un destacamento nazi durante la Segunda Guerra Mundial, en lo que puede ser considerado como una nueva versión de los hechos.
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Castillo de Schoenbuehel, Schoenbuehel (Austria)
Asomado al Danubio, el castillo de Schoenbuehel embellece con su simplicidad esta parte de la Baja Austria. Alrededor de esta fortaleza medieval, que se levanta sobre una antiguo complejo defensivo romano, se descuelga el encantador pueblo que creció a su amparo. Durante la invasión otomana de Austria, su emplazamiento jugó un gran papel en la lucha por la salvaguarda de Viena.
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Castillo de Predjama, Inner Carniola (Eslovenia)
Como un escenario operístico se levanta el castillo Predjama sobre las cuevas de Postojna en Eslovenia. Este fortín levantado en 1275 bajo estrella alemana y con el nombre de Luegg fue el escenario de cruentos asedios en los que los asediados tiraron de los pasadizos del castillo para almacenar munición y comunicarse con otros puntos de la red de pasadizos naturales que guarda la montaña. Fue el caso de un caballero llamado Erazem Lueger, que se alió con el rey húngaro Matías Corvino en contra de los Habsburgo en el siglo XV. Durante el asedio a su castillo, Erazem Lueger una mañana les tiró a las tropas desde sus muros cerezas, descolocando al completo de las fuerzas atacantes al desconocer cómo las había conseguido. Sin embargo, con la traición de un sirviente del héroe, éste fue atacado en la salida de las grutas de la fortificación que daban a una población cercana. Hoy el castillo y sus cuevas secretas pueden recorrerse por entero.
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Château de Chillon, Veytaux (Suiza)
Catalogado como monumento histórico en Suiza, el castillo de Chillon ocupa un terreno que ya fue usado desde la Edad del Bronce como enclave defensivo, siendo fortificado por los romanos y ocupado sucesivamente por la casa de Saboya y más tarde por los berneses. Este castillo es conocido porque inspiró en el siglo XIX al poeta romántico Lord Byron en algún que otro verso. Su efigie es reconocible en todo el país, siendo sus altas torres de hasta 25 metros de altura las que conforman una de las panorámicas más bellas del lago Lemán en Ginebra.
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Qal'at Ibn Ma'n, Palmira (Siria)
Todo el que visita la ciudad nabatea de Palmira queda maravillado por sus mármoles de factura clásica, sin embargo, no toda la historia de la ciudad se reduce a su esplendoroso entramado urbano, pues sobre un gran montículo domina las ruinas un castillo de factura árabe levantado probablemente por los mamelucos en el siglo XIII. Lo curioso de él es que es conocido por más de un nombre entre los lugareños que repiten con acento Qalʿat Ibn Maʿn, Qalʿat Faḫr ad-Dīn al-Maʿnī, Qalʿat Tadmur y Qaṣr Ibn Maʿn. Para nosotros quizá sea más fácil llamarlo Castillo de Palmira.
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Castillo de Loarre, Huesca (España)
Muy cerca contamos con paisajes de excepción que fascinan fuera de nuestras fronteras mucho más de lo que lo hacen dentro. Para romper esa especie de ley de Murphy, reivindicamos el castillo de Loarre, sus torres, muros y murallas levantadas por el rey Sancho de Navarra en el siglo XI. Todas ellas hacen de él un conjunto tan perfecto que fue elegido por el director Ridley Scott como una de las localizaciones de su épico filme El reino de los cielos. Y no es el único que lo ha elegido como gran apuesta, pues se dice que la mismísima Isabel la Católica se deja ver paseando entre sus murallas.
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Castillo de Frederiksborg, Hillerod (Dinamarca)
Aunque un devastador incendio lo redujo casi a cenizas, el castillo de Frederiksborg hoy se alza orgulloso como símbolo de la gran potencia real que fue Dinamarca. Construido durante el Renacimiento por la estrella de la arquitectura del momento, Hans van Steenwinckel el Antiguo, sus esbeltas formas y su ladrillo visto no hacían más que adelantar el estilo minimalista escandinavo. Del mismo modo, se levanta en un paraje digno de las tierras del norte, sobre la confluencia de tres islotes del lago Slotssø.
