Lotería La Lotería Nacional de este jueves reparte el primer premio en dos únicas administraciones
Joe Biden y Kamala Harris, fotografiados el mes pasado en Washington. Reuters
¿Ha llegado el momento de convulsionar la campaña con una candidata a presidenta de EE UU?

¿Ha llegado el momento de convulsionar la campaña con una candidata a presidenta de EE UU?

Trump llama «viejo saco de mierda» a Biden, cuyo futuro como candidato se mantiene incierto mientras crecen las voces a favor de su relevo por la vicepresidenta Kamala Harris

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Jueves, 4 de julio 2024, 14:57

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No hay una mañana buena para Joe Biden desde hace una semana, cuando ofreció una imagen de debilidad inédita durante su debate con Donald Trump en la CNN. Los sondeos que se multiplican estos días en los medios estadounidenses le muestran cada vez más retrasado respecto a su rival republicano. El magnate tiene una ventaja entre seis y ocho puntos y si ésta ya representa un problema serio a cuatro meses de las elecciones, muchos en el Partido Demócrata piensan que puede ampliarse si su candidato sufre nuevos tropiezos.

Los 23 gobernadores del partido ofrecieron al presidente su apoyo absoluto en una reunión celebrada el miércoles por la noche, donde Biden apareció con su número dos, Kamala Harris. «Os necesito ahora más que nunca. Voy a seguir luchando», prometió el aspirante. Dijo también que lo fundamental es ganar los comicios presidenciales de noviembre, aunque no precisó sin él o con él. Al menos ya hay dos personas cercanas a las que ha transmitido sus dudas sobre si debe continuar, aunque eso ocurrió en las horas posteriores al debate y en su entorno aseguran que ha recibido una inyección de ánimo. De hecho, está preparándose a fondo para la entrevista que esté viernes enfrentará en ABC News y que todos en su equipo consideran crucial para devolverle la credibilidad y una imagen de que podría dirigir cuatro años más la Casa Blanca.

El problema es que eso no baste. Dentro del propio Partido Demócrata, y entre los politólogos de EE UU, cunde la idea de que es demasiado tarde para apuntalar a Biden como un candidato fuerte, sobre todo después de que se ha hablado tanto de su debilidad;. Y no precisamente solo desde el jueves pasado.

En el Congreso crece un notable movimiento erosionador que se decanta por su remoción. No solo por una cuestión de ser creíble o no. Se quejan los compañeros del aspirante de que ni él ni su equipo han hecho todo lo necesario desde el comienzo de la campaña para dar un ejemplo de vigor, y que tras el cara a cara con Trump, optaron por mostrarse ausentes y herméticos en Camp David mientras la formación no sabía a lo que atenerse. Bastantes donantes, la pieza clave de toda campaña de éxito, siguen también en modo cambio bajo la advertencia de desertar.

La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, y sus compañeros de Minnesota, Tim Walz, y Maryland, Wes Moore, tras la reunión en la Casa Blanca con el presidente. AFP

Precisamente fue un grupo de patrocinadores de alto nivel el que el martes expresó por primera vez una decantación hacia la sustitución de Biden por su vicepresidenta y compañera del bono electoral, Kamala Harris. El líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, se muestra de la misma opinión, siempre que el octogenario candidato se retire. James E. Clyburn, congresista por Carolina del Sur y amigo personal de Biden, ha hecho también unas declaraciones parecidas y reclamado a todos los demócratas que hagan «lo posible para apoyarla (a Harris), ya sea que esté en segundo lugar o en la cima de la lista». En este posible recambio pesan mucho las encuestras. Según éstas, Trump tiene un 47% de apoyo popular frente a un 45% de Kamala Harris. Una distancia que cabe dentro del margen de error de cualquier sondeo y que, en cualquier caso, sería superable en lo que resta de campaña.

La legislatura saliente fue presentada en 2020 como un puente que serviría de transición de un dirigente veterano hacia una líder más joven que fuera capaz de sacar adelante los comicios actuales después de su paso por la Casa Blanca durante cuatro años. La realidad es que Biden lo ha acaparado todo y su vicepresidenta ha trabajado a su sombra. Tanto que en algunos momentos los medios se preguntaron dónde estaba. Pero siempre ha estado: ha gestionado un mandato denso en problemas, quizá no los de su jefe, más centrado en reafirmarse como el guardián de la democracia estadounidense y en su papel de liderazgo en los grandes conflictos internacionales, como la invasión rusa de Ucrania, la creciente competencia de China y la necesidad de borrar la imagen negligente de Trump en la OTAN.

Kamala Harris aguarda su momento de pronunciar un discurso en un mitin demócrata. Reuters

En ese sentido, esta abogada de 59 años y raíces jamaicanas ha sido quien ha llevado muchos de los asuntos 'de casa', el rostro del Gobierno con las minorías y una impulsora de la lucha femenina contra las desigualdades. Ha encarnado asimismo el lado emocional de la tragedia de las armas de fuego, interactuado con la oposición y desarrollado una agenda más bien doméstica con algunos apuntes en política internacional. En su contra juega su baja popularidad y una fama de conflictos con su oficina. No es del agrado absoluto de los donantes, pero sí tiene una simpatía creciente de las bases demócratas y algunos expertos consideran que su designación sería un auténtico revulsivo para la actual y desconcertante campaña electoral. El 60% del electorado piensa que las dos propuestas, Biden y Trump, son viejunas, representan una política ya pasada y manifiestan que estarían más contentos con un tercer candidato distinto a ambos.

