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Petro se reúne con las cortes mientras que hay alerta por su idea difusa de la Constituyente

El presidente parece no haberse alineado del todo con su ministro recién designado quien habla de una convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, lejos todavía del concepto de Petro. Hoy habrá reunión clave con presidentes de las cortes.

  • El presidente atenderá una reunión este martes luego de una controversia con el presidente de la Corte Constitucional la semana pasada. Foto: Camilo Suárez y Colprensa
    El presidente atenderá una reunión este martes luego de una controversia con el presidente de la Corte Constitucional la semana pasada. Foto: Camilo Suárez y Colprensa
09 de julio de 2024
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¿Será una Asamblea Nacional Constituyente, tal como lo establece la Constitución, o una convocatoria “del poder constituyente” que el presidente no ha terminado de explicar? Esa es la pregunta que hoy podría responderle Gustavo Petro a los presidentes de las altas Cortes tras una invitación que se conoció ayer al final de la tarde por parte del Palacio de Nariño.

La cita se dará en la mitad de una particular tensión y un choque de argumentos luego de que el presidente de la Corte Constitucional, José Fernando Reyes, fuese enfático la semana pasada en que no se necesita una nueva carta política. “¿Cómo seguir hablando de nuevos proyectos constitucionales si es que no hemos sido capaces de desarrollar y hacer cumplir el pacto que nos forjamos en 1991? La Constitución no puede ser una masa deforme, gelatinosa y banal cambiable a placer. Sino al revés, un texto rígido con muy relativas flexibilidades que precisa de muy exigentes y meticulosos requisitos de variación y cambio”, dijo en la celebración de los 33 años de la Constitución. Petro se defendió y habló de nueve puntos que, según él, han sido imposibles de desarrollar como derechos en el país.

Hasta ahora, la idea de realizar una convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente para hacer una nueva Constitución que modifique a la de 1991 tiene solo seis apoyos cantados. Cuatro en el país político: el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, que ha aprovechado el debate porque cree que podría ganarle en la elección de la mayoría de los constituyentes al Gobierno; el expresidente Ernesto Samper, cercano a la administración y cuestionado aún por la infiltración de los dineros del Cartel de Cali a su campaña en 1996; el exfiscal Eduardo Montealegre, quien ha hablado de un laberinto teórico para que esta pueda ser decretada saltándose al Congreso; y el excanciller Álvaro Leyva que en la misma línea cree que la Constituyente debe ir por decreto cumpliendo un acápite del Acuerdo de Paz de 2016.

Y fuera de la política, dos sectores ilegales también han demostrado su apoyo: las disidencias de las Farc de Iván Márquez y la guerrilla del ELN. Ambos grupos se encuentran hoy sentados en una mesa independiente de negociaciones en el marco de la política pública de la paz total. Entre los dos actores del conflicto podría hablarse de al rededor de 10.000 hombres en armas de acuerdo con las cifras oficiales. Del otro lado lo que hay es un rechazo generalizado y abierto en la academia, en las cortes, y en los sectores políticos, incluso de algunos de los que se han mostrado cercanos al presidente. Este último es el caso de Juan Manuel Santos, quien el domingo pasado, ante las dudas por la vinculación de Juan Fernando Cristo al gabinete de Petro, dijo que no está de acuerdo con la Constituyente, explicó que no cree que ninguno de los cambios tenga que pasar por una nueva Constitución y se distanció de los no pocos funcionarios de su administración que fueron nombrados en este Gobierno.

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“En este grado de incertidumbre que vive el país, la propuesta de convocar una Constituyente es lo que menos necesitamos. Como lo he manifestado en diferentes ocasiones, dicha propuesta es inconveniente, innecesaria, y es meterse en un callejón sin salida porque no existen los tiempos, ni los votos, ni los argumentos. Solo una simple pregunta: ¿qué de la Constitución de la 91 es lo que no sirve para hacer lo que hay que hacer?, ¿qué es lo que hay que cambiar?”, dijo Santos categórico.

Luego se desmarcó de Cristo tras su llegada al Ministerio el Interior. “Ojalá le vaya bien para que al país le vaya bien. Pero él, como otros de mis exfuncionarios que han sido destacados con posiciones importantes han sido escogidos por sus cualidades y sus capacidades personales y no en representación del santismo, porque el santismo no existe”, agregó.