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Castillo de Malbork, Malbork (Polonia)
En un perfecto estilo gótico de influencias bálticas, el castillo de Malbork es la fortificación de ladrillo más grande del mundo. Fue levantada por los caballeros de la Orden Teutónica como complejo defensivo en el siglo XIII. Bajo el gobierno prusiano de esta parte de Polonia la orden cobraba peajes en el comercio de ámbar del río Nogat. En el periodo en el que la ciudad se sumó a la Liga Hanseática, el castillo acogió muchas de sus reuniones. Y lo que llevaba en pie durante siglos fue destruido casi en un 50% durante la II Guerra Mundial. Hoy es uno de los castillos más bonitos del Viejo Continente.
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Ciudadela de Arg-é Bam, Kermán (Irán)
La ciudadela de Arg-é Bam era la mayor estructura de adobe del mundo, en la que se incluía una gran fortaleza levantada sucesivamente en el mismo lugar en el 500 a.C. y que durante siglos fue parte importante de la Ruta de la Seda a su paso por el actual Irán. Y decimos era porque este magnífico conjunto fue reducido a escombros tras un devastador terremoto en 2003. Fue tal el mazazo que el entonces presidente, Mohammad Khatami, proclamo a los cuatro vientos que la ciudadela sería reconstruida.
Este lugar, Patrimonio Mundial de la Unesco, se encuentra en reconstrucción desde entonces.
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Château de Josselin, Bretaña (Francia)
Sobre el emplazamiento de un antiguo fortín del siglo X, se levanta el actual château de Josselin, la primera edificación de aires renacentistas de Francia. Juan II de Rohan hizo traer hasta la Bretaña francesa a artistas italianos para que diseñaran un castillo y palacio a la manera del momento, para lo que fusionó el estilo francés con las innovaciones de la Italia del arte. Como agradecimiento a Ana de Bretaña, que había conseguido devolverle la plaza, después de que siglos antes le fuera arrebatada a la familia Rohan, Juan llenó el castillo de emblemas de la princesa.
Unas cuantas décadas más tarde, el cardenal Richelieu desmontó algunas torres para mermar el poder de los enemigos de la corona, es decir, en ese momento, la casa de Rohan. Fue convertido en prisión durante la Revolución Francesa. Hoy es el hogar del actual duque de Rohan, y aunque estaba abierto a visitas, ahora permanece cerrado temporalmente.
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Castillo de Praga, Praga (República Checa)
Con el castillo de Praga llegan los récords, pues es la fortaleza gótica más grande del mundo. Normal si en su interior ponen una catedral, pero vayamos por partes. Fue levantada en el siglo IX como residencia de los reyes de Bohemia. Conforme pasaban los años, los edificios se iban sumando a su conjunto, a saber, la catedral de San Vito, el convento de San Jorge, la basílica de San jorge y el palacio Real, con caballerizas y demás dependencias, que hoy algunas de ellas albergan museos y magníficas galerías de arte. Cada uno de sus rincones es un festival de estilos, pues en él conviven el Gótico, el Renacimiento y el Barroco cual hermanos. Mientras todo eso se levantaba, el complejo sirvió como residencia además de a los reyes de Bohemia, a los emperadores del Sacro Imperio Romano y los presidentes de Checoslovaquia y de la República Checa sucesivamente. Si vas, entre los muchos puntos de interés que debes ver, no te pierdas el esplendor de las joyas de la corona de Bohemia.
