First in: De Durgerdam, donde el arte y el mar se encuentran

Entramos en el hotel De Durgerdam de Ámsterdam, la nueva apertura que nos sumerge en el arte, el diseño y la gastronomía de la capital de Países Bajos.
Dormitorio en De Dugerdam Ámsterdam.
Studio Unfolded

Histórico, marítimo, artístico y sumergido de lleno en lo mejor de la gastronomía de Países Bajos: De Durgerdam Ámsterdam lo tiene todo. La antigua taberna para marineros en un pueblecito antes marino (ahora junto a lagos), que también fue un imprescindible para la realeza holandesa en tiempos pasados, se ha lavado la cara para convertirse en un faro de sostenibilidad, diseño y gastronomía incluso en plena ola de hoteles de lujo en la capital del país.

¿POR QUÉ RESERVAR?

Inaugurado después de la esperadísima exposición de Vermeer en el Rijksmuseum (cuyos tickets son lo más codiciado del momento), las 14 habitaciones y suites de De Durgerdam entran en el mercado hotelero por la puerta grande, ofreciendo una experiencia única para los que buscan sumergirse en el arte, el diseño y la gastronomía de Ámsterdam.

Este hotel es la combinación perfecta de escapada urbana y escapada marítima, con espacios comunitarios armoniosos y dormitorios acogedores y relajantes. A solo seis kilómetros al este del centro de la ciudad, el pueblo costero de Durgerdam, cuyo nombre comparte el hotel, está a solo 15 minutos en taxi de la Estación Central de Ámsterdam, o a 20 minutos en bicicleta (De Durgerdam tiene una flotilla de bicicletas eléctricas del fabricante neerlandés Veloretti disponibles para los huéspedes). También puedes reservar para ir y venir el barco eléctrico de tipo salón vintage del hotel, De Eeuw, que nos esperaba en el canal justo a la salida de la estación de tren, y desde ahí son 45 minutos de surcar las aguas, copa de vino blanco neerlandés helado en mano, hasta el hotel.

EL AMBIENTE

El pueblo de Durgerdam, formado por un puñado de casas de madera tradicionales con vistas al agua, muchas del siglo XVII, se construyó en lo que ahora conocemos como el lago IJmeer. En aquella época seguía siendo un brazo de agua salada del mar del Norte, y las casas estaban pintadas de blanco para ayudar a los pescadores a volver a casa, con sus fachadas iluminadas como candiles con la luz de la luna.

Estufa de leña en la suite De Maan en De Durgerdam, Ámsterdam.Studio Unfolded

Construido en 1664, el hotel era originalmente una taberna para marineros (los capitanes se alojaban en establecimientos más refinados). Después de inundación tras inundación, se hizo una presa para el brazo de mar en 1932, que a día de hoy se ha convertido en tres lagos de agua dulce rodeados de preciosos pueblos, canales y pantanos.

El pueblo es un secreto que solo conocen los expertos, muy amado por sus habitantes, como Friso Heidinga, músico de jazz que dirige un taller de reparación de saxofones de fama mundial en el puerto, y el recolector Hennie Koopman, ya octogenario y famoso por sus deliciosas pechugas de ganso ahumadas.

Después de un importante trabajo de restauración de manos de Aedes, una empresa ubicada en Ámsterdam especializada en la restauración de edificios históricos, reabrió sus puertas en marzo bajo el nombre De Durgerdam, una acogedora taberna con once habitaciones y tres suites divididas entre el edificio principal y una “casa de invitados” adicional, además de un restaurante, De Mark, de Richard van Oostenbrugge y Thomas Groot, el dúo tras el 212, con dos estrellas Michelin, y De Jewelier, con una, ambos en Ámsterdam.

LA HISTORIA

A Enrique de Mecklemburgo-Schwerin, marido de la reina Guillermina de los Países Bajos, le encantaba pasar tiempo en esta taberna en el siglo XIX, cuando era conocida como Prins Te Paard ('príncipe a caballo'). Más adelante hizo las veces de terminal de ferry, y más recientemente fue una cafetería restaurante de estilo rústico chic conocida como Zuyderziel.

Para crear De Dugerdam, el CEO de Aedes Paul Geertman (que ha ayudado en el desarrollo de hoteles de lujo en Ámsterdam como Soho House, Rosewood, The Hoxton y Andaz) contrató a Buro Belén, un equipo local de diseño, para crear un look inspirado en la historia y el entorno marino del edificio. Este elegante hotelito es un guiño a Vermeer y sus contemporáneos de la Era Dorada gracias los ricos colores tierra y al uso de la luz natural, a la vez que una celebración del buen diseño sencillo, conseguido por medio de una mezcla de muebles, libros y arte tanto vintage como hechos a encargo.

Geertman contrató a Richard van Oostenbrugge y Rhomas Groot, de 212, que a su vez ficharon al magnífico chef Koen Marees, famoso por sus menús imaginativos y muy centrados en las verduras (y por tener la costumbre de servir él mismo los platos).

LAS HABITACIONES

Tanto las habitaciones como las suites tienen un aire especial, con sus muros ocres, sus sillones en naranja, verde, amarillo dorado u óxido, y sus mantas aterciopeladas e increíblemente suaves reposando sobre una cama Hypnos de tamaño king, con sábanas blancas y frescas y cabeceros inspirados en las olas hechos de madera de árbol de los tulipanes local. Todas tienen una luz tenue que da mucho ambiente, pero la luz natural del mar del Norte entra a raudales por las ventanas. Los armarios empotrados ocultan elementos menos estéticos, como las televisiones, y cada habitación recibe el nombre de sus vistas.

