23 excentricidades sobre Dalí que puedes descubrir en Girona

Recorremos el conocido triángulo dalininano en la provincia

Salvador Dalí retratado por Roger Higgins en 1965

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El conocido triángulo dalininano es un recorrido por los tres puntos clave en la vida del genio en la provincia de Girona. Sus vértices son la casa de Portlligat, en Cadaqués, lugar donde Salvador y su mujer Gala vivirían su amor, crearían y harían una vida social basada en la idolatría y la exhibición ampulosa. El segundo, el teatro-museo de Figueres es la pura herencia del artista. Diseñado por el propio Salvador, en este espacio Dalí juega, despista y abre los cajones de su faceta más alocada. Por último, el castillo de Púbol, lugar de Gala 100%, donde ésta pasaría largas temporadas, se daría un descanso anti-surrealista, protagonizaría reportajes de Vogue y hasta recibiría ciertas visitas masculinas del poco agrado de Salvador.

En total, estas son ciertas pinceladas de una locura hecha producto, de una corriente de arte convertida en un show que hoy seguimos disfrutando, sin importarnos la egomanía y peculiaridades de su protagonista.

Gala

Su primera y más compleja obsesión. En todos los rincones de su vida hay un cuadro, una fotografía o un objeto que recuerde a Elena Ivanovna y la mantenga presente. Hasta en el Teatro-museo los arbustos del jardín interior crecen en forma de G. Más que amor, hasta fanatismo infantiloide.

Animales disecados

Ahí, de sopetón, nada más entrar. Tanto en su casa de Portlligat como en el castillo de Púbol la bienvenida la da una criatura disecada. En el primero, un oso lleno de abalorios. En el segundo, un poderoso caballo. Conclusión: Dalí odiaba a los animales o más bien tenía una pasión por la taxidermia. Eso sí, siempre kitsch, siempre estrafalario.

Gala, más que su musa, una obsesión

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El Ángelus de Millet

En el estudio de su casa no solo hay dos ventanales que se abren a los acantilados de la Costa Brava, también un par de reproducciones de la obra que más le influenció en su producción. A partir de aquí se puede comprender su fascinación y sus complejas interpretaciones.

Muñeco Michelín

Salvador siempre quiso haber diseñado este icono, por eso lo reproduce en diferentes espacios de su casa ya que lo consideraba casi perfecto.

Piscina fálica

Su piscina en Portlligat (que no haya una casa mediterránea sin ella) tiene forma fálica y está rodeada de sofás-labios y otros iconos pop como el logotipo de Pirelli. Aquí recibía a las hordas de fans y periodistas que querían conocerle. Y siempre con mantones y apariencia extravagante, siempre engullido por su personaje.

Cabina telefónica

Cuenta la (ya casi) leyenda que un día Dalí se encaprichó de una cabina que estaban colocando en la calle, se la subió al coche y la colocó en el patio de Portlligat. ¿Pop Art o una simple travesura?

Piano de Pichot

El primer contacto con la bohemia más estrafalaria la tendría en su juventud, cuando el amigo de su padre Ramón Pichot daba paseos al joven Salvador en una barca donde subía su gran piano de cola y tocaban ante la mirada asombrada de los vecinos de Cadaqués. Lo que queda del viejo instrumento descansa en el palomar de su casa en Portlligat, un lugar donde el Dalí más voyeur invitaba a las mujeres a subir al tejado, desde donde descubría lo que había debajo de las faldas a través de un cristal.

Cristo de los Escombros

Los restos de un diluvio inspiraron a Salvador para crear una de sus obras más sorprendentes en el jardín de Portlligat. Nada más y nada menos que un Cristo formado con restos de tejas y madera. ¿Arte reciclado en Dalí? Un ejemplo más de su versatilidad.

El Teatro-Museo Dalí en Figueres

Corbis

Sala de los secretos

En la casa de Portlligat, Gala exigió tener una sala de los secretos inspirada en la de la Alhambra. Un rincón Kitsch donde disfrutar del silencio y el susurro porque Gala, por encima de todo, se enfadaba sin gritar. Ahí, como más duele.

Huevos

El elemento decorativo por excelencia de Dalí corona tanto el teatro museo como su casa. Para él el huevo es amor, esperanza, vida preuterina y hasta un recuerdo sempiterno de que él es la copia de su hermano muerto (del mismo nombre y fallecido 9 meses antes de que naciera) . Dentro de estos elementos él sería feliz.

Figuras fantasmagóricas con pan por sombrero

La fachada del Teatro-museo está presidido por figuras fantasmagóricas, apoyadas en muletas en las que el paso del tiempo y los años hacen mella y desfiguran. Vacías, sin apenas rostro, no son más que el recuerdo que Dalí tiene de los mutilados de guerra que bajaban al baile los domingos por la tarde desde el Castillo de San Fernando. Eso sí, la figura del pan de corona como figura de vida en esperanza para estos personajes.