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Castillo de Gondar, Amhara (Etiopía)
Gondar es fruto de la miscelánea que se dio en esta parte de Etiopía durante su glorioso imperio. Es inusual hablar de castillos en África y mucho menos hacerlo de una ciudad llena de ellos. Ese es el caso de Gondar, la capital del imperio de Etiopía, que allá por el 1632 empezó a surgir de la tierra en forma de ciudad fortificada. El emperador Alam Sagaz, cansado de las rutas nómadas, erigió un castillo de piedra para refugiarse durante la temporada de lluvias. Pistoletazo de salida para llenarlo todo de castillos con estilos portugueses por el paso de éstos e indios gracias a los artesanos llegados de Goa. Todo ello levantado en una pequeña ciudadela que llegó a llamarse Fasil Ghebi. El paso de los siglos hizo que la ciudad y los emperadores perdieran pujanza, cayendo en un leve olvido hasta que la UNESCO sumó Gondar a su lista de imprescindibles. Como anécdota, J.R.R. Tolkien se inspiró en Gondar para crear la ciudad de Gondor, en élfico la ciudad de piedra, en su gran obra El señor de los anillos.
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Château du Haut-Kœnigsbourg, Alsacia (Francia)
El château du Haut-Kœnigsbourg que se alza sobre el monte Stophanberch, sitio natural que en su día fue donado por Carlomagno a la abadía de Saint-Denis, sirvió durante la segunda mitad del siglo XV como refugio para los llamados caballeros bandoleros, chevaliers brigands, que asolaron la región de Alsacia hasta que un pequeño ejército acabó con sus fechorías. El perfil medieval del castillo se divisa hoy majestuoso desde todos los puntos del valle que lo rodea y es un enclave turístico de primer orden.
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Castello de Sant'Angelo, Roma (Italia)
El castello de Sant'Angelo, donde el papa Clemente VII se refugió del saco de Roma de 1527, antes de ser una fortaleza fue el mausoleo del emperador Adriano. El nombre de castillo de Sant' Angelo proviene de la aparición del arcángel San Miguel envainando su espada sobre la cima del castillo anunciando el final de la epidemia de peste que había asolado la ciudad en el año 590. De ahí, que una estatua en su honor se levante en lo alto del castillo. Su perfil forma parte de nuestras 100 cosas favoritas de Roma.
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Castillo de Hohenwerfen, Hochkönig (Austria)
Medio hermano del castillo de Hohensalzburg de Salzburgo, el castillo de Hohenwerfen se alza en la parte central de los llamados Alpes Berchtesgaden, en Austria. Pese a su origen militar, con la Guerra de los Campesinos Alemanes, que tuvo lugar en 1525, el castillo pasó de ser un fortín residencial y coto de caza a prisión ocasional con una fama del todo tétrica. Desde altos cargos a ciudadanos comunes dieron con sus huesos en él. Con la llegada del siglo XX, un incendió casi lo reduce a cenizas, pero una fidedigna restauración gubernamental hizo que fuera recuperado y destinado a campo de recreo para la Guardia Civil austriaca. Hoy es un museo con una gran agenda de actividades lúdicas para todos los gustos y edades.
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Castillo de Trim, Trim (Irlanda)
El complejo del castillo de Trim es de unos 30.000 metros cuadrados, lo que lo convierten en el mayor complejo fortificado de Irlanda. Hugo de Lacy y su hijo Walter lo erigieron en los albores del siglo XIII entre la ciudad de Trim y la de Dublín. Hoy, son muchos los restos y edificaciones normandas que nos han llegado de este otrora magnífico fuerte.
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Fortaleza de Mehrangarh, Rajastán (India)
Cual castillo se levanta vigilante sobre la ciudad de Jodhpur, la ciudad azul, la fortaleza de Mehrangarh. Sus 36 metros de altura, sumados a los 125 metros de la colina, hacen que el fuerte tenga una panorámica difícil de olvidar, la misma que tuvieron sus inquilinos cuando a cañonazo limpio defendían la ciudad de los ataques. Sus gruesos muros, de 21 metros de ancho, hoy guardan un museo especializado en miniaturas, instrumentos musicales, mobiliario y arte textil.
