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Joe Biden, con gesto alicaído durante el debate con Trump en la CNN. AFP
Biden pone a prueba su continuidad en dos mítines y una entrevista en televisión

Biden pone a prueba su continuidad en dos mítines y una entrevista en televisión

El equipo electoral demócrata organiza una apretada agenda de actos para reivindicar la fortaleza del presidente que, según noticias no confirmadas, habría sugerido su posible retirada si vuelve a vacilar

Miguel Pérez

Miércoles, 3 de julio 2024, 19:10

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El equipo de Joe Biden lucha por asentar la credibilidad política de su líder, pero, sobre todo, por evitar que se escurra a borbotones a través de las múltiples fisuras abiertas en la comunidad demócrata y el bloque de donantes. El candidato se esfuerza en mejorar su imagen, pero con un resultado esquivo. Aumentan las voces de correligionarios que, en privado, abogan por un nuevo cabeza de cartel antes de que pase demasiado tiempo y la campaña entre en el punto de no-retorno. Durante un acto de recaudación de fondos en Virginia celebrado en la noche del martes, el presidente habló de su fracaso en el debate televisado con Trump de la semana pasada y atribuyó sus vacilaciones y escasez de reflejos al cansancio producido por su apretada agenda de viajes, entre ellos dos a Europa en menos de un mes. Y lo avaló con una frase poco afortunada: «Casi me quedé dormido en el escenario».

La remontada que persiguen los estrategas es titánica. 'The New York Times' informó ayer que Biden habría trasladado a un allegado y aliado clave en su carrera de su posible intención de abandonar la campaña si no logra convencer en los próximos días a los estadounidenses de su fortaleza para volver a dirigir el país. En esa conversación habría manifestado que solo continuaría si se veía seguro de poder sacar adelante las elecciones, en lo que resultaría la primera señal del mandatario de que sopesa retirarse de la carrera. Sin embargo, el portavoz de la Casa Blanca, Andrew Bates, desmintió más tarde la noticia: «Esa afirmación es rotundamente falsa».

El candidato ha conversado con un escaso número de compañeros de partido desde el fiasco del jueves. Quizá la interlocución más emocional fue con Barack Obama, aliado clave del programa demócrata, que se produjo la misma noche del debate. Biden estaba desolado. El expresidente le transmitió su apoyo absoluto y le ofreció algunos consejos, algunos de ellos producto de las contrariedades que él mismo experimento durante su paso por la Casa Blanca. Al día siguiente, Obama participó en un acto de recaudación de fondos en Nueva York y escribió en X. «Hay noches de debates malos. Pero esta elección sigue siendo una elección entre alguien que ha luchado por la gente común toda su vida y alguien que solo se preocupa por sí mismo. Entre alguien que dice la verdad, que sabe distinguir el bien del mal y se la dice al pueblo estadounidense sin tapujos, y alguien que miente descaradamente para su propio beneficio. Anoche no cambió eso, y es por eso que hay tanto en juego en noviembre».

Acercamiento a los medios

En el cruce de informaciones sobre la posible insinuación de Biden puede existir un sustrato de fondo. El equipo del presidente fía todas las posibilidades de superar el bache a los dos próximos mítines en Pensilvania y Wisconsin que le ha programado esta misma semana y a una entrevista el viernes con el presentador estrella de ABC News, George Stephanopulos. Será la primera conversación en profundidad que el inquilino de la Casa Blanca conceda desde hace bastantes semanas a un medio de comunicación. Sus críticos en el Partido Demócrata le han echado en cara precisamente ese distanciamiento casi secular de los periodistas y lo contraponen con la actitud de su mujer, Jill Biden, quien no ha tenido inconveniente en relatar su actividad diaria en campaña electoral a 'Vogue'.

Cuestionado

El partido teme la fuga de donantes, muchos de los cuales apuestan por cambiar de candidato

Los asesores incluso le han organizado al veterano candidato una rueda de prensa para la próxima semana en un gesto inédito, pero de indudable interés. En la última conferencia rutinaria con los medios de la Casa Blanca, celebrada el martes, la jefa de comunicación, Karine Jean-Pierre, tuvo que responder durante casi una hora a preguntas relacionadas con la salud del presidente. Jean-Pierre descartó que éste deba someterse a exámenes médicos o neurológicos y agregó que su estado es perfecto. «Iremos a todo el país y los estadounidenses lo verán por sí mismos», apostilló.

Pese a todo, los riesgos existen. Fuentes del entorno presidencial consideran que cada una de estas apariciones públicas será una prueba de fuego para Biden «hasta que se extingan los ecos del debate». En especial, porque todo el mundo escrutará sus gestos y reacciones y subyace la incógnita de si en algún acto le aquejará la misma desorientación que 53 millones de estadounidenses vieron en el debate con Trump. De darse ese caso, la retirada es probable.

Rezagado frente a Trump

Lo que dijo el candidato demócrata ante sus simpatizantes de Virginia como metáfora («casi me quedé dormido en el escenario») resulta un retrato bastante fiel de la realidad electoral que aterra a los demócratas. En el partido existe la convicción de que la 'pájara' de Biden ante las cámaras de la CNN podría ser una demostración de debilidad rampante. De que, efectivamente, se está «durmiendo». Sus detractores internos le piden marcha. Es evidente que hace tiempo ha rebajado el ritmo de campaña y se está rezagando respecto a su rival republicano. Trump, por su parte, parece desayunar vitaminas en vena. Se ha hecho cada vez más fuerte, más presente, y todo ello gracias a asuntos ajenos al programa electoral.

Sus líos judiciales y la sentencia de la Corte Suprema que acaba de dictar la inmunidad presidencial en función del cargo mantienen al expresidente todos los días en primera plana. Ese estado de aparente gracia popular que le llevó a la Casa Blanca en 2016 por muchos bulos y discursos radicales que realizó.

Lloyd Dogget, el legislador de Texas que en 2020 contribuyó decisivamente a la nominación de Biden para las presidenciales, fue el lunes el primer demócrata que le pidió dimitir para «no entregar el país» al magnate republicano. Como él, muchos miembros del partido entienden que Trump podría lograr una aplastante victoria en noviembre si Biden sigue al frente del cartel electoral.

Los primeros preocupados por este hecho son los donantes demócratas. Abundan los ejecutivos de Wall Street y del sector tecnológico, además de grandes riquezas y muchos de los principales financieros de Estados Unidos. Si Trump regresa a la Casa Blanca, no los perdonará. American Bridge 21St Century, una organización de investigación y respuesta rápida a las crisis del Partido Demócrata, reunió a cincuenta grandes donantes de Biden en Aspen (Colorado) a la mañana siguiente del debate. La inmensa mayoría señaló que lo conveniente sería apartar al presidente de la campaña. La Alianza Democrática decidió mantener su respaldo a Biden imponiéndose tras una agria discusión a los contribuyentes que querían emitir una declaración pública a favor de la dimisión de Biden.

Las encuestas de sus asesores afirman que los sondeos de voto arrojan un empate técnico entre los dos aspirantes después del terrible trago pasado por el demócrata en los estudios de la CNN. Otro sondeo de un fondo de ayuda a Biden, los denominados Súper-PAC, señala sin embargo que pierde por dos puntos porcentuales en varios Estados clave, entre ellos Nuevo México, Virginia y New Hampshire. Y un poderoso sitio web que coordina la recaudación de fondos para el partido señala que sus afiliados estarían más contentos si se nombrase a la vicepresidenta Kamala Harris como cabeza de lista.

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