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Entrevistas Antonio Cardarello |

Con Antonio Cardarello

Algunas causas de la baja votación en las elecciones internas

El actual coordinador de la Licenciatura en Ciencia Política Antonio Cardarello analiza la baja votación en las elecciones internas del pasado 30 de junio.

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Cardarello enumera las principales causas de la baja votación en de las elecciones internas de junio pero aún en niveles aceptables si se compara con elecciones no obligatorias que definen la presidencia en países de la región; analiza también el proceso de renovación de liderazgos en los partidos políticos y la suerte que puede correr el plebiscito contra la Ley de Seguridad Social.

Antonio Cardarello es el actual coordinador de la Licenciatura en Ciencia Política (FCS-Udelar) y doctor en Ciencia Política por la Universidade Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS, Brasil). Su trabajo de investigación se centra en temas de política subnacional, sistemas electorales y partidos políticos. Analizó para Caras y Caretas el resultado de las elecciones del pasado 30 de junio.

Empezamos por el análisis de la baja votación en general que ha habido en estas internas.

Por un lado está ese fenómeno que es la elección que registra menor participación hasta ahora. De todos modos, tampoco es una baja dramática, la tendencia es claramente al descenso de la participación si tomamos como referencia la primera elección, la de 1999, pero está a niveles muy similares a la de 2014. En 2019 hubo un ligero repunte, pero, si tenemos en cuenta que es una elección donde lo que está en juego es la denominación de las candidaturas presidenciales al interior del país, es cierto que se juega mucho más, en especial a la interna de los partidos tradicionales que tampoco es una elección dramática si comparamos con que en el caso de muchos países de la región que no tienen voto obligatorio tenés niveles de participación similares o apenas superiores en la elección donde se adjudican efectivamente los cargos. Lo que sí llama la atención es el nivel de crecimiento del Frente Amplio en este contexto de baja de la participación en general. Como que hay una recuperación, o sea que quienes se abstuvieron de votar básicamente pueden haber sido del lado de los partidos de la coalición. Por otro lado, esta merma en la participación tiene explicaciones. Yo creo que el calendario electoral, la fecha en la que están colocadas las internas, no es la mejor. Se ha hablado mucho del clima y de las vacaciones, pero sin duda que unos cuantos miles de personas que podrían haber votado de no haber sido el inicio de las vacaciones de invierno, podrían haber participado.

Quizá lo mejor, ya lo dije en algún otro espacio, sería correr un poco las internas, ponerlas más cerca de las elecciones nacionales, con una diferencia de cuatro meses, y de ese modo se podría incentivar una participación mayor sin volver las elecciones obligatorias, que creo que no sería lo indicado.

¿Considera que, voto más o voto menos, este resultado de las internas es la foto real del espacio que ocupa la política en la sociedad?

No, no. Yo creo que la política es bastante más importante que ésto (el resultado) para más personas. Ésto es la gente que está más comprometida con los partidos políticos, que sienten más de cerca la posibilidad bien importante de más de un tercio de los electores. Hay que tener en cuenta un par de factores más para explicar la baja participación, que es, aparte de las vacaciones y el frío y eso, que el padrón está conformado también por todos los uruguayos que residen en el exterior y que no van a venir a votar en una elección interna, que se guardan, los que piensan venir a votar, los recursos para votar en la elección nacional. Y ahí generalmente eso lo podés observar cuando ves el porcentaje de gente que participa en la elección de octubre, que siempre es un poquito superior a la que participa en las elecciones de mayo, por ejemplo. Y el otro factor es el traslado de credencial. El hecho de que uno siga votando en el lugar donde sacó la credencial referenciada, el domicilio donde sacó la credencial por primera vez, mientras que en otros países el lugar donde te toca votar se ajusta automáticamente una vez que vos cambiás de domicilio. Bueno, el hecho de que la gente no cambie de credencial, de que tenga que trasladarse en este caso a un departamento del interior, con el costo que puede implicar en términos de pasaje para una elección donde el voto no es obligatorio, también explica. Y el nivel de compromiso con los partidos políticos uno lo ve en la elección con voto obligatorio y los niveles de voto en blanco y anulado. Si se dio un descrédito de los partidos, uno tendría que encontrar tasas de voto en blanco y anulado superiores y están siempre en el promedio histórico de dos y medio, tres por ciento. Quizá pueda haber alguna sorpresa en esa elección, no lo creo, pero más o menos ese sí es un indicador del interés.

