48 horas en Amberes

Una ciudad que brilla más que sus diamantes.
Amberes en 48 horas
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Tras años viviendo a la sombra de las otras grandes ciudades belgas como Bruselas, Gante o Brujas, Amberes también se posiciona como la joya que es. Y no solamente por ser el centro del comercio de diamantes, sino porque en una ciudad que se hace prácticamente a pie, se aglutinan maravillas arquitectónicas de otras épocas, una floreciente cultura contemporánea y un profundo amor por el pasado, que convive con su futuro más brillante. Estos son los mejores planes para aprovechar al máximo 48 horas en Amberes.

DÍA 1 TARDE

Aunque la ciudad tiene su propio aeropuerto, tiene pocos vuelos semanales directos desde España, por lo que lo más fácil es llegar a Bruselas y desde allí, coger un tren para en apenas una media hora, llegar a esta coqueta ciudad belga. Allí nos recibe su espectacular estación de tren. Y no te extrañará que la conozcan como la 'catedral' del ferrocarril. Inaugurada en 1905, es un hito arquitectónico, el primero con el que nos topamos en Amberes, un enorme edificio de piedra y acero, inspirado, entre otras cosas, en el Panteón de Roma. Por eso la altura de su gran cúpula de cristal.

48 horas en Amberes: disfruta del ‘street art’.

Macarena Escrivá

Al salir de allí, estaremos en pleno barrio de los diamantes. Pero, ¿por qué se la conoce como la capital mundial de los diamantes? El comercio de estos nació hace 500 años, cuando a su puerto llegaban los primeros en bruto desde la India. Sus talladores empezaron a hacer famosos, recibiendo encargos incluso de la realeza europea y haciendo de este comercio joyero, uno de los más importantes de Amberes.

Hoy hay cerca de 1.500 empresas dedicadas a lo mismo en la ciudad y por aquí pasan cerca de 85% de los diamantes en bruto del mundo y un 50% de los pulidos. Así que no está de más darse un paseo y quién sabe si hacerse con un regalo o auto regalo, porque ya sabemos que aquello que se dice es cierto, diamonds are forever (los diamantes son para siempre). Si no, siempre puedes consolarte admirándolos en el Museo de los Diamantes, conocido como DIVA.

DÍA 1 NOCHE

¿Destino? El HOTEL, así, en mayúsculas. Porque se trata de uno de los lugares más mágicos de toda la ciudad. Allí, en mitad del bullicio –controlado– de sus calles, se alza este vergel que antaño fue un monasterio. Hoy es uno de los mejores hoteles ya no solo de Amberes, sino de toda Europa. ¿Su nombre? Botanic Sanctuary. En 1238 se asentó aquí una orden monacal que convirtió el espacio en un monasterio y hospital para la gente sin recursos de Amberes. El tiempo pasó y ya en el siglo XVI, se estableció aquí un importante botánico, que hizo de las zonas verdes un jardín medicinal.

Entrada al hotel Botanic Sanctuary en Amberes.

Pieter D'Hoop

Reconvertido en alojamiento de lujo, todavía conserva mucho de aquel pasado. Tras varios años en los que se dedicaron a traer de nuevo a la vida lo que fuese un monasterio del siglo XIII, abrió como hotel, recibiendo a sus primeros huéspedes en 2022. Y lo hicieron con un mantra “el lujo está en la experiencia.” Así, levantaron este lugar que hoy cuenta con 108 habitaciones repartidas por sus diferentes edificios, a las que se accede por el exterior o por unos túneles subterráneos. Todas diferentes, sí que comparten el uso de materiales naturales –lino, madera, hierro forjado…– y la serenidad, en una perfecta simbiosis de patrimonio –muy con concordancia con lo que fue antaño– y lujo sostenible.

Y si te enamorará por ellas, por ese lobby que más que una recepción es un invernadero repleto de plantas, por el spa de última generación con una fabulosa piscina acristalada o su espectacular capilla e iglesia que hoy acogen incluso bodas, lo hará también por su gastronomía. Desde el inicio tuvieron claro que quería convertirse en un destino gastronómico. Y lo consiguieron en apenas unos años. El hotel atesora nada menos que cinco estrellas Michelin, dos en Hertog Jan, una en Fine Fleur y otra en Het Gebaar. Y eso en tan solo dos años de vida.