Su nominación resolvería un par de asuntos importantes. Es más popular que cualquier otro posible aspirante y permitiría usar en lo que resta de campaña los 202 millones de dólares que ella y Biden han acumulado en actos de recaudación y que no está claro que pudieran transferirse a otros candidatos diferentes. Aparte, los equipos de análisis demócratas sostienen que Kamala Harris sería una buen rival ante Trump, un tipo adusto, agrio, malhablado, al que se le nota que es un avanzado septuagenario e incluso empieza a sufrir inquietantes confusiones. Según éstos, la vicepresidenta podría atraerse a la comunidad de mujeres y afroamericanos que era demócrata y ahora se desliza al republicanismo.

Gavin Newsom, gobernador de California. Reuters

En cualquier caso, el suyo es el más natural pero no el único nombre que se baraja si Biden finalmente colapsa y toma la puerta de salida. El gobernador de California, Gavin Newsom, es el segundo mejor posicionado por delante de su compañera de Míchigan, Gretchen Whitmer. A Newsom ya le han tanteado los donantes e incluso en China los bloggers le alaban en las redes sociales como el sustituto perfecto. Pero el miércoles dio su total respaldo al presidente en su reunión con los gobernadores.

De 56 años, Newson comenzó vendiendo aparatos de ortopedia y hoy, además de dirigir California con una serie de políticas de corte bastante liberal, representa el éxito del emprendedor. En 1991 montó una tienda de vinos que creció hasta convertirse en un grupo de negocios vinculados a la restauración y las bodegas. Sus inicios en política también fueron singulares, como comisionado de Tráfico en el Ayuntamiento de San Francisco, ciudad de la que fue alcalde entre 2004 y 2006.

El gobernador ganó popularidad en 2012 y 2013 al protagonizar en televisión 'The Gavin Newson Show'. Está casado con la prestigiosa documentalista Jennifer Siebel Newsom, ganadora del Emmy y reconocida invitada del Festival de Sundance. También fue una de las primeras cinco mujeres que denunciaron al productor Harvey Weinstein, hoy en la cárcel, en el origen del movimiento MeToo. A modo de anécdota, Gavin y Jennifer acordaron que a ella se le trate como primera pareja del gobernador al entender que el término protocolario de primera dama no es inclusivo. Newson estuvo antes casado con la fiscal adjunta de San Francisco y estrella televisiva Kimberly Ann Guilfoyle, de la que se divorció en 2006. Paradojas del destino Guilfoyle fue posteriormente asesora del magnate republicano y ahora es la pareja de su hijo, Donald Trump Jr. Este jueves, el gobernador ha colgado en sus redes el mensaje: «Sigamos así. Tenemos que derrotar a Trump, reelegir al presidente y contar con el respaldo de los demócratas en todas partes».

Una tienda de Scranton, la localidad natal de Biden, ha decorado sus escaparates con memorabilia del candidato para celebrar este 4 de julio. AFP

La cuestión en este momento es que el Partido Demócrata vive un periodo de gran confusión, pero ya se imagina un futuro en el que Biden no figure como su líder. Todo depende de lo que diga ahora el veterano mandatario y su lucha contra la naturaleza. El presidente repite que tiene el ánimo y las facultades necesarias para mantenerse en la boleta electoral. Sin embargo, en privado parece mostrarse en horas bajas y dolido por el continuo cuestionamiento al que se ve sometido, por mucho que algunos de sus convecinos de Scranton, la localidad de Pensylvania donde nació, se esfuerzan este 4 de julio en recordarle con mensajes y memorabilia que conservan su confianza en él.

Denuncias republicanas

El riesgo está en que la campaña se encuentra avanzada y que un nuevo aspirante deberá comenzar casi de cero, aunque si fuera Kamala Harris la elegida los analistas destacan su mayor familiaridad con los donantes y la baza de poder aprovechar el legado construido por su compañero en la carrera electoral. Aún así, se recuerda que sería la primera vez desde Lyndon B. Johnson en los años 60 que un candidato presidencial se retira en plena carrera electoral y que la historia demuestra cómo este tipo de reemplazos 'in extremis' nunca ha funcionado bien. Ni con Sarah Palin en 2008 ni con Dan Quayle veinte años antes.

En caso de producirse el cambio, los demócratas deberían acelerar el paso y hacer un reajuste temporal para nominar a la sucesora, o sucesor, lo antes posible. A Biden se le quiere designar el 5 de agosto –al menos hace tres días–, con antelación a la convención nacional de finales de ese mes. Una ley electoral de Ohio, por ejemplo, exige que las formaciones deban definir a sus candidatos para estos comicios antes del 7 de agosto, con lo que los demócratas corren el riesgo de no poder presentarse en este Estado. Los republicanos ya planean además interponer demandas en otros territorios para que sus oponentes no puedan modificar los nombres de las papeletas.

Con ese telón de fondo, era inevitable que Trump apareciera este jueves en su red social para ofrecer su propia opinión, Subido a un carrito de golf, el magnate se pavonea del pasado debate asegurando que «he pateado a ese viejo montón de basura». Se muestra convencido de que Biden tirará la toalla, «lo he sacado yo», y «eso significa que ahora tenemos a Kamala. Creo que ella será mejor (rival). Es jodidamente mala y patética».

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