Pontedera, la ciudad de las vespas en el corazón de la Toscana

El origen del vehículo más filmado y zigzagueante de la gran pantalla se encuentra en Pontedera, una ciudad entre dos bastiones del turismo italiano: Pisa y Florencia.
Audrey Hepburn y Gregory Peck en Vespa en la película 'Vacaciones en Roma'
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Italia recuerda a la pasta y la pizza, a los goles de Maradona, al glamour, a La gran belleza, a los papas, a Russell Crow en Gladiator, a la nariz de Luis Enrique, a las góndolas y el carnaval de Venecia, a torres inclinadas, coliseos y Pavarotti, al amor, al amor de verano y a Roma, pero ¿qué idea de Italia estaría completa sin la revolución a dos ruedas, sin la avispa revoltosa, sin la Vespa?

En Italia no tienen a Rocinante, aquí cabalgan sus delirios quijotescos sobre vespas, las motos que zumban y hacen honor a su nombre: ¡Sembra una vespa! (¡Parece una avispa!)”, dijo Enrico Piaggio cuando vio por primera vez el diseño del ingeniero Corradino D'Ascanio. La idea consistía en imaginar una persona sentada y erguida, y de ahí, imaginar un vehículo a su alrededor. La presentación de las primeras quince motos Vespa fue el 23 de abril de 1946.

La Vespa es mucho más que un vehículo…

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El origen de este vehículo, el más filmado y zigzagueante de la gran pantalla, se encuentra en Pontedera, una ciudad entre dos bastiones del turismo italiano: Pisa y Florencia. Salir del circuito turístico habitual es una ventaja en sí misma: los precios bajan y la amabilidad de los habitantes, alegres de recibir visita, sube. Además, Pontedera conserva el legado de la Vespa, el secreto de las avispas. En el museo Piaggio, una exposición de 250 motos hace un repaso de la transformación de una moto en un fenómeno comercial, y de su posterior ascenso a mito: videoclips, películas, anuncios, la Vespa en Italia no es un producto, es una emoción, un elemento identitario.

Vespas de todos los colores: blancas, azules, verdes, marrones, rojas, grises, granates, negras, naranjas, moradas, rosas. Elige un color. El museo es un Pantone inacabable. Vespas con sidecar, Vespas para rally, Vespas de carreras. Desde las Vespas clásicas hasta las más modernas, de todo tamaño y forma. Ediciones limitadas. Vespas con dos asientos: adelante y atrás. Vespas con asientos anchos, alargados y ovalados. Vespas con ruedas de repuesto atrás, con rueda de repuesto entre las piernas. Vespas con ruedas finas, gordas y medianas. Vespas de paseo y de noche. Vespas hechas para la guerra, con un cañón y munición incrustado en la moto. Vespas de viaje, equipadas con navegador, repuestos de baterías, doble foco, y portaequipajes doquiera.

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Están las Vespas que Giorgio Bettinelli utilizó para sus recorridos y aventuras. La que le llevó de Roma a Saigón (Vietnam). La que le acompañó de Nueva York a Alaska y de Alaska a Ushuaia (Argentina) a lo largo de 18 meses y 82.000 kilómetros. Aventura que llamo “Atravespando América”. El siguiente viaje fue de Melbourne a Ciudad del Cabo, en un año. Y, para terminar, dio, claro, la vuelta al mundo, en cuatro años. Aquí están todas sus Vespas y aquí están, también, nuestras ganas de emprender un viaje como los suyos, un viaje con mayúsculas.

Un viaje en Vespa es también un viaje a través del cine de todos los tiempos.

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Cuántas películas empiezan con una bellezza, hombre o mujer, recorriendo las calles de alguna ciudad europea a lomos de una Vespa. Cuántas películas acaban con un paseo nocturno de dos recién enamorados al son del mismo motor. Audrey Hepburn, Jude Law, Nicole Kidman, Henry Fonda o Antonio Banderas han sucumbido a los encantos y el zumbido de la moto más vendida de la historia.

Uno sale del museo convencido de querer una moto, de querer recorrer la Toscana y enamorarse perdidamente. De cabalgar los campos amarillos con la cintura bien sujeta por una noble ragazza. Sin embargo, la realidad es bien tozuda, y los delirios químicos del amor llegan cuando llegan. Italia es Vespa y amor de verano, pero hoy nos conformamos con otro amor, el amor al buen comer y a la pizza.

En el centro de Pontedera, en un pequeño establecimiento con horno de leña puedes, por un puñado de monedas, saborear una pizza crujiente y pomposa: margarita, de patata, de salami picante. Enamórate, antes de lanzarte a explorar el corazón de la Toscana, en la pizzería Da Cammillo.

Pontedera te espera para darte una vuelta en moto.

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