Usted dice que hay un resultado evidente y es que el Frente Amplio votó mejor que los partidos tradicionales, incluso recuperando parte de su buena votación de hace unas elecciones atrás, pero también está ese concepto que alguna vez manejó el expresidente Jorge Batlle de las mayorías silenciosas. ¿No es un poco aventurado ese clima de triunfalismo del Frente Amplio de cara a octubre en una elección que va a ser obligatoria y que allí seguramente aparecerán muchos de los votos que no se hicieron presentes este 30 de junio?

No, lo que está claro es que nunca hay que trasladar el resultado de la interna al resultado de la elección de octubre. Son elecciones diferentes. Si bien es el mismo cuerpo electoral, el grupo de electores que va a votar es diferente, por lo que veníamos diciendo, son los interesados en la política más la gente. Generalmente votan los que tienen mayor edad, los que tienen mayor nivel educativo son los más predispuestos a votar en este tipo de instancias. Pero a ver, tanto en 2009 como en 2014 y en 2019, el Partido Nacional fue el más votado en las elecciones internas y el Frente Amplio fue el partido más votado en octubre, incluso en 2014, 2009, ganando la mayoría absoluta del Parlamento en esa elección. O sea que no son comparables, no son trasladables los apoyos de una elección a otra en el caso del Frente Amplio. Lo que pasa que eso viene acompañado de los niveles de intención de voto que marcan las encuestas, que todas coinciden en mostrar que está más de 10 puntos por encima de lo que pasaba hace cinco años y a niveles muy similares de las tres elecciones, incluso en algún caso superior de las tres elecciones en las que alcanzó el gobierno. Entonces todo eso hace tener expectativas positivas de lo que puede ser el resultado en octubre.

Yo creo que ahí es menos probable ganar en primera vuelta. Yo creo que ese escenario está lejos todavía, pero obviamente no se puede descartar ningún escenario. Es más probable que sí, que esté muy cercano, por lo que exhiben las tendencias y en las que coinciden todas las encuestadoras, que se genera un escenario probable para estar cerca o conseguir la mayoría absoluta del Parlamento. Pero esos son los datos con la información que tenemos hoy. A partir de ahora, que están conformadas las fórmulas de cada partido, empieza otra campaña electoral.

En un proceso casi reciente de renovación de los liderazgos políticos.

Sí, claro. Los tres principales partidos están en ese proceso.

El Frente Amplio ya es la segunda vez en la que ninguno de sus tres liderazgos históricos compite. Fue más traumático en 2019. Yo creo que ahora se ha aprendido de la experiencia esa de que sus máximos referentes no estén y de los errores cometidos en el 2019. Y en esa elección fue más una selección de candidato presidencial, que fue Daniel Martínez, que quizá también por el resultado de la propia elección, no llega a transformarse en un liderazgo. Creo que ahora Yamandú Orsi y Carolina Cosse tienen la posibilidad de transformarse en liderazgos efectivos para los próximos años dentro del Frente Amplio, conformar sus equipos, en el caso de Carolina Cosse armar su propio sector, que es un poco lo que ha pasado históricamente en los partidos políticos uruguayos. Los líderes surgen como líderes de fracciones de sectores y después se vuelven líderes de todo el partido.

En el caso del Partido Nacional, es la primera vez también en mucho tiempo que compite sin liderazgos claros. No tiene a Lacalle Pou, que por ser presidente está impedido de competir, ni lo que era la otra referencia de la otra ala del partido que fue Jorge Larrañaga durante casi 20 años, que lamentablemente falleció y que, bueno, era el ala de la otra gran corriente del partido que era Alianza Nacional, la encarnación del wilsonismo, de lo que fue antes el nacionalismo independiente, como que quedó descabezada, sin un líder claro. Gandini intentó tomar esa posta, pero no, la votación que tuvo no dio para cubrir. Y tenés una hegemonía de un sector del herrero-lacallismo, que en general cuando eso pasa en un partido que no tiene alas equilibradas, genera un resultado no tan bueno como el que se prevé. O sea que está en esa búsqueda.