Piscina en Botanic Sanctuary.

Hugo Thomassen

El primero es la joya de la corona, el proyecto de Gert de Mangeleer y Joachim Boudens, con el que se mudaron de mitad del campo, a la ciudad. En menos de siete meses, consiguieron dos estrellas de golpe. Y es que su cocina, de estilo omakase que trabaja con productos de kilómetro 0 y técnicas niponas, es para conocerla al menos una vez en la vida. Destacan platos ya icónicos como el toro no toro, que simulando ser atún rojo, se prepara con hamachi, grasa de res, yuzu kosho y caviar o su pase de pan, en el que se convierte en un plato en sí mismo. Y por supuesto, con postres como su gofre belga, con el que han perfeccionado la receta familiar, para traerla al mundo de la alta cocina.

Por su parte, en Fine Fleur, exploran un tipo de cocina refinada con toques del mundo y Het Gebaar, se ha especializado en cocina dulce, de una delicadeza extrema, por lo que vale la pena ir solamente a probar alguno de sus postres como la pavlova, que nada tiene que ver con ninguna que hayamos probado o el mille feuille. Son verdaderas obras de arte comestible.

Y no solamente de Michelin vive el Botanic Sanctuary. Siempre puedes comer algo más casual en Bar Bulot, tipo brasserie también firmado por Gert de Mangeleer o en Henry's Bar & Bistro. Ah, y no te saltes el desayuno. Es un evento en sí mismo, una celebración de los productos locales y de la alegría de vivir, con una selección de delicias de temporada y proximidad y platos creados por los chefs estrella del complejo, para empezar el día de la mejor forma posible.

Esta maravilla, la estación de tren, será tu primera toma de contacto con la ciudad.

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DÍA 2 MAÑANA

Tras una noche de sueño reparador en esas mullidas camas y un desayuno pantagruélico, toca seguir descubriendo Amberes. Y lo mejor es hacerlo desde su centro neurálgico, la Grote Markt, su plaza mayor. Sigue rodeada de las típicas casas gremiales centenarias y aunque de dimensiones más pequeñas que la de Bruselas, esta plaza no tiene desperdicio. El edificio más vistoso es su ayuntamiento del siglo XVI y aunque sigue manteniendo su función política, también puede visitarse.

De nuevo en la plaza, tómate un ratito para admirar la fuente de bronce en honor al héroe romano Brabo. Dicen que representa el triunfo de este sobre el gigante Antígona y que en el gesto de lanzar su mano que acaba de cortar, conocido en neerlandés como handwerpen, seguramente tenga su origen el mismo nombre de Amberes (Antwerpen) La plaza se encuentra rodeada de terrazas en las que hacer un pequeño descanso, mientras se disfruta de ver la vida pasar.

A apenas unos pasos de allí, entra a disfrutar de la catedral. Es el edificio gótico más grande de todos los Países Bajos, coronado con una torre campanario de nada menos que 123 metros de altura. Además, dentro puedes admirar algunas de las obras maestros del genio flamenco Rubens, como la 'Asunción de la Virgen'. A dos minutos de esta, se encuentra otro hito turístico, el callejón de nombre impronunciable Vlaeykensgang. Antaño estaba repleto de zapateros, que hoy son casas, pero vale la pena dar un paseo entre esas calles tan estrechas que puedes tocar con ambas manos.

¿Una parada para retomar fuerzas?

Frites Atelier

DÍA 2 TARDE

¿Un alto en el camino para comer algo? Frites Atelier es una buenísima opción. Porque van a convertirse en quizás, las mejores patatas fritas que comas jamás. Y sí, merecen todo el hype. Las puedes pedir solas, acompañadas de salsas caseras como bearnesa o la picalilly, gozarlo con alguna de sus creaciones, como las parmesan & basil, coronadas con parmesano rallado, polvo de tomate y una mayonesa de pesto o las originales indo peanut, aderezadas con salsa de cacahuete con lima kaffir, cebolla frita y la típica galleta indonesia rempejek. No te olvides de pedir las croquetas. De gamba, queso o carne. Nada que ver con las nuestras, pero igualmente deliciosas.

