Dónde se rodó ‘Santo’: con un pie en Salvador y otro en Madrid

La nueva serie española de Netflix sobre un misterioso narcotraficante es la primera producción colaborativa entre España y Brasil.
Cardona  se infiltra en el grupo de narcotrfico de Santo en una zona boscosa de Brasil.
© 2021 Netflix, Inc.

Es un hecho que vivimos en la era dorada de las series… y las series españolas. Ejemplos como el de Alma o La casa de papel nos muestran que el contenido de nuestro país, cuando se le dan los medios y se proyecta al mundo, causa furor. El 16 de septiembre llegó a Netflix Santo, una serie policiaca muy especial.

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Uno de los aspectos que hacen esta serie tan especial es dónde se rodó Santo. Y es que esta ha sido la primera producción conjunta entre España y Brasil de la plataforma. Para conocer todos los detalles, desde Condé Nast Traveler hemos entrevistado a Carlos López, creador de la serie: esto es lo que nos ha contado.

SANTO: CUANDO LA OSCURIDAD ESTÁ DENTRO

“No es la primera vez que escribo policiaco para series, para televisión”, explica Carlos, “pero me pareció que era la oportunidad para hacer algo que me sonara a nuevo, que la historia estuviera contada sobre todo en imágenes”. Ciertamente, la fotografía ha sido uno de los aspectos más alabados de Santo, lo que en gran parte se debe al impacto visual de sus escenarios.

“Un policiaco siempre es la historia de policías persiguiendo el mal o a una persona que representa el mal, pero yo quería contar la historia de policías encontrando el mal dentro de ellos mismos. Como me interesaba ahondar en esto, me parecía que la forma más natural fuera algo que no se podía ver: algo que estuviera dentro, detrás, a nuestro lado…”.

‘Santo’ se sale de la norma al capturar la Madrid más de barrio.

© 2021 Netflix, Inc.

Esta es la esencia de Santo: dos policías, Miguel Millán (interpretado por Raúl Arévalo) y Ernesto Cardona (interpretado por el actor brasileño Bruno Gagliasso), que desde dos puntos, Madrid y Salvador de Bahía, comienzan a buscar a un narcotraficante brasileño que además de sus crímenes de drogas comete terribles asesinatos ritualísticos, hasta el punto de que se transforma más en un líder sectario que en un capo del crimen para sus adeptos. 

“Para contar esto, quería encontrar las dos caras de la historia. Por eso quería dos policías que fueran lo más diferentes que se pudiera: uno que ya estuviera de vuelta de todo, otro que fuera más de frente… Y para explorar esas diferencias, quería que los policías fueran de culturas completamente diferentes”.

Por tanto, la elección del escenario no fue solo para añadir un halo de misticismo, sino una decisión totalmente ligada a la trama. Carlos buscaba un contraste natural con su Madrid natal, que tenía claro que quería mostrar, pero esquivando el cliché. Para él era muy importante que el país escogido tuviera una gran espiritualidad, una conexión especial con la religión. Algunos de los países que Carlos se planteó fueron México o Argentina, pero fue Brasil la que le robó el corazón.

Uno de los encantos de la serie es que la serie se ha grabado en formato multilingüe. Según Carlos, es una de las ventajas de una plataforma con visión global: haber grabado la serie de forma que aparezcan distintas lenguas y acentos para darle más vida a la serie. “Yo creo que así tiene más verdad”, explica Carlos.

Uno de los aspectos más interesantes sobre dónde se rodó Santo es que no utilizaron decorados: todo transcurre en localización, lo que, admite el creador, ha sido agotador, pero piensa que se refleja en la frescura y la autenticidad del producto final.

UN BRASIL LLENO DE MISTICISMO

Es una lengua diferente, una cultura fascinante, un país donde se viven la religión y la espiritualidad de una manera muy presente. Empecé a leer y a informarme y lo siguiente que hice fue viajar a Brasil”, explica Carlos.

Era su primer viaje al país y tenía muy claro lo que estaba buscando: la diferencia con Europa, algo que transmitiera la esencia espiritual y única de Brasil. “Vas a São Paulo, por ejemplo, y con todo lo diferente que es de Europa no deja de ser una gran ciudad”, nos cuenta Carlos. “Entonces, buscando algo que tuviera este contraste, desemboqué en la que se se suele decir que es la ciudad más brasileña de Brasil, que es Salvador”.

Para la serie, la comunidad de Gamboa se convirtió en un terreiro en pleno rito candomblé.

© 2021 Netflix, Inc.

Y así quedó escogido el escenario principal de la acción de Santo en Brasil. Había muchos encantos en una ciudad como esa para rodar: visualmente fascinante, poco representada en ficción en comparación con otros puntos de Brasil, una fuerte influencia africana y un 80% de población negra y una fuerte religiosidad.

“La mayoría de vecinos de Salvador practican el candomblé [religión afrobrasileña] y hay en la ciudad, que tampoco es tan grande, como 1200 terreiros, que son como parroquias donde se suelen celebrar los cultos. Fue un descubrimiento”.

Para Carlos, aquel contacto con Brasil fue lo que terminó de perfilar la serie. “Es muy fácil asomarse a culturas y religiones muy diferentes a las nuestras con una mirada europea, blanca, como quieras llamarla, y confundir una religión con otra y meterlas a todas en el mismo saco. Yo quería ser muy respetuoso, saber qué estoy contando y dónde me estaba metiendo”.