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Castillo de Torrechiara, Parma (Italia)
Con vistas a los Apeninos, el castillo de Torrechiara, en la ciudad de Langport, encaja a la perfección en el concepto de paisaje con castillo. Fue Pier Maria Rossi II, conde de San Secondo, quien quiso erigir este precioso castillo en 1448 con el objetivo de que sirviera como fuerte defensivo y, por qué no, también como palacio. Así sus torres almenadas se unen en un circuito que recorre toda la muralla y deja en el centro el llamado Patio de Honor. Entre sus estancias destacan la sala de oro, la de los escudos o la de las ramas, bautizadas así por su delicada decoración mural. Dice una leyenda local que en las noches de luna llena, una dama se pasea por las torres del castillo ofreciendo besos a los hombres que se encuentre en su camino y logren cumplir sus deseos.
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Ashford Castle, Cong (Irlanda)
En lo más profundo de la verde Irlanda, al borde de un lago se levanta Ashford Castle, un castillo que hunde sus raíces, muros y torres en el siglo XIII. Desde 1852 sirvió de asueto estival a la familia Guinness, que lo amplió a su gusto y donde se dejaban llevar por el verano hasta que lo vendieron en 1945 y se convirtió en hotel. Aquí John Ford rodó El hombre tranquilo y se hospedaron personajes como Oscar Wilde, George Harrison o Brad Pitt. Además, cuenta con otro inquilino permanente, en la parte más antigua del castillo no son pocos los que han visto a una dama vestida a la manera medieval paseando alegremente. Un castillo 'completito'.
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Castillo de Bamburgh, Inglaterra (Reino Unido)
Durante la II Guerra Mundial una de las corbetas de la Marina Real Británica llevó su nombre, quizá para enarbolar su glorioso pasado. Así, el castillo de Bamburgh, en el condado de Northumberland, fue una fortaleza inexpugnable durante el asedio al que fue sometida la ciudad por el rey Guillermo II en 1095 durante una revuelta auspiciada por el conde de Northumberland, y que sólo termino bajo la amenaza del rey de cegarlo, pues al final de la contienda era la duquesa la que continuaba con la defensa de la plaza. Como dato curioso fue el primer castillo inglés que experimentó la fuerza de la artillería durante la Guerra de las dos Rosas.
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Castillo de Bran, Transilvania (Rumanía)
Dejarse caer por Transilvania es dejarse caer por la tierra del Conde Drácula y sus castillos, ya que éste se inspira en uno de sus héroes nacionales, Vlad Tepes, el empalador. Entre las historias para no dormir que cuentan sobre Vlad Draculea, dicen que al ajusticiar a sus enemigos, mandaba recoger en un cuenco su sangre, de donde mojaba pan mientras comía, de ahí su fama. Los colmillos se incorporarían después a la historia. El más significativo de los castillos de la ruta es el de Bran, una fortaleza construida por los caballeros de la orden Teutónica en el siglo XIII y en la que, curiosamente, el célebre conde sólo pasó un par de días encerrado en ella.
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Castillo Matsumoto, Nagano (Japón)
Si el castillo de Himeji es la garza blanca, el castillo de Matsumoto es el del cuervo, por su intenso color negro. Construido en la era Sengoku, en torno al año 1594, sus altos muros y su foso sirvieron como defensa durante la batalla de Sekigahara en la que se instauró la paz en la zona. Con la Restauración Meiji fue subastado y a punto estuvo de ser desmantelado. Sin embargo, fue restaurado y hoy brilla en la ciudad de Matsumoto como uno de los tres castillos más célebres de todo Japón.
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Castillo de Edimburgo, Escocia (Reino Unido)
Sobre una roca de origen volcánico y visible desde todos los puntos de la bonita Edimburgo, el castillo medieval de la ciudad levanta pasiones desde hace siglos. Para acceder a él hay que subir por la empinada Castlehill a través de la Ciudad Vieja hasta alcanzar sus dominios, donde destaca su gran puerta, su intrincado complejo y, por supuesto, sus 'vistazas'. Una de las estancias que más interés despierta entre los visitantes es la capilla de Santa Margarita, la sala más antigua del castillo y por tanto la construcción más longeva de Edimburgo. Entre los tesoros que guarda el castillo destacan con luz propia los Honores de Escocia, o lo que es lo mismo, las joyas de la corona, y la Piedra del Destino, sobre la que los reyes de Escocia eran ungidos y que fue robada por los ingleses en 1296, hasta que, 700 años más tarde, Londres decidió devolverla a su legítimo hogar.
