Pirineos, de inicio a fin

Recorreremos la cordillera pirenaica sobre una única carretera, la N-260. Entre valles y cimas, nuestro viaje será un atractivo destino de destinos.

Entre valles y cimas, nuestro viaje será un atractivo destino de destinos

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Nuestra puerta al resto de Europa, geográficamente hablando, y salvando Portugal, es la cordillera pirenaica, la franja montañosa de algo menos de 500 kilómetros que avanza, dibujando cimas y valles, por las comunidades vasca, cántabra, aragonesa y catalana. Sobre la cordillera, el Aneto es el ojo que todo lo ve, el pico más alto del Pirineo, con 3.404 metros de altitud. Pero tiene bajo él a otros muchos tresmiles, sublimes retos para montañeros.

Pero el reto principal de esta propuesta es franquear toda la cordillera pirenaica de extremo a extremo. Podemos hacerlo siguiendo los tres números de la carretera nacional que la recorre, la N-260, conocida también como eje pirenaico. Como una cinta métrica, va recorriendo la cordillera de punta a punta, desde su kilómetro cero, situado en Portbou, en Girona, hasta finalizar su trayectoria en la ciudad de Irún, en el País Vasco.

Portbou, kilómetro 0 de muestro road trip

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Son 735 kilómetros en los que superaremos puertos de montaña y valles preciosos, acercándonos a pueblos singulares que salpican el paisaje con sus encantos. Sí, hay que prepararse porque vienen curvas, pero la mejor manera de sortear las montañas es conducir suavemente en sus tramos más sinuosos, sintiendo el abrazo del paisaje, y aprovechar para hacer paradas en los miradores o espacios para picnics o descanso de la conducción. Este viaje es en sí mismo un gran destino, con alturas y llanos, como la vida misma.

En coche, en caravana o autocaravana, en moto o en bicicleta, de cualquiera de estas maneras recorrer la N-260 de inicio a fin nos presenta muchos alicientes. Si viajamos en caravana o autocaravana, nos será de mucha utilidad tener presente la web de la Asociación Española de la industria y comercio de caravaning, ASEICAR, así como algunos buscadores de estaciones de descanso y mantenimiento, como Areas AC o AutoC. Otros localizadores para tener presentes serán los de alojamientos rurales (Turismo rural y Escapada rural, y la guía de campings de la Federación Española de Campings.

PORTBOU, KM O

Ahora sí, nuestra aventura a lo largo de los Pirineos, de punta a punta, comienza. Y lo hace allí donde las montañas llegan al mar, donde la Costa Brava las salpica con su sal y brisa, en el municipio de Portbou. Una preciosa cala como un gran balcón ondulado preside esta localidad junto al mar. Allí, además de un agradable baño en el Mediterráneo, antes de empezar a alejarnos de él en dirección al mar Cantábrico, podremos saborear platos típicos marineros del pueblo pesquero y a las puertas de Francia.

También podremos visitar el Museu de la Memòria, que, por la ubicación de este pueblo, justo antes del paso fronterizo, rinde homenaje a todo exiliado. Uno de ellos, el filósofo judío que tuvo que huir de Alemania, Walter Benjamin, y murió en 1940 en esta localidad del Alt Empordà, tiene su monumento de recuerdo junto a las aguas del Mediterráneo.

Desde Portbou nos movemos hasta el pueblo de Llançà, en el camino tendremos la oportunidad de desviarnos a algunas calas de la costa donde poder bañarnos también. Luego ya nos despedimos del mar para proseguir hasta Figueres, donde podremos visitar el Teatre-Museu Dalí, pero también el Museu de la Joguina de Catalunya, un viaje dentro de nuestro viaje a través de la historia de los juguetes de tantísimas generaciones.

TIERRA DE VOLCANES

A tan solo una veintena de kilómetros de Figueres, llegaremos al pueblo de Besalú, antiguo condado que conserva un magnífico puente románico sobre el río Fluvià. Y continuando sobre nuestra N-260, alcanzaremos también la población de Olot.

Besalú y su magnífico puente románico sobre el río Fluvià

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Pero, antes, una pequeña anécdota en nuestro camino. Dejando Figueres atrás, veremos que el municipio de Argelaguer ha dedicado un monolito al kilómetro 69 de la N-260. Pasando por él llegaremos a la capital de la Garrotxa, Olot, tierra de volcanes, donde podríamos hacer parada de una noche, pues los numerosos senderos para caminar o recorrer en bicicleta o a caballo son muy seductores, pues el territorio es una explosión de sorpresas, como una gastronomía con muchos platos típicos y los propios volcanes, a los que el municipio ha dedicado, incluso, un museo.

Seguimos rodando sobre el eje pirenaico, avanzando hacia Ripoll capital del Ripollès, una comarca de bosques y praderas que, si tomamos la opción del trazado antiguo de la N-260, señalizada como N-260a, nos regalaremos una de las muchísimas escapadas a la tranquilidad a las que se presta el recorrido por la N-260.

