Consenso en contra de la Constituyente de Petro, ¿cuál es el objetivo real del mandatario?

El presidente de la Corte Constitucional, José Fernando Reyes, hizo un duro pronunciamiento: “¿Cómo seguir hablando de nuevos proyectos constitucionales si es que no hemos sido capaces de desarrollar y hacer cumplir el pacto que desarrollamos en 1991?”

El exfiscal y exministro de Justicia, Alfonso Gómez Méndez, dijo: “Como diría el maestro Echandía, ¿una Constituyente para qué? Es decir, ¿qué diablos quieren hacer?” En la foto: presidente de la Corte Constitucional, José Fernando Reyes y Gustavo Petro, presidente de Colombia. Foto: Presidencia/Colprensa

El día en que la Constitución del 91 cumplió 33 años, ayer 4 de julio, hubo un consenso tácito entre magistrados, altos funcionarios del Estado, reconocidos juristas, expertos y algunos políticos sobre la improcedencia de una Asamblea Nacional Constituyente promovida por el presidente Petro y su recién nombrado ministro del Interior, Juan Fernando Cristo.

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Precisamente, desde un evento de conmemoración por el aniversario de la Constitución, el presidente de la Corte Constitucional, José Fernando Reyes, hizo un duro pronunciamiento: “¿Cómo seguir hablando de nuevos proyectos constitucionales si es que no hemos sido capaces de desarrollar y hacer cumplir el pacto que desarrollamos en 1991? La Constitución no puede ser una masa deforme, gelatinosa y banal que cambien a placer. Al revés. Es un documento rígido que precisa de muy meticulosos requisitos de variación y cambio”.

Minutos después, desde la red social X, el presidente Petro le respondió y amplió detalles de su propuesta: “Me parece equivocada la opinión del magistrado Reyes. En primer lugar porque no reconoce tres hechos que ameritan un exámen del poder constituyente”. A grandes rasgos, los tres hechos que hace referencia el jefe de Estado tienen que ver con que “la Constitución del 91 ha sido contrarreformada en aspectos esenciales (...) La constitución no ordenó ni el neoliberalismo ni la gobernanza paramilitar que es lo que hemos tenido”. El mandatario agregó que “el Congreso no ha desarrollado en 33 años órdenes expresas de la constitución (sic)” y que hay “hechos posteriores a la constitución de gran envergadura en la vida nacional (...) que no se han podido desarrollar”.

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Lo cierto es que los mensajes del presidente Petro, como dice la expresión popular, oscurecen más que aclaran. Lo que sí ha producido son reacciones de todo tipo de personajes de la vida pública que expresaron su distancia con una eventual Constituyente sea en este o en el próximo Gobierno como lo intentó aclarar el ministro Cristo. Por ejemplo, el exfiscal y exministro de Justicia, Alfonso Gómez Méndez, dijo: “Como diría el maestro Echandía, ¿una Constituyente para qué? Es decir, ¿qué diablos quieren hacer?”.

A esta pregunta se sumó otra del reconocido jurista Rodrigo Uprimny con una ingeniosa comparación: “Hoy 4 de julio, la Constitución cumple 33 años, la edad de la crucifixión de Cristo. Es triste que hoy otro Cristo (el ministro del interior @CristoBustos) abra el camino a la posible crucifixión de la Constitución con la idea de una constituyente”.

Además:

“Deberían ponerse de acuerdo”

Pero, ¿cuál es el objetivo real del presidente Petro con su propuesta que incluso en el propio petrismo no han sabido interpretar varios funcionarios y congresistas?

EL COLOMBIANO habló con Tania Luna, doctora en Derecho y profesora de la Universidad Javeriana, quien explica el trámite engorroso de que implica convocar una Constituyente (ver recuadro) y señala que “el presidente Petro y el ministro Cristo deberían ponerse de acuerdo sobre los alcances de la propuesta constituyente más allá de hacer una lista de temas que podrían entrar (...) cuando el presidente Petro habla del poder constituyente parece estar pensando en un pulso que va por fuera de la Constitución y que convoca a todo el pueblo”.