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Château de Chenonceaux, valle del Loira (Francia)
En pleno auge del Renacimiento y el boato de la corte de Francisco I, el valle del Loira, se llenó de palacios y castillos. En el de Chenonceaux, que se levanta literalmente sobre el río Cher, Enrique II agasajó a su bella amante Diana de Poitiers, para cuando el rey murió su despechada esposa Catalina de Medicis se hizo con la propiedad vengándose a su manera de la competidora, de ahí que hoy también se lo conozca como el castillo de las damas. Hoy la zona es uno de los mayores reclamos turísticos de Francia, enmarcado dentro de la ruta de los castillos de las favoritas de los reyes de Francia, perfecto para recorrer en coche, en bici o en crucero fluvial.
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Castillo Swallow's Nest, Yalta (Ucrania)
Se dice que el castillo Swallow's Nest, o nido de golondrina, fue construido por un magnate entrado en años como regalo a su joven amante, una bailarina de ballet. El 'castillito', que se eleva sobre un acantilado en Yalta y con vistas al Mar Negro, fue levantado por el arquitecto ruso Leonid Sherwood entre 1911 y 1912.
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Castillo de Reichsburg, Renania-Palatinado (Alemania)
En el valle de Mosela, el castillo de Reichsburg, o castillo de Cochem como también es conocido, observa con pompa y circunstancia el paso de los siglos desde el siglo X en lo alto de una colina. Las tropas francesas lo destruyeron cuando el rey Sol mandaba ejércitos por esta zona de los valles del Rin y el Mosela. Y más tarde, nuevamente las tropas francesas, esta vez a las órdenes del Gran Corso, lo ocuparon durante las guerras napoleónicas. En el siglo XIX, un industrial prusiano lo tomó bajo su amparo y le devolvió su esplendor gótico, con altas torres puntiagudas y magníficos interiores de madera y piedra repletos de escudos y armaduras.
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Castillo de Tarasp, Tarasp (Suiza)
El castillo de Tarasp, en Suiza, fue construido en el siglo XI sobre un montículo, que lo aupaba a un punto en el que las vistas sobre las montañas que lo rodean le permitían una vigilancia total. Hoy parece que por sus salas no ha pasado apenas el tiempo gracias a la gran recuperación que se llevó a cabo en pleno siglo XX. Si lo vas a visitar, no te lo pierdas en invierno, la nieve le da un aspecto aún más mágico.
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Castelo de São Jorge, Lisboa (Portugal)
El castelo de São Jorge fue elegido a lo largo de la historia de Lisboa como baluarte por los distintos pueblos que pasaron por ella, fenicios, griegos, romanos y árabes. Estos últimos fueron expulsados por el rey Alfonso Henriquez, que reconquistó la ciudad en 1147. Entonces, la fortaleza, que era conocida como castelo dos mouros, se utilizó como residencia real hasta 1511, año en el que Manuel I decide mudarse al Palacio da Ribeira. Superviviente del gran terremoto que asoló la ciudad, hoy es uno de los mejores puntos desde donde admirar Lisboa en todo su esplendor y uno de sus 100 encantos.
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Castillo Hochosterwitz, Carintia (Austria)
Sobre la roca Osterwitz, cuya grafía y denominación ha cambiado a lo largo de su historia hasta tomar su nombre actual, se levanta el castillo de Hochosterwitz, una fortificación medieval con vistas a la región austriaca de Carintia. Sus orígenes defensivos poco a poco dejaron paso a usos más lúdicos y, con la regencia del duque Bernardo, sus salas se llenaron con los mejores juglares de Alemania en una corte abonada al arte. Sin embargo, no fue óbice para que por delante de sus muros se desarrollaran el grueso de las batallas del último milenio. Hoy es todo un reclamo turístico y un mirador de excepción, aunque está cerrado temporalmente.