Los nueve puntos de Petro hablan de unas transformaciones en diferentes temas de su agenda e incluso de su Plan de Desarrollo. Pero ningún presidente ha tenido que proponer una nueva Constitución para darle cabida a su plan de Gobierno. La Constitución del 91, lejos de eso, fue un acuerdo liberal en un contexto social y político del país que se encontraba dando una guerra contra el narcotráfico y al mismo tiempo buscando la paz con movimientos como el EPL y el M19, que dejaron las armas para hacer la Constitución y pasar a la vida democrática.

El país recuerda aún la fotografía de Álvaro Gómez Hurtado, Conservador; Horacio Serpa, Liberal; y Antonio Navarro, ex M19, firmando y proclamando la nueva Constitución de Colombia. La otra enorme contradicción es que la Constitución del 91 es una de las más garantistas y plurales en derechos fundamentales y en el reconocimiento de la diversidad reivindicando a las comunidades indígenas, afros y a las minorías en general desde el preámbulo. Por esa razón el presidente realizó un acto simbólico en 2018 junto a Antanas Mockus, Angela María Robledo y Claudia López en el que firmó sobre unas piedras de mármol, como si se tratara de los diez mandamientos, que no iba a cambiar la Constitución. Solo pasaron seis años para que el jefe de Gobierno cambiara de opinión.

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En su último trino sobre el tema al cierre de esta edición, el mandatario volvió a hablar de “poder constituyente” y no de Asamblea Nacional Constituyente, en respuesta a una carta que varios líderes académicos y políticos firmaron rechazando la idea.

“El poder constituyente no lo convocan las personalidades. Eso es un contrasentido. El poder constituyente lo convoca el pueblo. El pueblo es el dueño del poder. Las personalidades son importantes pero para llegar a un acuerdo nacional que ni más ni menos significa que el acuerdo sea construir una democracia. Un camino pacifico de construcción nacional”, publicó.

Aquí el presidente emplea tres conceptos políticos que parecen complejos en su mensaje pero no lo son: poder, pueblo y poder constituyente. El poder constituyente, de acuerdo con los expertos constitucionalistas, es la gente; las personas que deciden hacer un acuerdo para elegir el poder y entregárselo a unos representantes que son justamente los constituidos. Por eso Petro ha hablado del poder constituido, todo el poder elegido y el Estado mismo, y el poder constituyente, que son los ciudadanos.

El problema en el discurso del mandatario es que cuando se refiere al “pueblo” habla de una masa que califica de homogénea y que pareciera querer representar solo a sus bases políticas. Está claro que esa es una idea lejana de la heterogeneidad del “pueblo” o de los ciudadanos que conforman el país. Por eso, en la Asamblea Nacional de 1991 se convocó a una diversidad de constituyentes que trataban de representar a todos los grupos étnicos, políticos, religiosos y sociales de Colombia, a tal punto que el acuerdo alcanzado fue firmado entre los dos partidos que por todo el siglo anterior se habían disputado el poder hasta en guerras civiles: los liberales y conservadores, y que se sentaron a incluir a otros sectores religiosos, indígenas y a los miembros de una guerrilla que acababa de dejar las armas. El pueblo no es solo los electores del presidente.

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El expresidente de la Corte

EL COLOMBIANO habló con el expresidente de la Corte Constitucional, Luis Guillermo Guerrero, quien dirige el Departamento de Derecho Público de la Universidad Javeriana. Guerrero asegura que si el mecanismo para convocar en el país una Asamblea Constituyente no es el que establece hoy la Constitución, las instituciones democráticas en Colombia estarían en riesgo.

¿Cómo recibe esta conversación que se está dando en el país sobre una Asamblea Constituyente convocada por el Gobierno pero que eso en algún momento pudiera darse también a través de un mecanismo extraconstitucional?