La mía, De Zee ('el mar'), una de las tres suites del edificio principal, tiene unas vistas en primera fila del mar. Consta de dos habitaciones, la segunda una sala de dibujo con una mesa de comedor, dos sillones y una estufa de leña. Otra, De Maan ('la luna'), es un amplio espacio con una acogedora cama con canapé bajo el alero, un banco en la ventana, un sillón frente a una estufa de leña y una bañera de cobre independiente. En la casa de invitados, varias de las habitaciones se abren a terrazas privadas y todas están decoradas con cerámica y obras de arte neerlandesas.

Baño en la suite De Maan en De Durgerdam, Ámsterdam.Studio Unfolded

Al caer la noche, el personal llena la habitación de dulces artesanales, incluyendo deliciosos cubos de butterkuchen (galletitas de mantequilla con caramelo) y un decantador de jerez local o bolsitas de té de limón, y muy pronto, kits del sueño que incluyen sesiones pregrabadas de meditación guiada. Los baños están bien pertrechados de productos de la marca de belleza vegana neerlandesa Zenology, y las suites vienen con chubasqueros azules diseñados por la marca de moda holandesa KASSL Editions.

GASTRONOMÍA

El relajado restaurante de cocina abierta De Mark abarca toda la planta baja del edificio, con una barra en medio y un arte de lo más interesante en cada rincón, incluyendo un impactante bodegón del pintor holandés del siglo XVII Pieter Jansz Van Verendrecht y una instalación de luces contemporánea llamada “Lágrimas de pescador” suspendida sobre una de las mesas, consistente una red de pesca cuajada de pequeños colgantes de vidrio que representan a la vez la alegría y las penurias de la vida de los pescadores.

En un extremo, las puertas se abren a una terraza con vistas al lago, y también hay una acogedora zona de salón y una estufa de leña. En verano sacarán mesas tanto a la terraza como al muelle restaurado de la taberna. El personal, amigable y muy bien informado, sirve los platos presentados de forma imaginativa y hermosa y hechos de ingredientes locales de temporada de muy alta calidad, maridados con un vino de su amplísima colección.

Yo probé un delicioso tartar de tomate una noche, y cebollas y chalotes cocinados con heno con limón encurtido y helado de mostaza a la siguiente. El bacalao asado con suero de mantequilla y crema de apio nabo barbacoa y el postre, extraño pero no por ello menos delicioso, de apio nabo caramelizado en el fuego con vainilla y romero fueron dos sorpresas más que agradables, igual que el queso y la miel de producción local y la mermelada de los árboles frutales de Geertman.

EL SPA

El hotel no tiene uno como tal, pero hay esterillas de yoga y mancuernas en cada habitación, y chanclas Havaianas y toallas disponibles para los huéspedes que quieran darse un chapuzón en el lago (nosotros lo hicimos: un baño gélido y vigorizante, y el muelle tiene una buena escalerilla para entrar poco a poco).

Baño en la suite De Hof en De Durgerdam, Ámsterdam.Studio Unfolded

LA ZONA

En Ámsterdam no faltan cosas que hacer, pero puedes saltártelo todo y limitarte a explorar el pueblo. Nosotros reservamos un tour en bici con un guía local una mañana. A solo 10 minutos de pedaleo está el pueblo de Ransdorp, donde paramos en una iglesia sin torre que a Rembrandt le gustaba dibujar; después nos dirigimos al bello pueblo de Broak in Waterland y paramos a comer unas tortitas saladas en el pequeño y popular bistro De Witte Swaen; en Holysloot tomamos un café y un delicioso pastel de manzana en Het Schoolhuis, una cafetería en una antigua escuela. Y de vuelta a casa pasamos por Melktap en Boerderij Winkel, una rústica granja con venta al público, a por queso, yogur y zumo de manzana.

EL SERVICIO

Te costará encontrar un equipo más amable y eficiente que este: Thijs, el encantador gerente; Ghislain, que vino dando saltitos por el muelle para hacer ejercicios de calentamiento con nosotros cuando vio que íbamos a darnos un baño; la encantadora Alma, que tan pronto estaba sirviéndonos la comida como encendiendo el fuego en nuestra estufa de leña. No hay una zona de recepción como tal, y los huéspedes pueden ir directos a la habitación. El hotel pide la mayor parte de la información necesaria para el check-in antes de llegar: todo lo demás puede esperar a que te hayas acomodado.

SOSTENIBILIDAD

Todo el concepto del hotel está basado en minimizar su huella de carbono y en tener un impacto positivo en la comunidad local. Los muebles y los suelos se han hecho a base de materiales reutilizados siempre que ha sido posible, y las baldosas son de fabricación local. También cuenta con una infraestructura para reutilizar 150.000 litros de agua de ducha al año, luces LED, calefacción libre de gas, paneles solares y bicicletas eléctricas para todo el mundo, incluido el personal.

Suite De Hof, en De Durgerdam, Ámsterdam.Studio Unfolded

ACCESIBILIDAD

Dado el estatus de edificio protegido de la construcción principal del hotel De Durgerdam de Ámsterdam, no era posible hacerlo accesible en silla de ruedas, y se llega a las cuatro habitaciones tras subir unas escaleras bastante destartaladas. Sin embargo, las habitaciones de la planta baja de la casa de invitados son mucho más cómodas para las personas con problemas de movilidad.

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¿ES APTO PARA NIÑOS?

Si bien este hotel es el lugar ideal para una escapada romántica o una cena con amigos, las familias son más que bienvenidas. Una de las habitaciones puede convertirse en una doble con camas gemelas, y hay una cuna y monitores para bebés disponibles para los huéspedes.