Y el Partido Colorado sigue en la búsqueda de liderazgo. Después de años de liderazgo entre Batlle y Sanguinetti, de la derrota en 2004 con una gran caída del Partido Colorado, se intentó con Bordaberry, que fue lo más parecido a un liderazgo que tuvo el Partido Colorado en lo que va de siglo. En el 2019 parecía que Talvi era el que tomaba la posta tras el alejamiento de Bordaberry de la política y también Sanguinetti abandona y ahora hay una nueva búsqueda, una nueva reformulación de los postulantes en la interna colorada y el que resulta triunfador es alguien que dice que encarna una nueva forma de hacer política, por lo menos en el discurso, alejada de las estructuras partidarias (Andrés Ojeda). Bueno, hay que ver si él pretende efectivamente transformarse en un líder del Partido Colorado y ahí, contrario a lo que dice, va a tener que crear una estructura de apoyo, porque los liderazgos se apoyan generalmente en estructuras que mantienen. O si lo que quiere es que el Partido Colorado sea un vehículo simplemente para su liderazgo. Y en realidad él se siente más perteneciente a la coalición, como ya ha dicho que es un “activo coalicionista”, antes que del Partido Colorado. Entonces hay que ver qué decisiones toma de aquí en adelante, cómo le va al sector, a los batllistas, a los tres candidatos que salieron en segundo, tercer y cuarto lugar, que se proclaman batllistas y que no fueron capaces de coordinar, ni Gurméndez, ni Robert Silva, ni Tabaré Viera; sobre todo Silva y Viera, que decían tener la misma sensibilidad o representar los mismos intereses. Entonces también el Partido Colorado está en ese proceso de renovación de candidaturas y hay que ver el liderazgo.

¿En este proceso de renovación se ha consolidado más una suerte de ejes más emocionales en torno a la campaña que los debates políticos de propuestas y de ideas?

No, yo creo que hay propuestas, que hubo propuestas. La mayoría de los precandidatos tenían sus programas de gobierno, tenían equipos de gente trabajando detrás de esas propuestas. Obviamente que las apelaciones al voto tienen diversos componentes. Hay un componente racional de convencer a través de la persuasión, del discurso, de que tus ideas y propuestas son las mejores. Y también siempre hay apelación a lo emocional, a los símbolos, a los colores. El Frente Amplio y el Partido Nacional lo hacen mucho, el apelar a la simbología de sus colores. En el caso de Frente Amplio hubo una campaña también institucional de la presidencia del Frente Amplio, de votar por el Frente Amplio, de ese sentido de pertenencia, de los precandidatos, y habrá candidatos siempre mostrando la bandera del Frente Amplio al final de los actos, cosa que es muy cara para los electores frenteamplistas. Y en el caso del Partido Nacional también. Incluso esa apelación a la mística del Partido Nacional, sobre todo en el interior del país, es muy importante transmitirla.

Si tomamos en cuenta específicamente la votación del Frente Amplio y cómo votaron sus sectores a la interna, ¿qué suerte piensa que va a correr el plebiscito contra la ley de reforma de las jubilaciones?

La historia de los plebiscitos lo que nos muestra es que difícilmente una instancia de este tipo resulte aprobada si no tiene el apoyo de alguno de los partidos políticos, para estas cuestiones donde se dirime entre sí o sí, y cuáles son los aspectos negativos y los positivos. Los electores tienden a tomar atajos y el atajo es lo que le dicen sus referentes partidarios o de los dirigentes de aquel partido al que se siente más próximo, acerca de determinada propuesta. Los únicos plebiscitos que fueron capaces de imponerse con independencia de los partidos políticos, donde el origen de la reforma la llevaba adelante de la campaña y corrió por cuenta de un actor social, fueron los plebiscitos que impulsaron los jubilados en el 89 y en el 94, si bien en el último tramo de la campaña distintos sectores políticos, por ejemplo en el del 89, el Frente Amplio, parte del Partido Nacional, se pusieron a favor del mismo y lograron una amplia mayoría. Pero fueron, insisto, el origen y el impulso fue del movimiento de los jubilados. Es el único que ha logrado tener cierta independencia de los partidos. Después todos los otros, si no tienen el apoyo fuerte de un partido político atrás, no han conseguido la mayoría necesaria, o sea, superar el 50 % de los votos emitidos para lograr su aprobación. Y en este caso todos los partidos de la Coalición Republicana están en contra. Y en el caso del Frente Amplio, su candidato presidencial también ha manifestado que estaba en contra y Carolina Cosse, que hoy integra la fórmula, se expresó en términos de que depende de lo que resuelva el Frente Amplio. No parece que el Frente Amplio se encolumne detrás de la reforma impulsada por el Pit-Cnt y yo creo que si pasa eso, es poco probable que la reforma sea aprobada, pero hay que ver qué pasa en este tramo de la campaña.

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