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Valencia, en España, una ciudad del futuro encapsulada entre lo cosmopolita y la tradición

Al pie del mar Mediterráneo, Valencia, la tercera ciudad más importante de España, reclama su nombre en el mapa de Europa con una arquitectura vanguardista, la futurista Ciudad de las Artes y las Ciencias, programas de turismo sostenible y una exquisita gastronomía

  • La ciudad de las Artes y las Ciencias es un complejo vanguardista del arquitecto, cuyos edificios dedicados al ocio científico y cultural se han convertido en el mayor centro de atención de Valencia. FOTO: GETTY
    La ciudad de las Artes y las Ciencias es un complejo vanguardista del arquitecto, cuyos edificios dedicados al ocio científico y cultural se han convertido en el mayor centro de atención de Valencia. FOTO: GETTY
  • Valencia es un refugio vacacional en España por sus aguas cálidas mediterráneas y la vida nocturna alrededor de ella para disfrutar de la música y la gastronomía. FOTO: GETTY
    Valencia es un refugio vacacional en España por sus aguas cálidas mediterráneas y la vida nocturna alrededor de ella para disfrutar de la música y la gastronomía. FOTO: GETTY
  • El Jardín del Turia es uno de los parques naturales urbanos más completos de España. Sus nueve kilómetros de zonas verdes ofrecen espacios para practicar deportes, leer, meditar o caminar. FOTO: GETTY
    El Jardín del Turia es uno de los parques naturales urbanos más completos de España. Sus nueve kilómetros de zonas verdes ofrecen espacios para practicar deportes, leer, meditar o caminar. FOTO: GETTY
06 de julio de 2024
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Cuando el turista promedio latinoamericano viaja a Europa por primera vez de vacaciones, quiere verlo todo, o al menos todo lo que pueda pagar con los ahorros de su vida. Cruzar el Atlántico es un lujo que no se puede permitir con frecuencia, así que en 20 días visita tres o cinco países para conocer torres eclécticas como la de París, Francia o la de Pisa en Italia; famosas fuentes de deseos como la de Roma en Italia; los Alpes suizos; los museos, como el Prado de Madrid, España, los canales de Venecia en Italia; las calles con adoquines como las de Brujas en Bélgica.

Pero hay una ciudad mediterránea en España que parece encapsularlo todo: lo vanguardista y lo clásico, una fantasía arquitectónica, una urbanización de ciencia ficción, un gran bulevar ajardinado y una gastronomía exquisita y accesible. Tan antigua que conserva una de las puertas fortificadas de la muralla medieval, las torres de Serranos; pero tan moderna que un filtro de Instagram está inspirado en ella y lleva su nombre.

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Valencia, a orillas del río Turia, es sinérgica: entre lo antiguo y lo contemporáneo, con la tranquilidad de un pequeño pueblo y el desarrollo de una urbe cosmopolita, el estilo futurista de la Ciudad de las Artes y la arquitectura gótica de su centro histórico, la playa que codician quienes viven en Madrid y el estilo de vida sostenible que invita a recorrer en bicicleta o a pie la tercera ‘ciutat’ más importante de España.

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Pero no siempre fue así. Kenneth Tynan, un crítico teatral, bautizó hace más de medio siglo a Valencia como la “capital mundial del antiturismo”. Lo que vio en aquella visita, a finales de los 60, le provocó espasmos. Valencia no hacía el más mínimo esfuerzo por mostrar sus encantos, que sí los tenía, se escondía en sí misma a la sombra de otras ciudades que empezaban a resplandecer.

Valencia es un refugio vacacional en España por sus aguas cálidas mediterráneas y la vida nocturna alrededor de ella para disfrutar de la música y la gastronomía. FOTO: GETTY
Valencia es un refugio vacacional en España por sus aguas cálidas mediterráneas y la vida nocturna alrededor de ella para disfrutar de la música y la gastronomía. FOTO: GETTY

“Siempre dispuesta a repeler a los forasteros, es uno de los pocos lugares que cumple con todas nuestras expectativas. Disfrutamos de estar inactivos a la luz del sol en una ciudad mediterránea: aquí podemos holgazanear, no tanto solitariamente sino verdaderamente solos, contemplativos y distantes”, escribió Tynan. Era una declaración de amor llena de estigmas sobre una ciudad en la que creía se posaba “una fealdad ruidosa”, pero que como él mismo lo dijo “un elogio sincero para la maloliente València, mi ciudad mediterránea favorita”.

