La vida y el paraíso se celebran en Morro de São Paulo

En el estado brasileño de Bahía, la isla de Tinharé ofrece un lugar ideal para practicar el ‘slow travel’ y la buena vida.
Morro de São Paulo
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Aunque el nombre pueda inducir a confusión, Morro de São Paulo nada tiene que ver con São Paulo, la megaurbe brasileña que posee el honor de ser el motor económico del país. No, en el Morro del estado de Bahía el asfalto es sustituido por la arena, los coches por los barcos y el estrés es algo que nadie sabe lo que significa.

El estado de Salvador es uno de los destinos viajeros más completos de Brasil. Además de la colorida y vibrante ciudad de Salvador de Bahía – la cual atrapa de tal manera que no son pocos los visitantes que acaban quedándose a vivir en ella–, posee tesoros naturales como la Chapada Diamantina o la isla de Tinharé, donde se encuentra la población de Morro de São Paulo.

Tinharé es una ínsula de 23 kilómetros de largo por 5 de ancho, plana y cubierta por una frondosa selva que sirve de marco perfecto a unas playas de postal. Con tan sólo cinco pequeñas poblaciones, apenas carreteras asfaltadas –y una gran restricción a la circulación de vehículos a motor por ellas–, muchos bares y restaurantes, y un entorno natural envidiable, el lugar es perfecto para aquellos que buscan desconectar de todo y tomarse la vida de una forma mucho más relajada.

Morro de São Paulo, otra de las joyas de Brasil.

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Playas… Pero también historia

Aunque es indudable que el principal motivo para viajar a la isla de Tinharé y Morro de São Paulo son sus playas, la historia del lugar también es digna de atención. Los primeros habitantes conocidos de Tinharé fueron los indios Tupinambás. En 1531, el portugués Martim Afonso de Sousa desembarca en la isla y la bautiza con el nombre de Tynharea.

Desde entonces, y debido a su importante posición estratégica –era uno de los accesos a la Bahía de Todos los Santos y, por lo tanto, a la ciudad de Salvador de Bahía– se convertirá en un lugar codiciado por portugueses, franceses y holandeses, además de piratas y corsarios, expertos en pescar en aguas revueltas. Las batallas, saqueos y enfrentamientos navales frente a sus costas eran más que habituales. Esa época dejó un legado patrimonial de cierta importancia.

En el extremo norte de la isla, a un paso del centro de Morro de São Paulo, se halla la Fortaleza do Tapirandu, levantada en 1630 a base de piedras y aceite de ballena. Este fuerte tenía la misión de proteger los barcos de mercancías que se dirigían a Salvador y entró en acción en innumerables ocasiones, siendo destruido y reconstruido varias veces.

Otro monumento histórico que ver en Morro de São Paulo es la iglesia de Nuestra Señora de la Luz. Construida entre principios del siglo XVII y finales del XVIII, está dedicada a la patrona de la localidad. De estilo barroco, fue saqueada varias veces y es un monumento protegido en Brasil.

La Iglesia de Nuestra Señora de la Luz es una parada imprescindible.

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Unas playas de ensueño… Y fáciles de nombrar

Las mejores playas de la isla de Tinharé y Morro de São Paulo se hallan en la costa este. Los nombres que tienen esos magníficos arenales bañados por las aguas del océano Atlántico son otra prueba más del ritmo de vida relajado que empapa esta isla. Las cinco playas han sido nombradas: primera, segunda, tercera, cuarta y quinta, aunque esta última también suelen llamarla Playa del Encanto (‘Praia do Encanto’). Fácil para no perderse.

Las playas primera y segunda están prácticamente unidas, siendo la segunda la que más movimiento tiene en la isla. Es la más ancha de todas y se encuentra junto a posadas, hoteles, bares y restaurantes. Además, está equipada con puestos de material para realizar actividades náuticas, redes de vóleibol y otros entretenimientos. Si te apetece fiesta, ambiente y conocer gente, la segunda es tu playa.

La tercera playa, de unos 800 metros de largo, es muy tranquila y realmente estrecha, casi llegando a desaparecer cuando sube la marea. Las aguas son cristalinas, pudiendo bucear en ellas, y poco profundas. Para los que quieren huir del bullicio al atardecer, es una gran opción.