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Castillo de Stalker, Escocia (Reino Unido)
Sobre la roca de los Cormoranes, en la costa oeste de Escocia, se levanta el castillo de Stalker, una evocadora fortaleza medieval a modo de torre -muy escocés-, que por su difícil acceso supone todo un premio para el que espera a que baje la marea del lago Laich para alcanzarlo en un trayecto que debe hacerse con mucha cautela por su peligrosidad. Su estado de conservación es excepcional para un complejo levantado en 1320, quizá porque son contados sus visitantes afortunados, que además de disfrutar de su perfil recortado por el 'paisajazo' escocés, han tocado sus muros. Búscalo en Los inmortales y en Monty Pythony el Santo Grial, donde aparece como una estrella más de los filmes.
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Château de Amboise, valle del Loira (Francia)
Leonardo da Vinci paseo sus bártulos, incluida La Gioconda, por la corte del castillo de Amboise allá por el 1516. El castillo medieval hacia poco tiempo que había dejado atrás sus hábitos defensivos para convertirse en un pequeño palacio renacentista bajo el auspicio de los reyes Carlos VIII, Luis XII y, sobre todo, Francisco I, el más renacentista de todos. Fue tal la impronta que dejó esa época en la población que cada año, de finales de junio a principios de septiembre, se recrea en un festival la corte de Francisco I. Si te dejas caer por aquí, preséntale tus respetos a Leonardo, pues las cenizas del genio reposan en la capilla de Saint Hubert del castillo, ya que al inventor del sfumato la muerte le sorprendió aquí, según dice la leyenda en brazos del mismísimo rey.
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Castillo de Almodóvar del Río, Córdoba (España)
El castillo de Almodóvar del Río hunde sus raíces en la época romana de la península ibérica, con un castro romano en el solar donde hoy se levanta la fortificación bereber. Fueron ellos los que en el año 740 levantaron el castillo al que bautizaron con el nombre de Al-Mudawwar, redondo o seguro, según las interpretaciones. Tras formar parte de la mítica Córdoba y de las taifas de Carmona y Sevilla, en 1240, Fernando III de Castilla lo reclamó para sí y para su corona. Con los años fue pasando de mano en mano hasta convertirse en señorío junto al pueblo que vigila. Así su arquitectura presenta elementos de las diferentes culturas que pasaron por él.
Castillo de Hohenzollern, Baden-Wurtemberg (Alemania)
Perteneciente a la poderosa dinastía de los Hohenzollern, el castillo que adopta su apellido y que se alza al cielo sobre un monte de 855 metros cerca de la ciudad de Hechingen, en la provincia alemana de Baden-Wurtemberg. Las crónicas sitúan la fortificación en su emplazamiento en el siglo X, pero el actual castillo fue erigido por Federico Guillermo IV de Prusia, entre 1846 y 1867, por el arquitecto Friedrich August Stühler fuertemente influenciado por la arquitectura gótica inglesa y por los castillos del valle del Loira. Entre los tesoros que guarda el castillo, destacan una carta de George Washington agradeciéndole a la casa Hohenzollern su ayuda en la Guerra de Independencia estadounidense y la corona de Guillermo II.
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Castell de Montsoriu, La Selva (España)
El Castell de Montsoriu nos recuerda el esplendor de las grandes fortificaciones de la Edad Media y del mar Mediterráneo, o por lo menos así consta en los escritos -los primeros son del 1002. A lo largo del siglo XIV, el castillo se convertirá en el palacio gótico residencial de los Vizcondes de Cabrera, una de las principales familias del Principado. Y así será durante 400 años.
Sorportó varios ataques y asedios durante los siglos XIII y XIV, y sirvió de residencia o cobijo. El castillo, además, tenía la función de proteger a los campesinos y aldeanos en caso de peligro y acogerlos en su recinto para darles refugio. Desde los años 90 pertenece al Consell Comarcal de la Selva.