La capital verde de Europa

Vuelta de página, futurista y sostenible, Valencia tiene hoy una de las apuestas turísticas más claras y consistentes en Europa, es una ciudad que quiere trascenderse a sí misma, aunque mantenga de forma íntegra y en buena parte su estilo barroco y su olor a azahar.

Como hace 50 años, a la cuna de la paella la han bautizado en el último siglo de muchas formas, pero recientemente fue elegida como la Capital Verde Europea 2024. El reconocimiento es otorgado por la Comisión Europea y es un estímulo a aquellos lugares que se destacan por mejorar el medioambiente y la calidad de vida para residentes y foráneos, esfuerzos que han hecho que Valencia deje de ser una ciudad para visitar de paso, estar un día en la playa, hacer un breve recorrido para comer paella o una corta estadía para disfrutar de las fiestas de las Fallas.

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Los guías turísticos recuerdan un momento clave, el punto de partida que la hizo resaltar en el mapa europeo: cuando la ciudad tuvo que desviar hacia el sur el curso del río Turia, que atravesaba la ciudad por el centro, porque amenazaba la supervivencia de cientos de personas debido a las inundaciones que ocurrían cada año, una de ellas, en 1957, casi destruyó a Valencia por completo y dejó más de 80 muertes.

El Jardín del Turia es uno de los parques naturales urbanos más completos de España. Sus nueve kilómetros de zonas verdes ofrecen espacios para practicar deportes, leer, meditar o caminar. FOTO: GETTY
El Jardín del Turia es uno de los parques naturales urbanos más completos de España. Sus nueve kilómetros de zonas verdes ofrecen espacios para practicar deportes, leer, meditar o caminar. FOTO: GETTY

Entonces, donde antes corría agua, la ciudad decidió hacer un imponente y sofisticado cinturón vegetal urbano de más de nueve kilómetros: el Jardín del Turia. Fue un movimiento ciudadano el que exigió que en lugar de un eje de comunicación vial, allí se construyera un pasaje verde para correr, andar en bicicleta, hacer picnic, jugar rugby, practicar fútbol o simplemente deslizarse por la enorme figura de Gulliver, una estructura de 70 metros de largo y nueve de alto en el parque que lleva el mismo nombre, inspirado en Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift.

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Con unas 40 especies arbóreas y 70 variedades de aves, el Jardín del Turia es una arteria vital para la ciudad que se puede disfrutar casi todo el año porque Valencia tiene más de 300 días soleados, no hay invierno inclemente. El Parque Natural del Río Turia comienza en el Bioparc, un vistazo relámpago a África que recrea hábitats naturales con rinocerontes, antílopes, leones, jirafas, entre otras especies; y termina en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el complejo futurista más pretensioso de Europa.

De Valencia cada vez se dice más en la prensa, sobre todo en la de Estados Unidos que ha querido mostrarla como una alternativa al turismo copioso de otras ciudades turísticas de España, como Barcelona. Y es cierto. Valencia tiene algo para todos sin caer en el riesgo de abrumar, quizá porque hasta hace unos años seguía eclipsada por Madrid o Sevilla. Hoy se proyecta así misma como una urbe poliédricamente organizada.

La que en otrora fue una ciudad amurallada, ahora tiene en el extremo oriental de los Jardines del Turia modernos edificios –un contraste con su espíritu joie de vivre y su aire frondoso– que conforman la Ciudad de las Artes y las Ciencias, un pasaje arquitectónico que empezó a construirse en 1996 por los arquitectos Santiago Calatrava y Félix Candela.