No es inaudito que una historia transcurra en un país y se ruede en otro. Para Carlos, el hecho de haber rodado en localización le ha permitido sumergirse en la cultura, ver más allá de los lugares ‘típicos’ y, sobre todo, poder contar con escenarios llenos de fuerza visual. También le ha permitido sumergirse de lleno en la verdadera vida brasileña, contar con expertos y conocer de primera mano esa cultura tan diferente que iba a representar en Santo. “En este viaje yo casi casi he aprendido portugués”, ríe el creador de la serie.

El equipo de 150 personas era fundamentalmente brasileño y se han preocupado de conseguir localizaciones reconocibles e icónicas para el público brasileño. Así, han aprovechado sitios muy reconocibles de Bahía para rodar: han grabado dentro del Elevador Lacerda, la obra arquitectónica más icónica de Salvador (similar en fama a la Cibeles en Madrid); el monumental Palacio Río Branco ha hecho las veces de comisaría. 

No han llegado a rodar en el Pelourinho (Carlos López la compara con la Puerta del Sol) porque siempre está demasiado concurrida, pero sí en la Facultad de Farmacia, una de las facultades de medicina más antiguas del mundo, o en el mercado de San Joaquín, uno de los más animados de Salvador. También se han desplazado a las llamadas ‘favelas’, y en la serie podemos ver la comunidad de Gamboa transformada ad hoc en un terreiro donde transcurre una ceremonia candomblé.

Esta antigua fábrica de cemento en Salvador se convierte en el escenario de un tiroteo y una trepidante escena de rescate en Salvador de Bahía.

© 2021 Netflix, Inc.

Pero no les ha dado miedo alejarse del circuito tradicional en pos de un espíritu más auténtico de Brasil. Para rodar escenas de persecución, playas o escondidas haciendas en la montaña, el equipo de Santo viajó al sur del estado de Bahía, a Ilhéus, alejándose del aire más urbano de Salvador. “En el mapa, Bahía se ve pequeñita”, nos cuenta Carlos, “pero es del tamaño de España. Para ir a la zona de Ilhéus es como ir desde Madrid a Almería, más o menos”. 

Pero para Carlos y su equipo no se trataba solo de darle realismo a la serie, sino de hacer honor al país sudamericano y a sus habitantes. “Esto lo van a ver en Brasil, ¿qué van a pensar? Se trata de tratar bien al espectador”. Y parece que los brasileños han sabido identificar y apreciar este cuidado. “Ven que se cantan canciones en yoruba, que se representa sin ningún cliché lo que son aquellas culturas”.

LA MADRID MÁS CASTIZA Y DE BARRIO

Carlos sabía que quería representar el lado más castizo de su Madrid natal, lejos de los puntos más turísticos y representados en ficción. Madrileños de toda la vida le han dicho que se han descubierto viendo espacios de la ciudad que ya conocían de forma diferente, o incluso rincones que no conocían. “Es un Madrid reconocible, pero es un Madrid como no lo has visto en otras series”.

El trabajo de un policía en Madrid muchas veces le aleja de los puntos más turísticos y le interna en las callejuelas y barrios laberínticos.

© 2021 Netflix, Inc.

Lavapiés es el inicio de la acción en Santo, una zona que Carlos conoce muy bien. También han utilizado otras localizaciones menos “fotogénicas” pero que son el día a día de vivir en la capital de España. Un escenario urbano, muy diferente de las favelas o las selvas brasileñas. Donde allí hay colorido y frondosa vegetación, aquí se presenta el Madrid más urbano y “a pie de calle”, con zonas inhóspitas, barrios empobrecidos y descampados.

Como todo madrileño sabe, las líneas de transporte público son las arterias de la provincia, y el equipo de Santo ha hecho un magnífico trabajo representando esta importancia. Uno de los más relevantes ha sido el cercanías, donde varias escenas de acción tienen lugar, al más puro estilo del cine americano, pero con un sabor muy nuestro, de ahí que los espectadores se descubran identificando la zona de Chamartín y el perfil de las Torres Kio o el tumulto del intercambiador de Príncipe Pío en hora punta.

LOS FAVORITOS DE CARLOS LÓPEZ

Le pedimos al creador de la serie que se convierta en guía turístico durante un rato y nos cuente algunos de sus lugares favoritos en las dos ciudades en las que se rodó la serie. Respecto a Brasil, lo tiene clarísimo: Carlos López está enamorado de sus playas. “Hay una isla que se llama Ilha dos Frades, en la bahía de Salvador, que es espectacular”. 

Explorando la zona, Carlos descubrió rincones absolutamente paradisíacos, como Ponta do Humaitá, perfecta para aquellos que busquen la imagen más icónica de una playa brasileña para su Instagram, o la isla de Itaparica, no solo porque allí hay restaurantes espectaculares y playas cristalinas, sino que el viaje en sí al cruzar la bahía en barco ya merece la pena. Otra playa que merece mención especial es la de de Itapuá, ya que no solo la playa es excelente, sino que tiene el honor de tener su propia canción de Vinicius de Moraes, donde también se encuentra la casa del cantante.

Su Madrid de toda la vida se lo pone más difícil, pero al final, fiel a ese espíritu urbano y madrileño de pura cepa, se decanta por un pequeño local de la zona de Lavapiés. Un bar chiquitito de toda la vida: El Boquerón, de la calle Valencia. Según él, es un bar muy castizo, muy pequeñito, perfecto para degustar las mejores ostras de Madrid. Y habla por experiencia, ya que se confiesa visitante habitual del local.

Millán y Cardona son tan diferentes como puedan serlo dos personas. ¿Lo único que tienen el común? Su persecución del narcotraficante Santo.

© 2021 Netflix, Inc.

Por nuestra parte, solo nos queda disfrutar de la bella fotografía de Santo y de su intrigante trama… y cruzar los dedos para que podamos disfrutar de una segunda temporada así de espectacular muy pronto.

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