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Paraje doden se aparacio la figura ensotanada. JCR
Burgos Misteriosa

El misterio del monje ensotanado que pasea por un jardín de Burgos

Vuelve la figura del ensotanado al norte de Burgos. Una mujer que paseaba por el jardín Secreto de Oña vio esta figura entre los árboles. La visión duró unos segundos pero pudo distinguir una especie de monje medieval que se dejaba ver por el lugar

Sábado, 29 de junio 2024, 09:22

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Begoña Herrera y su pareja estaban paseando una tarde de junio por los senderon del Jardín Secreto de Oña. El camino desde el que accedieron está en una pequeña ladera en la que se abre un acceso peatonal al Jardín al que se accede por un lateral. Allí, la mujer vio un extraño ser; de sayal oscuro, casi negro; algo que le impresionó.

El paseo entre la frondosa vegetación se hace sencillo. Las umbrías de los árboles crea un ambiente especial. Un clima diferente; una sensación de tranquilidad. Es silencioso y recogido. Era el lugar elegido por los monjes benenedictinos para el paseo y la oración. Oña es un enigma en sí misma.

Es un lugar espiritual en el que se han quedado impregnadas las oraciones y los versos de los que monjes. Y en algún caso, su sombra; quizá la figura de alguno de ellos que aún vaga por los parajes del Jardín Secreto.

El extraño ser que dice Begoña que vio se parece mucho a esa figura conocida como el ensotanado: «Estábamos en el paseo que lleva desde la entrada hasta un seto circular; detrás hay un pedestal y la imagen de la Virgen. Cuando levanté la vista vi esa figura».

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Le preguntó a su acompañante si él había visto algo, pero no lo vio. «Lo que sí sientió él es una fuerza energética muy fuerte en ese lugar». Preguntada acerca de cómo era esa figura fantasmal, responde que era «alta, como encapuchada, no se le veía la cabeza, tampoco los pies».

Al poco tiempo, escasos segundos, la figura desapareció entre el bosque. «No sentí ningún miedo», afirma la mujer que relata con una gran naturalidad el acontecimiento. Aquel día la temperatura era agradable, pero en el momento de ver a esa figura, quizá sea fruto de la impresión, un «escalofrío» recorrió su espalda de arriba abajo.

Jardín benedictino

El trazado de la ruta dentro del Jardín Secreto discurre por el interior de las antiguas propiedades del monasterio de San Salvador de Oña.

Sus altas murallas de mampostería alrededor de todo su perímetro lo separan del pueblo. En estas posesiones existían fuentes, ermitas y senderos destinado al retiro de los monjes, pero también campos de cultivo que proporcionaban cereales y frutas.

Todos los autores que han escrito sobre San Salvador de Oña han coincido siempre en alabar la delicia que suponía para los monjes disponer de espacios tan amenos para el recreo y gozosos para los sentidos como son el monte o la huerta y los jardines del monasterio.

Hoy se conserva para el paseo de los onienses y de los visitantes a la villa Condal. Un paseo sosegado puede abrir los ojos del paseante, y sobre todo los sentidos más interiores, para vivir experiencias como la experimentada por Begoña Herrera

Quien lo visita se puede transportar en el tiempo, allá por el siglo XIV, durante la guerra civil que enfrenta Pedro I al cruel con su hermano Enrique II de Trastámara por el trono de Castilla.

El jardín centenario surge junto al monasterio. Oña, en ese siglo sufre el expolio del cenobio por parte de las tropas del príncipe de Gales, Eduardo, más conocido como el Príncipe Negro. A raíz de este episodio, el abad Sancho Díaz de Briviesca ordena la construcción de una imponente muralla para proteger el monasterio.

Oña adquiere entonces su configuración definitiva, con la mole del cenobio en el centro de la población, enfrentada a la plaza de San Juan, núcleo de la vida popular y punto histórico de reunión del concejo.

Historias de ensotanados

Hace ahora dos años y 105 capítulos que comenzamos esta sección de Burgos Misteriosa con la aparición de una ensotanada en Treviño. Quien contempla un fenómeno de este calibre y lo relata con pelos y señales, no miente. La persona queda afectada porque lo que ha visto se sale de la lógica.

Aquel caso era el de motorista que circulaba por el puerto de Vitoria, Condado de Treviño, en Burgos, ve de repente en una vaguada la figura enjunta y alta, inmóvil, de una mujer de pelo largo, cara descubierta y de una palidez lunar; una ensotanada blanca que le susurraba: «Hoy no vas a llegar a casa», al tiempo que se giraba según avanzaba el motorista en la oscuridad de la noche.

San Zadornil

Hace unos años, el investigador Enrique Echazarra, en una entrevista que mantuve con él en el programa 'La puerta del frío', en noviembre de 2018, recordaba un suceso muy similar; era en un paraje muy parecido y en territorio de frontera de nuevo, entre Álava y Burgos, en la Jurisdicción de San Zadornil, al lado de Valpuesta, cuna del castellano.

En aquella ocasión, dos biólogos que estaban haciendo un censo de rapaces nocturnas para la Junta de Castilla y León, se encontraron, como relata Echazarra «con una ensotanada en el camino». Ellos avanzaban con su vehículo «y la vieron en un lado» de la carretera. Esa figura, de repente, desapareció y volvió a aparecer en el camino unos kilómetros más adelante.

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