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En el 98, se abrió al público en este complejo futurista El Hemisfèric, un edificio –en forma de ojo humano– que funciona como un teatro y planetario Imax con proyecciones sobre ciencia y tecnología. Está construido al pie de un estanque de agua de 24.000 metros cuadrados y tiene una de las salsas de cine más grande de España, así como un laserium en el que se proyectan espectáculos de luz láser con efectos visuales.

Cada edificio de la ciudad de las Artes y las Ciencias tiene un concepto único, aunque estén todos inscritos en una narrativa propia de una ciudad mediterránea. El hormigón blanco y los cristales azules predominan. El Oceanográfico, por ejemplo, es el acuario más grande de Europa y tiene más de 45.000 ejemplares de animales del mundo marino y más de 42 millones de metros cúbicos de agua; el Palau de les Arts Reina Sofía, es un teatro de ópera que ofrece espectáculos de ballet, conciertos y teatrales para más de 4.000 personas, evoca a un barco encallado en el cauce del río Turia; el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, que promueve la difusión de actividades y publicaciones relacionadas con la ciencia, la tecnología, la educación y el medio ambiente, tiene una estructura similar a la de una ballena o un dinosaurio. Eso es solo el exterior.

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Santiago Calatrava le dio estructura a esta ciudad dentro de la ciudad, edificios de ficción rodeados de un extenso tapete de agua, que hay que dirigir con calma antes de ingresar a las salas de exposiciones, los salones de espectáculos o el túnel de tiburones, una experiencia cultural y científica como pocos en Europa.

Pero hay más

Entre naranjos y arrozales, Valencia, en la costa sureste de España, es una ciudad sin molde, un crisol de estilos con una identidad definida. Tan exclusiva como su Mercado Central, un edificio modernista y ecléctico de diseños geométricos y relieves florales con una imponente cúpula de hierro y cristales sobre el olor penetrable del jamón serrano y pescados y cítricos frescos cultivados en las huertas que rodean la ciudad.

Para entender el estilo de Valencia habría que echarle un vistazo a su catedral, levantada hace más de 500 años en el casco antiguo; cada una de sus tres puertas representan los estilos más predominantes de la ciudad: románico, barroco y gótico, conserva obras de Goya y la Capilla del Santo Cáliz, donde se dice, como en otras tantas ciudades españolas, que está el Santo Cádiz o Santo Grial, la copa que Jesucristo usó en la última cena. La Catedral también es el hogar de la Virgen del Buen Parto, por lo cual es normal encontrar a mujeres embarazadas caminando alrededor de ella, una especie de creencia que para garantizar un parto saludable.

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Los jueves al mediodía en la puerta que da a la Plaza de la Constitución se celebra el Tribunal de las Aguas, una tradición que se conserva desde el siglo X en la que ocho agricultores, de forma oral y vestidos con túnicas, se reúnen para discutir cómo se debe distribuir el agua en La Huerta.

La Huerta (l’Horta) es una despensa orgánica de 120 kilómetros cuadrados alrededor de la ciudad, repleta de naranjas, olivares, viñedos y plantaciones de hortalizas, desde donde se distribuyen alimentos hacia las tiendas y restaurantes de Valencia, y que se puede visitar para recorrer arrozales o avistar aves.

Valencia es una ciudad anticonvencional en la que no solo se come paella, –con conejo, pollo y habichuelas–, y se toma zumo de naranjo u horchata. Valencia se recorre despacio, es una ciudad autocontemplativa y en ascenso. Nada que envidiarle a sus hermanas europeas.

PARA SABER MÁS

¿Cómo llegar desde Colombia?

Para llegar a Valencia desde Colombia se debe tomar un vuelo a Madrid, ya que no hay trayectos directos.

Una vez en la capital española, se puede viajar en el tren Ave, el tren de alta velocidad de España. El trayecto dura en promedio dos horas y el tiquete puede costar desde 130.000 pesos colombianos en adelante.

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En bus el trayecto puede durar cerca de 4 horas con tiquetes desde 110.000 pesos o si decide irse manejando, por carretera, el viaje podrá durar tres horas y 20 minutos aproximadamente.

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