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Château de Chaumont, valle del Loira (Francia)
Primitiva fortaleza medieval, este castillo conservó su encantador aire gótico pese a que fue arrasado por mandato del rey Luis XI de Francia por el empeño de la familia Amboise que volvió a levantarlo a finales del siglo XV y principios del XVI. Pero este pequeño château es hoy célebre porque las dos damas más poderosas del valle del Loira, es decir, Diana de Poitiers y Catalina de Médici, reina viuda de Francia, se disputaron el gobierno de uno de los castillos más bellos del enclave, el de Chenonceaux. Los hecho fueron así: Catalina compró el castillo de Chaumont, y celosa por la belleza del château de Chenonceaux, obligó a Diana, antigua amante de su marido Enrique II, a que se lo intercambiase por éste. Actualmente el castillo es un museo.
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Kasbah Ait Benhaddou, valle de Ounila (Marruecos)
Situada a las puertas del desierto de piedra de Marruecos, se levanta al borde de un risco la Kasbah de Ait Benhaddou, un castillo fortificado de arena y adobe que da cobijo y salvaguarda a sus habitantes desde hace siglos. Conforme avanza el día el color rojo aparece en sus torres, en un bello contraste con la escasa, pero exuberante vegetación que crece cerca de un riachuelo, limoneros, naranjos, higueras y almendros ponen el verde de sus hojas en este exótico paisaje. Es Patrimonio de la Humanidad desde 1987, y Hollywood, como tantas otras veces, se ha encargado de poner en el mapa esta pequeña maravilla del mundo. Fue escenario de excepción para Gladiator, Lawrence de Arabia o La joya del Nilo, entre otras. Es cómodo y fácil hacer una incursión en esta Kasbah, una de las mejor conservadas de Marruecos, y a tiro de piedra de Marrakech.
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Castillo nuevo de Manzanares el Real
El castillo nuevo de Manzanares el Real, también conocido como el castillo de los Mendoza, fue construido por esta noble familia a finales del siglo XV junto al río Manzanares, del que toma su nombre, y muy cerca de una fortificación anterior. Ideada como residencia fortificada y levantada por el gran arquitecto Juan Guas, también constructor del palacio del Infantado de Guadalajara, sólo fue habitada por la familia durante un siglo, hasta que un pleito entre sus herederos dejó el castillo en el olvido hasta el siglo XX, cuando fue acometida la primera de sus remodelaciones. Su punto más llamativo y característico son sus bonitos torreones circulares, miradores de excepción del paisaje que lo rodea. Hoy es uno de los castillos mejor conservados de la Comunidad de Madrid, pero se encuentra cerrado temporalmente.
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Castillo de Olvera, Cádiz (España)
El pueblo de Olvera, uno de los más arrebatadores de España, guarda en su mapa un castillo árabe que se levantó en su cota más alta como parte de las defensas del antiguo reino de Granada. A 623 metros de altura, la torre del homenaje y los muros que lo componen vigilan esta preciosa mini ciudad blanca. Una vez conquistada por las tropas cristianas, la fisonomía de la fortaleza cambió en su perfil, pero no en su esencia, que aún conserva su encanto y parte de su estructura original, con dos aljibes que abastecían de agua al castillo y un recinto subterráneo.
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Castillo de Requesens, La Jonquera (España)
Para controlar el paso fronterizo entre Cataluña y España, para eso sirvió durante muchos siglos el Castell de Requesens. Y no nos extraña, ya que se encuentra situado a más de 500 m de altura. Posiblemente sea uno de los más antiguos de esta lista, existe constancia de su construcción en el año 859.
Formaba parte del condado de Empúries, y entre 1893 y 1899 fue totalmente reconstruido por sus propietarios, los últimos condes de Perelada residentes en el territorio. Tenían la intención de convertirlo en una residencia de verano, tal y como sucedió con el castillo de Perelada.
Cuentan que Dalí quiso comprarlo para Gala, pero al no ser posible, terminó quedándose el Castillo de Púbol. Actualmente se ofrecen visitas guiadas desde el castillo.