¿Con qué objetivo? El ministro Cristo señaló que se trataba de un acuerdo nacional para concretar la Constituyente en un próximo Gobierno, aunque antes de ser nombrado como ministro decía que ese debate era “un desgaste de energía”. La profesora Luna plantea un cuestionamiento clave: “la pregunta que uno tendría que hacerse es si realmente la Constitución es el espacio que nosotros tenemos que cambiar desde el derecho para modificar la realidad social. (...) yo puedo tener una discusión redactada por los ángeles y para los ángeles donde se hable de igualdad y de todas las posibilidades para vivir en equidad, pero más allá de eso, ¿qué tengo que hacer para que no solo cambie el texto de la Constitución sino para que cambie la realidad?”

Todo apunta, entonces, a que la estrategia va encaminada más a un escenario electoral en 2026 para que ese tema sea el caballo de batalla de aquí a que se acabe el mandato presidencial en dos años. Con el riesgo de que pueda ser usado, incluso, por otras fuerzas políticas. Por ejemplo, el exvicepresidente y líder natura de Cambio Radical, Germán Vargas Lleras, se ha mostrado abierto a la propuesta del jefe de Estado en tanto “haya reglas claras”.

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Mientras tanto, sin fechas ni acciones a corto plazo, el presidente Petro sigue repitiendo en cada discurso que su audiencia es “el poder constituyente” y que ojalá se repita un gobierno progresista en el 2026. Dicen en la literatura que hay palabras que de tanto uso terminan gastándose.

El engorroso camino de una Constituyente

En caso de que se concrete el acuerdo nacional que el ministro Cristo va a empezar a impulsar, la idea de una Constituyente tiene varios pasos que implican ya no solo el ambiente entre la ciudadanía sino una serie de reglas jurídicas. La profesora y doctora en Derecho, Tania Luna, explica que “se debe hacer una ley para convocar a una asamblea constituyente. Esa ley tiene que tener mayorías de Senado y Cámara, aprobación de la Corte Constitucional. Además debe ser sometida a la población, que para ser aprobada debe contar con con la votación de más de una tercera parte de la población. Es un camino largo”, señaló Luna a este diario.

En ese sentido, aunque tuviera el apoyo popular, el jefe de Estado tendría que tener mayorías en el Congreso y los votos suficientes en la Corte Constitucional. Esto, por lo pronto, luce improbable.

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Todo apunta, entonces, a que la estrategia va encaminada más a un escenario electoral en 2026 para que ese tema sea el caballo de batalla de aquí a que se acabe el mandato presidencial en dos años. Con el riesgo de que pueda ser usado, incluso, por otras fuerzas políticas. Por ejemplo, el exvicepresidente y líder natura de Cambio Radical, Germán Vargas Lleras, se ha mostrado abierto a la propuesta del jefe de Estado en tanto “haya reglas claras”.

Mientras tanto, sin fechas ni acciones a corto plazo, el presidente Petro sigue repitiendo en cada discurso que su audiencia es “el poder constituyente” y que ojalá se repita un gobierno progresista en el 2026. Dicen en la literatura que hay palabras que de tanto uso terminan gastándose.

El engorroso camino de una Constituyente

En caso de que se concrete el acuerdo nacional que el ministro Cristo va a empezar a impulsar, la idea de una Constituyente tiene varios pasos que implican ya no solo el ambiente entre la ciudadanía sino una serie de reglas jurídicas. La profesora y doctora en Derecho, Tania Luna, explica que “se debe hacer una ley para convocar a una asamblea constituyente. Esa ley tiene que tener mayorías de Senado y Cámara, aprobación de la Corte Constitucional. Además debe ser sometida a la población, que para ser aprobada debe contar con con la votación de más de una tercera parte de la población. Es un camino largo”, señaló Luna a este diario.

En ese sentido, aunque tuviera el apoyo popular, el jefe de Estado tendría que tener mayorías en el Congreso y los votos suficientes en la Corte Constitucional. Esto, por lo pronto, luce improbable.

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