León para quien ya conoce León

De una casa burguesa a una mosca gigantesca, sin olvidarnos de probar un plato con mucho corazón y en peligro de extinción.
Plaza del Grano en León.
Alamy

Dos mil años de historia dan para mucho. Para presumir de termas romanas y de catedral gótica; también de joyas románicas y modernistas. Hitos arquitectónicos que seguramente hayas visitado ya a tu paso por León. Por ello, en esta ocasión, revistamos la capital leonesa desde un punto de vista diferente, uno en el que te damos alternativas sugerentes con las que dejarte volver a deslumbrar por la ciudad.

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Abrimos boca con un edificio romántico anclado en el tiempo debido un desamor, caminamos sobre piedras que son vestigio del sentimiento leonés y nos rendimos ante platos picantes (en peligro de extinción) no aptos para cualquier paladar. 

Museo Sierra Pambley.

Leonturismo

EL EDIFICIO

Tan depuradamente gótica se muestra la catedral de Santa María de León que no podrás apartar la mirada de sus torres y vitrales, que actúan como un potente imán visual. No obstante, cuando estés en la plaza de Regla, frente al rosetón de la entrada principal, te recomendamos girarte por completo y fijar tu atención en un antiguo caserón del siglo XIX anaranjado. Se trata del Museo Sierra Pambley, dependiente de la Fundación Sierra Pambley, dedicada desde 1887 a la educación y la cultura y ligada a las ideas revulsivas de la Institución Libre de Enseñanza.

Ejemplo de casa burguesa, lo habitual es visitar el edificio (previa reserva) para ver cómo vivían las familias ilustradas del siglo XIX, con su sala de música, sus gabinetes, su papel pintado… Todo está intacto, en un estilo neorrococó francés tan marcado que le ha valido el apodo del Museo Romántico de León. 

Ironías del destino, ya que su aspecto, que parece detenido en el tiempo, precisamente es debido a todo lo contrario: a un desamor. Al que sufrió el primer propietario de la saga familiar, el tío Segundo Sierra-Pambley, cuando fue rechazado por su sobrina, quien declinó su oferta de matrimonio al cumplir la mayoría de edad, dejándole (con el ajuar) compuesto y sin novia (como se suele decir). Y no era un ajuar cualquiera, sino uno con tapicerías de seda, alfombras francesas y hasta un retrete, el primero de la ciudad. 

Visita obligada es su Biblioteca Azcárate, donde nació la revista Espadaña en los años 40 del siglo pasado, como también lo es la sala Cossío, destinada a divulgar la labor pedagógica de la fundación, que hasta 1936 se dedicó a crear escuelas en las provincias de León y Zamora.

Biblioteca Azcárate.

Fundación Sierra Pambley

LA PLAZA

Todos los caminos en León suelen llevar a la misma plaza, la de San Martín. Dicen de ella que es el corazón del Barrio Húmedo, ya que en sus bajos se encuentran algunos de los bares de tapas más conocidos de la ciudad. Pero si hablamos de corazón, de uno que va más allá de lo gastronómico, es la plaza del Grano la que “más querencia despierta entre muchos leoneses”, como ha descrito la prensa local. 

Es del Grano porque en ella se celebraba el mercado de los granos y otros alimentos, y acogió incluso corridas de toros en el pasado. Hoy, el espectáculo lo siguen dando sus conservados tipismos, como los soportales –seña de identidad de la arquitectura leonesa– o ese empedrado tradicional cuya restauración tanta polémica suscitó. 150.000 cantos rodados entre los que sale un 'verdín' tan característico, tan leonés, que a nadie parece importarle que las tapas que en ella se sirven no estén entre las más deseadas. 

Para resarcirnos, siempre podemos picotear algo en Áurea Taberna o reservar mesa en el restaurante de las Carbajalas, de cocina tradicional y especializado en arroces, por cierto, de lo más peculiares: de manitas y pulpo, de carrilleras y carabineros, de pollo con bogavante…

Restaurante de las Carbajalas.

Hospederia Monastica PAX

LA TAPA

La fiebre por ‘el oro negro de León’ (casi) nada tiene que ver ya con el carbón, ni siquiera con el wolframio extraído de las minas de El Bierzo. En su lugar, ahora es la morcilla la que ha usurpado este apodo tan metafórico. Y hay muchos lugares en donde probarla, cada vez más, desde La Bicha hasta El Patio, que acaba de incluirla entre sus tapas. 

Sin embargo, hay otra receta típica de la cocina castellanoleonesa que está recuperando adictos, o debería hacerlo: la asadurilla. Si te explico así a bocajarro que es un guiso con las vísceras (corazón, bazo, hígado y pulmones) de un animal, podrías asustarte, cuando el verdadero objetivo es relamerte con esa salsa untuosa a base de cebolla, pimientos verdes, dientes de ajo, perejil, laurel, vino blanco y pimentón. No es nada fácil encontrarla, está en peligro de extinción, pero ya te chivamos nosotros que en el bar La Ribera la sirven de ternera gratis como tapa. Y si tu acompañante es vegetariano, no hay ningún problema, las patatas picantes siempre están de diez.

Tapa de Asadurilla.

M.S.

LA OBRA DE ARTE

¡Cómo nos gusta a los leoneses presumir del cáliz de Doña Urraca! Una pieza de orfebrería románica en la que se reutilizó un vaso romano de ónix del siglo I d.C. (de ahí que muchos –incluidos algunos historiadores– piensen que están ante el mismísimo Santo Grial). No obstante, en la actualidad, otras inquietudes más contemporáneas son las que nos mueven a quienes nos interesamos por el arte. Por ello, una vez salgas de recorrer el Museo de San Isidoro, donde se expone este objeto litúrgico, te recomendamos permanecer en la plaza de Santo Martino, ya que en ella se encuentra instalado un conjunto escultórico firmado por Eduardo Arroyo

“Escenografía provocadora a través de la mitología”, la tituló el historiador del arte Javier Caballero Chica, y es que no deja indiferente a nadie, ya que se compone de una inmensa mosca amarilla adosada a la fachada de la iglesia de los Descalzos, de un unicornio sustentado por una grúa, de una Celda de Vanitas (con moscas atrapadas en una tela metálica) y de un Dios del viento Eolo que sopla sobre la Puerta del Castillo o Arco de la Cárcel. 

‘Mosca’, de Eduardo Arroyo.

M.S.

Muchos fueron los que resoplaron ante dicha instalación, que el propio artista invitó a tirar al río para crear el primer museo subacuático de la ciudad, pero a día de hoy aún siguen en su sitio para recordarnos que León nunca para de sorprendernos… y que nos gusta ser tan molestos y terrenales como moscas.  

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