La tarde la puedes dedicar a conocer mucho más de la historia y el arte de Amberes. Del Rubenshuis, la que fuese la casa museo de Rubens, en la que vivió sus últimos 30 años, al museo Vleeshuis, dedicado al 'sonido de la ciudad' es decir, a exponer 600 años de sonido, música y danza en formato de instrumentos, música callejera y muchas más sorpresas.

48 horas en Amberes es un planazo… que incluye disfrutar las noches.

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Pero hay más. El MAS, –valga la redundancia– ubicado en lo alto de una torre en espiral que funciona como un museo etnográfico y marítimo que además tiene vistazas sobre la ciudad, o el museo Plantin-Moretus, que combina lo que fuese una casa patricia entre el XVI y el XVIII, una imprenta y una colección de arte y libros, del que fuese uno de los mayores editores de su tiempo.

¿La alternativa? Ir de compras. Recorrer la calle Meir puede ser una buena opción. Esta es la arteria comercial más larga de Amberes y está salpicada de casas con encanto, grandes almacenes y una de las chocolaterías más famosas de la ciudad, The Chocolate Line. La encontrarás en los bajos de un palacio urbano que perteneció al mismísimo Napoleón, entre otros y caerás rendido a los pies de sus bombones, de clásicos a novedosos como el moai o el deadly delicious, sus versiones de clásicos como twix que aquí llaman dominix o sus chocolates bean to bar. ¿Pensabas que no íbamos a comer chocolate en Bélgica?

DÍA 2 NOCHE

A Amberes le va lo de convertir espacios eclesiásticos en nuevos lugares y así ha sido con otros de los hoteles que triunfa en la ciudad, el August, miembro de The Aficionados que ocupa lo que fuera un antiguo convento agustino. Se unen tradición y modernidad, con una estética monacal, porque precisamente sus 44 habitaciones, son el lugar donde una vez estuvieron las viviendas de las monjas.

Y su restaurante, lo visitan tanto huéspedes como locales. Tras la batuta gastronómica del chef Nick Bril, que también está al mando del dos estrellas Michelin aledaño The Jane, propone una cena o comida en la antigua capilla del monasterio o en su fabuloso jardín, con platos tan sugerentes como el pichón de Anjou con tupinambo, achicoria y moras. Y siempre puedes empezar la noche con un cóctel o picoteo en el bar. El trago de la casa lleva ginebra Marula, agua de rosas, champagne y sirope de rosas y es una maravilla.

¿Os habíamos dicho ya lo de la noche en Amberes?

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¿Más opciones para cenar? Album, ubicado al sur de la ciudad, un espacio que trabaja con temporada y menús de cinco platos para las noches, con creaciones como un tataki de ternera con guisantes de jardín o anguila con nabo y galangal, que acompañan a la perfección con sus vinos naturales. Su pan está tan rico que lo venden de viernes a lunes a partir de las 10 de la mañana y hasta agotar existencias. No digas que no te avisamos.

DÍA 3 MAÑANA Y TARDE

¿Sabías que Amberes también en un destino de street art? La ciudad atesora nada menos que 561 piezas de arte urbano, muchas de ellas a plena vista en el centro histórico. Murales de artistas como la belga Iota o Nean, se unen a la de foráneos como Smug, El Mac o el francés Astro. Puedes conocerlos a golpe de click, con sus localizaciones exactas a través de Street Art Cities, que te proporcionará información de cada una.

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Últimas visitas antes de despedirnos de nuestras 48 horas en Amberes y ¿quizás un vino? La ciudad puede presumir de haber ido sumando grandes wine bars en los últimos años como Osaka, Bar Brut o Ta-nnin, que encontrarás en el moderno distrito de Het Zuid. Precisamente este último está en el candelero, al tratarse de uno de los barrios más cool de la ciudad, salpicado de cafés, restaurantes, tiendas de diseñadores emergentes y una vibra de lo más apetecible. De esta forma pondrás el broche de oro a un viaje, que sin duda, te descubrirá todo lo que esta coqueta ciudad belga tienen que ofrecer.

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