Yo coincido con las múltiples voces que se han manifestado contrarias a esa posibilidad. Considero que es inoportuno, que no tiene claridad en sus propósitos y tampoco en sus mecanismos. No es claro por qué vía se plantea ese movimiento. Por un lado, la Constitución plantea la posibilidad de una Asamblea Nacional Constituyente y eso fue lo que dijo el ministro entrante pero esa es una posibilidad sumamente compleja. Lograr una Asamblea Constituyente requiere un proyecto de ley con mayorías calificadas en el Congreso, luego que el electorado se pronuncie con más de 13.5 millones de votos a favor de la Asamblea. Previamente tiene que haber control de la Corte Constitucional. Eso se hizo así por que la Asamblea es realmente excepcional para hacer cambios trascendentales de envergadura y por eso la sociedad debe hacer procesos muy amplios y consensos. Uno no advierte que esa sea una posibilidad hoy que esté al alcance, no veo al Gobierno con esos consensos ni la convocatoria.

El presidente habla de nueve puntos entre los que están educación, salud, pensiones, reforma agraria, descentralzación. ¿Eso se puede hacer en la Constitución del 91?

Yo creo que la Constitución del 91 tiene los instrumentos que permiten adelantar esos cambios. En el Congreso se impulsó la reforma a la salud, la pensional, la laboral. No parece adecuado que cuando una reforma se tramita dentro del Congreso y no se logra aprobar, entonces lo que toca hacer es generar una Asamblea Constituyente. No, lo que cabe es generar los acuerdos y los consensos necesarios para impulsar las reformas en lo que sea posible. Por ejemplo, en la reforma a la educación se había avanzado en algunos acuerdos y finalmente se rompieron esos acuerdos y se paró. Se requiere es esa labor de construcción y aproximación con diferentes sectores. Eso se puede hacer con la Constitución vigente. Los ajustes que se requieran se pueden hacer vía reforma constitucional en el Congreso que es mucho más sencillo.

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Hay unos sectores muy cercanos al Gobierno que han hablado de la convocatoria de la Constituyente vía decreto y ya hay una teoría jurídica al respecto. ¿Si se convoca de esa manera las instituciones democráticas se ponen en riesgo?

Efectivamente. Distingo dos escenarios realmente. Uno es el de convocar a una Asamblea por fuera de los canales previstos en la Constitución invocando el Acuerdo de Paz con las Farc. Yo creo que para eso existen los controles. Un decreto de esa naturaleza tendría que ser examinado por la Corte Constitucional. El otro escenario es más complejo y es ambiguo y gaseoso; es el de la invocación del poder constituyente como un poder permanente, que es la expresión del pueblo y que es previo a la Constituyente. Eso sí implica mucha inestabilidad e incertidumbre porque implicaría realmente una ruptura constitucional. Cualquier transformación que quiera hacerse en la sociedad colombiana debe tramitarse por la vía que la Constitución ha previsto.

Los caminos de Petro

En conclusión, el presidente está en una encrucijada entre pocos apoyos políticos y otros cuestionables. Al mismo tiempo el debate sobre la Constituyente para los temas que propone, todos reformables dentro de la Constitución del 91, podría leerse como un distractor y un freno al desempeño del Gobierno que ya tiene bajos indicadores de ejecución presupuestal y entrega de resultados.

A dos años del Gobierno, la idea de dar un debate sobre un nuevo contrato social es difícil de comprender, mucho más con el balance positivo para la administración en el último semestre legislativo. Aunque una de las reformas más importantes para el mandatario, la de Salud, se cayó en tercer debate, las otras grandes apuestas de cambio sí pasaron, como la reforma pensional, o están vivas y con apoyos certeros en el próximo semestre, como la laboral.

El presidente ha dicho en reiteradas ocasiones que no quiere reelegirse, pero también dijo en 2018 que no cambiaría la Constitución y hoy casi que todo el énfasis de su estrategia comunicativa está orientada hacia esa propuesta. Con tiempos cambiantes también se modifican las ideas del presidente que parecían rocas sobre la tierra.

Lo cierto es que por ahora, a falta del reemplazo en los próximos meses de cuatro sillas en la Corte Constitucional, parece haber con consenso generalizado de sectores académicos, de la justicia y del país político en rechazar la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, en el Congreso difícilmente se lograrían mayorías calificadas para aprobar la propuesta, y con los resultados de popularidad del mandatario es realmente poco probable que logre 13.5 millones de votos para convocarla.

Esto, en cualquier caso, si se hace como dijo el ministro Cristo, dentro de los procedimientos legales que existen hoy. Si no es así, en la línea del exmagistrado Guerrero, lo que podría haber es un riesgo de ruptura institucional.

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