En el pueblo de Vallfogona de Ripollès, descubriremos uno de esas pequeñas villas con encanto, un mirador del paisaje, donde parar a tomarse un refrigerio, en el pueblo o en el bar de su piscina municipal, privilegiada, rodeada de verde, solo abierta desde finales de junio a fin de agosto por la frescura del ambiente. Rincones donde apetece preguntar por el turismo rural más próximo y quedarse alguna noche para salir a respirar naturaleza.

Olot, tierra de volcanes

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PRIMER PUERTO DE MONTAÑA

Desde Ripoll, donde nos impresionará la magnitud del monasterio benedictino de Santa Maria, tendremos también una gran opción de caminatas y más breves paseos para realizar por su entorno. Luego partiremos ya hacia uno de los puertos de montaña de nuestro ambicioso recorrido, largos pero bellos, la Collada de Toses, un paso habitual de esquiadores, pues conecta con la Cerdanya, Andorra y Francia. Nosotros seguiremos por la Cerdanya y el Alt Urgell. Justo en medio de estas dos comarcas, podemos hacer parada, incluso noche, en uno de esos balnearios con historia, auténtico, es el Hotel Banys de Sant Vicenç, con aguas certificadas, tratamientos de bienestar y en un entorno de calma que ya es una inyección de salud.

En la Seu d’Urgell vale mucho la pena tomarse un tiempo de calma paseando por su núcleo antiguo. Y luego reemprendemos el viaje para cruzar otro puerto de montaña, el Port del Cantó, de nuevo curvas, pero con premio por las vistas en lo alto, un lugar donde poder hacer nuestro picnic con una panorámica de montañas y praderas espectacular.

Una vez superado el puerto llegamos a Sort donde, además de hacernos con algún décimo de lotería, por la suerte que presume la administración del pueblo, podemos optar también por hacer parada para descubrir rincones de la comarca como la Vall Ferrera, en el Parc Natural del Alt Pirineu, camino de uno de los picos más altos del Pirineo, la Pica d’Estats. Como sucede en todo el recorrido, siguiendo carreteras secundarias descubrimos pueblecitos solitarios, de paredes de piedra y tejados de pizarra, como los del Batlliu de Sort, sin alejarnos demasiado del eje pirenaico al que regresamos siempre, para continuar.

La Pica d’Estats, uno de los picos más altos del Pirineo

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IGLESIAS ROMÁNICAS

El monasterio románico de Gerri de la Sal nos espera. Lo veremos desde la carretera, camino de La Pobla de Segur desde donde pondremos rumbo a dos puertos más de montaña seguidos, Perves y Viu de Llevata. Ellos nos llevan hasta el Pont de Suert, otro punto donde antes de adentrarnos en Aragón, nos ofrece la posibilidad de disfrutar de este otro enclave pirenaico, escapando a visitar el Vall de Boí, y sus iglesias románicas Patrimonio de la Unesco, y el Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici.

Ya en Aragón, Lespaúles, Castejón de Sos, Aínsa y Sabiñánigo serán nuestras próximas paradas para aprovechar el baño de naturaleza en sus valles, haciendo excursiones o simplemente alojándonos en algún turismo rural que nos ayude a sentir el territorio, de día y de noche. Veremos ganado paciendo en prados, imágenes bucólicas entre las que avanzamos hasta Jaca. Allí el Pabellón de hielo llama la atención por su arquitectura ondulada. En su pista podremos bailar unos giros sobre patines, que será otra manera de ejercitar el cuerpo alternativo a las excursiones en el monte.

La villa medieval de Aínsa

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Entraremos ya en Navarra pasando por Pamplona y seguimos comprobando que esta N-260 nos acerca a pueblecitos tan encantadores como Monreal, de calles empedradas y con senderos próximos que nos llevan a bosques de cuento. Los quehaceres turísticos en la Comunidad Foral de Navarra nos permitirán llenar allí los días que deseemos antes de continuar hacia el tramo final de nuestro eje pirenaico.

Solapando el Camino de Santiago en diversos tramos, pasaremos por Egües, Ostiz, Berrizaún, Olague, Oronoz, Legasa, Donetzebe, Bera, Bidasoa y Behobia. Más naturaleza, de nuevo próxima al mar, museos que nos hablan de la historia de los pueblos, y gastronomía para saborear su cultura.

En Irún llegamos al mar Cantábrico y al final de nuestro reto. Final de trayecto y descanso merecido en esta ciudad que, mucho mayor que Portbou, nos invita a pasear por sus calles y tomarnos una sidra volviendo a respirar la brisa del mar.

Irún nos recuerda que todo final es un nuevo inicio. Allí tendremos Francia y la maravillosa costa de Hondarribia al lado y todo el resto de País Vasco para seguir disfrutando del placer de viajar y descubrir nuevos destinos.

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