El hombre dorado y su balcón para el regocijo

Otro de los elementos curiosos de dicha fachada es la presencia de figuras parecidas a los Oscars. Estatuas doradas que representan al propio artista como genio entre sus paisanos. Su ego era muy abultado y lo alimentaba pasando horas en un pequeño mirador desde donde observaba las largas colas que hacían los turistas para acceder a su Teatro-museo.

Huevo de Dalí en Port Lligat, Cataluña

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Cajones

Y luego están los cajones que abren el alma del ser humano y lo sacan hacia fuera. Cajones en la Venus de los cajones y hasta en el propio artista. El mural en el que aparece ascendiendo a los cielos junto a Gala no es más que una excusa para mostrar que su abdomen es un armario abierto con cajones desde donde vuelca toda su esencia. Un “esto es todo lo que soy, amigos” en toda regla.

Estados Unidos es Coca Cola. La publicidad.

Pasear por el Teatro-museo es encontrarse con ilusiones ópticas, cuadros menores y alguna que otra obra maestra. Pero también darse de frente con la genialidad del artista. Y no solo por su finura estética y su surrealismo, también porque concibió a la publicidad y los iconos contemporáneos como un potente reflejo de una sociedad. De este modo, en Poesía de América, Dalí representó Estados Unidos con una Coca Cola. Chúpate esa, Warhol.

Rinocerontes, espirales y átomos

La explicación a esta famosa escena, convertida ya en un cliché sobre este artista es que Dalí consideraba que la perfección solo se podía representar con la espiral de una caracola, con el cuerno de un rinoceronte o con los átomos. Por ello, paseando por su casa o por el teatro-museo no sorprende encontrarse con caracoles, cornamentas y cuadros científicos.

El apartamento (completo) de Mae West

Las colas para acceder y ver el rostro de Mae West en su apartamento (obra de Dalí) siempre suelen eludir lo más divertido: aquí no vale con ver su cara, hay que encontrar su ducha y su dormitorio. Hasta aquí las pistas.

Venus de Dalí en el Teatro-Museo Dalí de Figueres

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Cadillacs

“Un artista es bueno cuando se puede comprar un coche. Es un genio cuando se puede comprar un Cadillac”, esta frase resume la pasión de Salvador por estos coches. Le asombraba el caché que daban, su tamaño descomunal y lo extravagante que quedaba por las carreteras de la Costa Brava. A este vehículo le dedicó una escultura preferente en el Teatro-museo y a su logo levantó grandes esculturas en el jardín del castillo de Púbol. Precisamente en el garaje de esta propiedad descansa el coche propio de Salvador, un vehículo que no solo sorprende por su tamaño, sino por estar matriculado en Mónaco.

El Castillo en la Toscana

El castillo de Púbol es lo más parecido a un castillo en la Toscana que Salvador encontró por los alrededores. Lo descubrió sobrevolando la zona en un helicóptero.. Y como a Gala le había engatusado con la promesa de una villa en Italia, no le quedó más remedio que habilitarle y regalarle este viejo conjunto medieval. No estaba en tierra Toscana, pero al menos era un castillo.

Siemprevivas

La flor por excelencia de este singular matrimonio es la siempreviva, una especie más bien sosa, muy olorosa y resistente para la que tenían reservados floreros y macetas en todos los lugares tanto de la casa como del castillo.

Tapices tuneados

Dalí poco pudo hacer en Púbol. Era la casa de Gala y como tal ésta fue la encargada de su decoración. Pero sí que le pudo meter mano a algunos elementos como los tapices desgastados que colgaban de las paredes. A éstos, Salvador les añadió figuras con colores estridentes y completamente descontextualizadas dentro de las sosas temáticas de cada obra. No se podía estar quieto.

Salvador Dalí

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¡Odio a los radiadores!

Gala odiaba los radiadores. Los tapaba como podía y los disimulaba con embellecedores y otros muebles. La parte que menos le gustaba de su castillo en Púbol era un pequeño habitáculo poblado por estos calefactores separados por una puerta. Gala pidió a su marido que dibujara algo bonito en ella. Dalí pintó de una manera hiperrealista un par de radiadores.

Fuente de los leones

El símbolo de la Alhambra es otro de los motivos recurrentes para la decoración del universo Dalí. En su casa la eleva al papel de españolada, con toreros coloridos en sus vanos. En Púbol directamente la reproduce entre la maleza del jardín, único espacio de todo el castillo en el que pudo crear con cierta libertad.

Tumbas separadas

Pero, al final del todo, hay pena. Pena por ver cómo estos dos amantes descansan separados. Ella, en la cripta de Púbol. Él, en el mausoleo del Teatro-museo. Dicen que fue un alcalde de Figueres el que aseguró que Salvador le había pedido dormir para siempre ahí, pero el hecho de que en Púbol haya una tumba al lado de la de Gala respetando el gusto de Dalí por dormir siempre a la derecha de su amada da que pensar e incita a la duda. Si hubo amor en vida, ¿por qué negárselo en la muerte?

*Este artículo fue inicialmente publicado el 23/04/2013 y actualizado el 23/01/2017 con nuevas imágenes

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