Aunque el verdadero paisaje salvaje comienza en la ‘Quarta Praia’. Allí nos espera una hermosa playa de arena blanca, extendiéndose a lo largo de 4 kilómetros y delimitada por interminables líneas de palmeras cocoteras, tan sólo interrumpidas por ocasionales resorts de lujo. En los momentos de marea baja, se forman piscinas naturales.

Sí, claro que hay playas paradisíacas.

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En el extremo sur de la cuarta, la arena comienza a dejar paso a vírgenes manglares que suelen desanimar a los viajeros más cómodos. No debemos dejar que esto nos ocurra, porque detrás de esos manglares se encuentra el paraíso de la ‘Quinta Praia’, o ‘Praia do Encanto’.

Si la cuarta nunca está masificada, en la quinta podemos llegar a estar completamente solos. Cuando eso ocurre, es una sensación magnífica. No es extraño llegar a ver troncos flotar aquí y allá, arrancados de la jungla por el mar. Las aguas están tranquilas y la naturaleza virgen lo copa todo. Desde la primera hasta la quinta playa hay unos 9-10 km. Una gran excursión para vivir un día inolvidable en Morro de São Paulo.

Actividades náuticas en Morro de São Paulo

Si ya hemos explorado las cinco playas de Morro de São Paulo y no nos va eso de estar tumbados en la toalla tomando el sol, no debemos preocuparnos porque aquí encontraremos una buena oferta de actividades al aire libre. Cerca del faro de Morro hay una tirolina que te deja directamente en la arena de la primera playa. Proporciona una buena descarga de adrenalina, pero también unas vistas espectaculares de la zona.

En las dos primeras playas tampoco nos resultará complicado alquilar un kayak o una tabla de Stand Up Paddle para recorrer la costa a golpe de remo. También hay compañías que ofrecen placenteros paseos en barco de vela, siendo una de las actividades más demandadas cuando se acerca la hora del atardecer.

Una excursión a la isla de Boipeba o el mismísimo Edén.

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Otro tipo de embarcaciones, normalmente a motor, son utilizadas para salir a avistar delfines y ballenas. El mejor momento para hacer esto es entre los meses de julio y octubre, que será cuando las ballenas se acerquen por estas aguas siguiendo sus típicos movimientos migratorios.

Excursión a la isla de Boipeba

La isla de Tinharé es sólo una de las 26 que conforman el archipiélago de Cairu. Otra de las ínsulas más hermosas y accesibles del archipiélago es Boipeba. Menos turística que su hermana mayor, ofrece unas playas solitarias que harán las delicias de cualquier amante de la naturaleza. Ejemplos de ello son las playas de Bainema, Moreré –con sus bellas piscinas naturales– o Cueria.

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Los amantes del senderismo pueden escoger la ruta que va de la playa de Moreré a Velha Boipeba, una de las poblaciones de la isla que fue fundada en 1537 por los jesuitas. Boipeba es un auténtico paraíso de turismo ecológico, pues no hay automóviles y los recorridos se deben hacer a pie o en tractor. A pie es la mejor manera de explorar sus bosques de mata atlántica, playas, dunas y manglares, poniéndonos las gafas de bucear para admirar, también, su colorida y abundante vida submarina.

Gastronomía y vida nocturna

Morro de São Paulo es un gran lugar para probar la deliciosa cocina ‘baiana’. En las mesas de sus restaurantes abundan los mariscos y pescados frescos. Uno de los mejores es Sambass, conocido por su magnífica moqueca de camarão.

No te vayas sin probar la moqueca de camarão.

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La moqueca es uno de los mejores, y más tradicionales, platos baianos. Fiel representante de la cocina afrobrasileña, está elaborado con pescado cortado en rodajas, cebollas, tomates, pimientos, cilantro, coco seco, cebollín, sal, pimenta y aceite de palma. Un guiso repleto de sabores.

Otra buena opción es el restaurante Toca do Morcego, que ofrece impresionantes vistas del atardecer y platos como el ceviche de pescado. Por la noche, aparece la música en vivo junto con los cócteles, convirtiéndose en una especie de bar-discoteca.

Esto es algo habitual en Morro de São Paulo, donde la noche se vive tan intensamente como el día. Y es que, no debemos olvidar que nos encontramos en Brasil, un país en el que la vida no se toma a tímidos sorbos, sino a tragos sin medida.

Si lo visitas, nunca más podrás olvidarte de Morro de São Paulo.

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