Richard Linklater: "Los estudios ya no tienen ningún interés en las películas que yo solía hacer"

Es un icono del cine independiente estadounidense, gracias a filmes como Movida del 76 o la trilogía de Antes del amanecer, y una leyenda del cine a secas, gracias a la aclamada Boyhood. El realizador nos recibe en Barcelona (donde presenta su última cinta, Hit Man) para hablar de amor, obsesiones, etiquetas, lugares y —sobre todo— de por qué su película más importante es siempre la siguiente.
La carrera cinematográfica de Linklater empezó en el año 1990 con su primera película, Slacker, que recaudó más de un millón de euros.Xavier Torres-Bacchetta

En el mundo del cine y especialmente en Hollywood, las etiquetas se adjudican rápidamente y parecen imprescindibles para trabajar en el sector del séptimo arte. Todo debe ser susceptible de ser catalogado: actores, actrices, guionistas, directores y hasta los tipos que te traen el café. Sin embargo, hay personajes que logran esquivar cualquier intento de acabar domesticados por ese circo de mil pistas en el que se ha convertido el universo del espectáculo audiovisual. Richard Linklater (Houston, Texas, 1960) es uno de esos tipos, uno de los que sigue haciendo lo que le da la gana después de 35 años de carrera en la que ha visitado todos los géneros existentes, en ocasiones los ha moldeado, abrazado y seducido y en otras simplemente ha transitado por ellos. Como un viajero que siempre está de paso.

“Supongo que puede decirse que no me gustan las etiquetas. Solo creo en empezar una película, acabarla y empezar otra y acabarla y así una y otra vez (sonríe)”, dice Richard Linklater, quien nos recibe en la habitación de un céntrico hotel barcelonés. Allí, en el marco del BCN Film Fest, presenta su última película, Hit Man, que lanzará Netflix en Estados Unidos el 7 de junio pero aquí se estrenará en salas ese mismo día sin que se la espere en la plataforma. “No puedo decirte mucho de mi experiencia trabajando con ellos. Yo hice un proyecto por mi cuenta y ellos lo compraron. Eso es todo”, contesta el texano casi antes de que llegue la pregunta de cómo es trabajar para los que hasta hace poco tiempo eran considerados casi unos intrusos en el sector y ahora son unos cómplices necesarios.

Linklater viste de negro de cuerpo entero y apoya la cabeza en el respaldo de un sofá a juego con su vestuario mientras se mesa el pelo. Se le nota cansado, seguramente porque tiene ganas de volver a casa. “Sí (risas), me gusta mucho estar en casa. Se está muy bien en casa”, reconoce. El director reside desde hace años en Austin, uno de esos lugares que parece una anomalía inventada por una divinidad con un sentido del humor tremendamente singular. De hecho, uno de los lemas que ha hecho célebre a esta ciudad estadounidense de un millón de habitantes, y que puede verse en infinidad de camisetas, carteles y tazas de café, es “Keep Austin weird" [Mantén Austin rara]. Empezó como un eslogan inventado por Red Wassenich, un bibliotecario de la zona que quería apoyar a los negocios locales y combatir la gentrificación, y se convirtió luego en un grito de guerra adoptado por todos los músicos, cineastas y culturetas del lugar. En Austin nacieron compañías como Mondo o los Alamo Drafthouse, que en su momento fueron espacios de culto y peregrinación para los fanáticos del séptimo arte. El legendario cine Paramount o el videoclub Vulcan eran también joyas del lugar, que desde 1987 acoge uno de los festivales de cine y música más importantes del mundo: el South by Southwest (SXSW).

“Austin es una ciudad increíble. Cada día suceden un millón de cosas, actuaciones en directo, pases de clásicos, charlas de todo tipo. Siempre ha sido así, desde que vivo allí. En un momento dado, residían o pasaban la mayor parte del tiempo allí, Quentin Tarantino, Robert Rodriguez, Terrence Malick o Guillermo del Toro. Teníamos los mejores videoclubes, las mejores salas, nos gustaba encontrarnos y hablar de lo que nos agradaba. Por eso Austin siempre fue un lugar especial: todos queríamos vivir aquí y empaparnos del ambiente”, cuenta Linklater, que es uno de los mejores amigos de Louis Black, fundador del SXSW, y que ha sido uno de los grandes embajadores y promotores del evento desde su nacimiento.

La carrera del texano empezó inmediatamente después de acabar sus estudios en la Universidad Estatal de Sam Houston y en la Universidad de Texas en Austin: Linklater se enredó en la madeja del cine independiente con su primera película, Slacker, que estrenó en 1990. Costó unos 20.000 euros y recaudó más de un millón. Obviamente, la jugada hizo que muchos buscadores de tesoros empezaran a seguir sus pasos. Linklater no los defraudó: rodó Movida del 76 (cuyo título original es Dazed and Confused), que costó poco más de 200.000 euros y amasó más de cuatro millones. Más allá de su taquilla, las dos cimentaron la carrera del realizador como lustroso representante del cine indie: “Nunca he hecho una película pensando en lo que iba a recaudar, me parece absurdo. Empecé haciendo cosas muy pequeñas y jamás he olvidado de dónde vengo. Tampoco pienso nunca en si soy más o menos amado o si soy más o menos odiado en la comunidad cinéfila. Es verdad que a veces voy a festivales o a presentar mis películas a algún sitio y noto el cariño de la gente, pero —francamente— no me paso el día pensando en ello”, dice mientras sonríe.

