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Amaneci� nublado el cielo, h�medo el clima, con las muescas en el suelo de la formidable tormenta que sacudi� Pamplona la noche anterior. Las cuadrillas de veteranos y noveles caminaban temprano por las calles camino del almuerzo, la tradici�n y el entusiasmo. Huevos con jam�n y chistorra, magras con tomate, platos de ajoarriero, manitas y otros excesos para la colesterolemia a modo de precalentamiento de la jornada. Es un modo invariable de celebraci�n el sanferminero, el orden en el caos, la fiesta al l�mite, la vida a muerte y la muerte a risa. Cuando quedaban 120 minutos para descorchar 204 horas de �xtasis ininterrumpido, los uniformes blancos esperaban la unci�n del pa�uelico rojo bautiz�ndose de vino. Las mesas kilom�tricas se prolongaban por las distintas calles de la ciudad como la imagen presentida de la fiesta infinita.
El alcalde bildutarra, Joseba Asiron (EH/Bildu), recuper� para este a�o -tras auparse al poder a trav�s de la traicionera moci�n de censura sostenida por el PSOE- la votaci�n popular para elegir quien lanzar�a el chupinazo, y quiso el pueblo -unos tres mil y pico de votos- que fuera Duguna Iri�ueko Dantxariak -Dantzaris de Pamplona en casi castellano-, que por lo visto cumplen 75 a�os promoviendo las tradiciones culturales pamplonesas. A las 12 tres miembros de Duguna -su director Aritz Ib��ez adornado con un pin de la bandera palestina y la mano antiagresiones sexuales- prendieron la mecha y en punto explot� definitivamente la org�a et�lica. "Pamplonesas, pamploneses: �Viva San Ferm�n! �Gora San Ferm�n!".
La circunstancia de que los Sanfermines de 2024 copen dos fines de semana completos, del chupinazo al Pobre de m�, del 6 al 14 de julio, abr�an las compuertas a un tsunami de gente estratosf�rico, una marea humana incontenida. Y eso se sent�a ya por la Avenida de Roncesvalles, Carlos III, por los afluentes de la Plaza del Castillo que fue la probeta de los chupinazos primigenios en los a�os 30 del siglo pasado antes de consolidarse como pistoletazo de salida de las fiestas m�s universales del planeta en 1941.
Pamplona es la ONU durante nueve d�as. Hordas de estadounidenses, franceses, australianos, japoneses, mexicanos, peruanos, argentinos hermanos hispanoamericanos, sub�an por la plaza de los fueros ruidosamente. Un 51% de los visitantes pamplonicas es extranjero en las fiestas m�s internacionales. Por aqu� hoy contaba como h�roe nacional a nivel internacional, Mikel Merino, el autor navarro del gol clasificatorio de Espa�a contra Alemania.
Los sitios referenciales, los cl�sicos de la hosteler�a, se avituallaban hasta las tejas para la gran fiesta: en el Asador Olaverri los chuletones formaban monta�as c�rnicas, cortados en una mesa; en el Kabiya, las despensas rebosaban bebidas espiritosas, para sus m�ticas noches y sus inagotables d�as; en el Hotel La Perla, preparaban con elegancia los detalles, la habitaci�n de Hemingway -el universalizador de los encierros hace 100 a�os- y la de Manolete -el universalizador del toreo-; y en el Yoldi mezclaban su imbatible 'champ�'. La calle cog�a temperatura bajo la lluvia.
No cab�a un alfiler en plaza Consistorial a una hora y media del cohetazo. Los c�nticos tribales, los coros de estadio de f�tbol, el desparrame del kalimotxo, millares de personas botando como un solo hombre. Los controles policiales de los municipales en los accesos por La Chapitela y Mercaderes confiscaban los tapones de las litronas de sangr�a prefabricada Don Sim�n bajo la atenta mirada de la Polic�a Foral de Navarra. Vend�an cerveza por all� con ingeniosos carteles: "Cerveza m�s fr�a que el abrazo de tu suegra". Que comience la fiesta.
Cinco detenidos en las primeras horas de los Sanfermines
La Polic�a Foral ha detenido a cinco personas este s�bado, horas despu�s de comenzar los Sanfermines, por hurtos de carteras y m�viles en el Casco Viejo de Pamplona.
Seg�n ha informado el cuerpo policial en sus redes sociales, los hurtos se han producido entre la calle Comedias, San Nicol�s y la Plaza del Castillo.
La Polic�a Foral advierte y pide extremar las precauciones para evitar la sustracci�n de carteras o m�viles.