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Castillo de Dunnottar, Escocia (Reino Unido)
Sobre un promontorio de 50 metros se erige vigilante el castillo de Dunnottar, justo en un cabo rocoso de la costa nordeste de Escocia en la que quizá fue una de las rutas marítimas más importantes de la Edad Media. Se dice que jugó un papel importantísimo en los llamados Años Oscuros de la historia de Escocia, sobre todo por su posición estratégica que dominaba tanto tierra y mar en esta parte del paso natural conocido como Portlethen Moss. Apenas algunas ruinas atestiguan el esplendoroso formato que se gastaba esta fortaleza en sus días de gloria, época que rememoran todos los visitantes que recibe actualmente y que prácticamente tienen que trepar hasta él. Como dato curioso sus muros aparecieron en la versión cinematográfica de Hamlet que protagonizó Mel Gibson en 1990, y más recientemente ha inspirado algunos de los paisajes que pueden verse en el filme de animación de Disney Pixar Brave.
Castillo de Windsor, Inglaterra (Reino Unido)
Patio de recreo de Isabel II, el mastodóntico castillo de Windsor ha tenido un largo recorrido, desde baluarte normando en la época de Guillermo el Conquistador, hasta la II Guerra Mundial cuando sirvió como real refugio de los bombardeos de Londres. De por medio, decenas de ampliaciones y sofisticados añadidos que hicieron de él un complejo mitad castillo mitad palacio. Como dato anecdótico fue en él donde se encerró al depuesto rey Carlos I y sirvió como cuartel de las fuerzas parlamentarias durante la Guerra Civil. También ha sido una de las principales localizaciones de la premiada serie The Crown que repasa la vida de la reina Isabel II y la familia real británica.
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Castelo dous Moros, Sintra (Portugal)
Sintra tiene, además de un palacio, un castillo al que se lo conoce como el Castillo de los moros. Está incluido en el Paisaje Cultural de Sintra, Patrimonio de la Humanidad desde 1995.
Se construyó durante época morisca entre los siglos VIII-XII porque desde esta zona rocosa era más fácil protegerse de los ataques. Los cristianos tomaron el castillo en 1147 y lo abandonaron hasta que apoderó de él la Sierra de Sintra. Emergió cual ave fénix en la época del rey Fernando II de Portugal, quien consideró que era un lugar suficientemente bello y tranquilo como para formar parte del Palácio da Pena.
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Castello Aragonese de Isquia, Italia
El Castello Aragonese de Ischia, en Italia, es uno de los más bellos de mar Mediterráneo, que además espera su apertura para 2024. Testigo de 25 siglos de historia en el golfo de Nápoles, ha vivido prácticamente de todo, desde su construcción por Hierón I de Siracusa en el año 474 a la unión del peñón con la isla en el 1441 por Alfonso V de Aragón. Los alrededores del castillo sirvieron de hogar de hasta 2.000 familias, un convento de clarisas y una abadía de monjes basilianos. Iglesias, cárceles, jardines exuberantes… probablemente este sea el castillo más versátil de todos.
Castillo de Vejer de la Frontera, Cádiz (España)
El castillo de Vejer de la Frontera aparece vigilante entre las impolutas casas blancas. Este castillo fue construido por los musulmanes en los siglos X y XI, con una curiosidad que lo hace distinto: su puerta. Se trata de un arco de herradura enmarcado en un alfiz, que permite acceder al patio principal y al patio de armas, desde cuyas almenas se observan unas vistas sorprendentes de todo el pueblo.
Alfonso Pérez de Guzmán, Guzmán el Bueno y reconquistador de Vejer, fue quien ordenó la reconstrucción de la ciudad y levantar el castillo que sirvió de vivienda del marquesado local a finales del siglo XIV. En el siglo XIX pertenecía al Duque de Medina Sidonia, y también hoy es de propiedad privada por eso solo se pueden visitar los dos patios. Fue declarado Monumento Nacional en 1931.
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