El director nacido en Austin afirma que su única ambición real es “seguir haciendo películas”. En junio de este año, Linklater estrena en salas su cinta Hit Man.Xavier Torres-Bacchetta

Sin embargo, en 1995, Richard Linklater se ganó su paso a la posteridad con un filme llamado Antes del amanecer. Presentada en la Berlinale ese mismo año (donde recibió el Oso de Oro al mejor director), la película contaba la historia de dos jóvenes que se conocían en un tren que cubría el trayecto de Budapest a Viena. Céline y Jesse, interpretados respectivamente por Julie Delpy y Ethan Hawke, decidían pasar el día juntos en la ciudad austriaca y de ese paseo impregnado por la espontaneidad, la lectura clásica del amor romántico y el inevitable peso del tiempo surge algo parecido a la magia. “Nadie piensa: ‘Oh, este va a ser mi legado’ (risas). Yo quise capturar la fugacidad del romance, el momento en que sucede ese algo indefinible por casualidad. Para mí fue una noche en Filadelfia en la que caminamos y hablamos y nos dimos de bruces con ese hechizo. Y mientras estaba paseando con Amy [Lehrhaupt, la mujer que inspiró la historia] pensé que aquello podría ser una película. Luego fui a Europa en 1993 y me enamoré de Viena y encontré a dos actores enormes que hicieron posible rodarla tal y como yo quería”.

Antes del amanecer no fue ningún éxito atronador: sus dos millones de euros de presupuesto se convirtieron en cinco en la taquilla mundial. Pero de algún modo, en un panorama en el que el formato doméstico aún coleaba (el VHS seguía vivo y estaba a punto de aparecer el DVD), la película se convirtió en un enorme fenómeno y puso a Linklater en el exclusivo mapa de realizadores que pueden colgarse el cartel “De culto”, ese sello tan preciado que en ocasiones empuja y otras zancadillea las carreras de los que lo lucen. “No lo sé. Era otro mundo, otra época, otro negocio. Ahora llega alguien y te dice: ‘Voy a poner tu película en mi plataforma y tengo 250 millones de suscriptores. Antes había determinadas revistas que eran tan influyentes que más te valía gustarles, todo el panorama cultural era distinto, había personas realmente interesadas en el vanguardismo. No sé si la trilogía de Antes del amanecer gusta a las nuevas generaciones de cinéfilos, espero que sí. Al final, cuando te pones a hablar de estas cosas, corres el riesgo de parecer un viejo quejándote de que antes todo era mucho mejor. Pero ahora hay un montón de cosas increíbles. Al final, cualquier artista busca el mejor medio para comunicarse y hoy hay un millón de maneras de hacerlo. Yo lo sigo haciendo a mi modo, eso es lo único que puedo afirmar con total seguridad”, dice el de Austin.

“¿Que he experimentado? Por supuesto. Todo lo que he podido. Pero te diré algo que es totalmente cierto: los estudios ya no tienen ningún interés en las películas que yo solía hacer. Todas esas cintas de 20 o 30 millones de dólares ya no existen. No interesan. No quedan bien en los libros de contabilidad. Así que cada vez tratas de hacer lo que quieres usando un método distinto. Alguien me ha preguntado hace unos días cuál es la gran lección que he aprendido después de tres décadas de carrera. Y la respuesta es: ‘Ninguna’. No hay ninguna gran lección, una lección genérica. En cada película aprendes algo nuevo, que no habías aprendido en la anterior y que te va a servir para la siguiente. Con cada paso aprendes algo y por eso te he dicho antes que mi única ambición real es seguir haciendo películas. Mis películas”, afirma.

Lo cierto es que tratar de hacer un análisis ortodoxo de la filmografía del estadounidense es un ejercicio a prueba de críticos. Desde su mayor triunfo en taquilla con Escuela de rock, que supura pasión por la música en un armazón comercial pensado para el lucimiento de Jack Black, que cuadruplicó su presupuesto y (paradójicamente, tratándose de una comedia musical firmada por un director amado por los indies) gozó de un gran recibimiento crítico, hasta películas que pocos recuerdan, como Los Newton Boys, o proyectos que rozaban el arte y ensayo, como Waking Life o A Scanner Darkly. Y en mitad de este currículo fílmico que Linklater abraza sin complejos (“Amo todas mis películas, cada una de un modo distinto”), dos entregas más de Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes del anochecer: “Sentía que había algo más que contar y que Ethan y Julie también querían contarlo. Supongo, además, que aunque sea un tópico, a todos nos sigue gustando lo de chico-conoce-chica. ¿Si habrá cuarta entrega? Quién sabe (sonríe)”.

Ante la pregunta de si la historia de Ethan y Julie tendrá continuación el realizador responde: “Quién sabe”.Xavier Torres-Bacchetta

Linklater estrenaría en 2014 la que para muchos es su mejor cinta, una locura fílmica que tardó 12 años en completar. Boyhood. Momentos de una vida fue nominada a seis premios Oscar, Patricia Arquette se llevaría el único (a actriz secundaria) pero el filme sería considerado uno de esos que trasciende el ámbito del arte. Narrando de modo naturalista la vida de un niño desde la infancia hasta la universidad con apenas unas horas de grabación al año, puso a Linklater de nuevo en el foco mundial. “Francamente, no noté ningún cambio sustancial. Estuvo bien estar allí y las nominaciones y demás, pero no tuvo ningún impacto en mi trabajo o en mi manera de ver el futuro o en mis planes entonces”, afirma con gesto serio.

Y porque las promociones deben honrar a su nombre, es obligatorio preguntar al texano por la mencionada Hit Man, una comedia con enorme mala uva que cuenta la historia de un investigador (Glen Powell) que se hace pasar por un sicario para arrestar a aquellos que acaban solicitando sus servicios y que rinde homenaje a una de sus grandes pasiones, el cine negro estadounidense de los años cuarenta y cincuenta (Linklater es un ávido coleccionista de carteles originales de filmes de la época) y que está rodada de un modo tremendamente clásico: “Depende de a qué llames clásico. Si clásico es que no hay 300 planos por minuto y dos explosiones por plano, entonces estoy de acuerdo contigo: la he rodado de forma muy clásica”, contesta Linklater, con una buena dosis de recochineo. El director reconoce que se lo he pasado “muy bien” haciéndola, pero ahora que ya está acabada hay que pensar en la siguiente… “La verdad es que la siguiente también está acabada y es un musical. Ya sabes, ahora a por otra. La siguiente después de la siguiente”, remata entre risas.

Una carrera camaleónica

Cinco títulos que resumen la cinematografía de Linklater.

  1. Movida del 76 (1993)
Entertainment Pictures / Alamy Stock Photo,Entertainment Pictures / Alamy S

Más conocida entre los cinéfilos por su título en inglés, Dazed and Confused, Movida del 76 sería el perfecto complemento para un programa doble con American Grafitti, rodada 20 años antes por George Lucas. Cuenta el último día de clase en un instituto de Austin en 1976, con un montón de cerveza, marihuana y un reparto que incluía a Ben Affleck, Milla Jovovich o Matthew McConaughey y que se convirtió en un clásico instantáneo, cimentando el camino para un director de alma indie y propósitos inescrutables.

BOYHOOD (2014)
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El experimento cinéfilo más famoso de la historia (o uno de los más célebres): 12 años persiguiendo a un chaval, contando sus problemas, su educación, sus jaleos familiares o sus desamores. Costó cuatro millones y recaudó casi 60, gano premios Oscar, Globos de Oro, arrasó en festivales y consolidó a Linklater como director amado por los geeks, los freaks y los moviegoers. O sea, un director amado por los amantes del cine. Un filme que demostró que nada es más grande que la propia vida… excepto el séptimo arte.

3. Escuela de rock (2003)
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Aunque en España la maltratamos con un doblaje cuestionable, Escuela de rock fue la demostración de que Richard Linklater también podía trabajar con el sistema de estudios de toda la vida y hacer mucho dinero con una feel good de manual: la historia de un músico que se ponía a dar clases de música a unos chavales y acababa encontrando su auténtica vocación. Jack Black ofrecía su show de siempre, la banda sonora era un festival y el director la rodaba sin dejarse llevar por ninguna tentación autoral.

4. Antes del amanecer (1995)
Moviestore Collection Ltd / Alamy Stock Photo,Moviestore Collection Ltd / Alam

Probablemente es, junto a sus secuelas, el gran legado de Linklater: tres películas que son como una mecedora desde la que el espectador contempla el romance entre dos extraños que se conocen en un tren que viajaba de París a Budapest y deciden pasar juntos un día en Viena. Casi un estudio pictórico sobre los mecanismos de la atracción, el amor y los desajustes que provoca el tiempo en las relaciones humanas. La primera, Antes del amanecer, es una obra maestra de inesperada belleza. Las dos siguientes son la continuación ideal para quienes se quedaron con ganas de más. Ethan Hawke y Julie Delpy fuimos todos durante una hora y media. Y qué hora y media.

5. A Scanner Darkly (2006)
PictureLux / The Hollywood Archive / Alamy Stock Photo,PictureLux / The Hollywood Archi

Enorme esfuerzo del director por demostrar que no se había vendido al capital y que seguía teniendo la voluntad de molestar al establishment hollywoodiense que trataba de domesticarlo. Una adaptación de un relato de Philip K. Dick que fundía imagen real y animación, con un reparto encabezado por Keanu Reeves interpretando a un policía infiltrado en una red de tráfico de drogas que acabó siendo presa de las sustancias que trataba de combatir. Una película oscura, extraña y la enésima prueba de que a Linklater lo de “camaleón” le viene pequeño.