Planteado de otra forma, este asunto podría comenzar con una pregunta: ¿cómo es posible convertir un hecho policial (la vieja y querida crónica roja) en un hecho (o un artefacto) artístico?
La respuesta se puede encontrar en una ingente cantidad de experiencias creativas, desde Marcel Duchamp hasta el tumultuoso mundo de la factoría de Andy Warhol, por citar dos extremos que devinieron hitos ineludibles del arte contemporáneo.
Pero en este caso, todo comienza con una historia policial que tiene al artista Justin Timberlake como protagonista.
Si vas a tomar, porfa, no manejes
En horas de la madrugada del martes 18 de junio, el cantante Justin Timberlake, reconocida estrella del firmamento pop, salió de un encuentro con amigos en el American Hotel en Sag Harbor, Nueva York, con varias ��copitas” encima. Subió a su auto y condujo algunas cuadras, pero, como informaron varios testigos, en condiciones “no muy seguras”, extrañas.
Los patrulleros que estaban apostados en las inmediaciones del hotel enseguida se percataron de las maniobras temerarias de Timberlake, encendieron las sirenas y las luces de sus coches y lo interceptaron.
Cuando los efectivos quisieron hacerle la prueba de alcoholemia, la situación se complicó. Timberlake se negó, “se puso terco”, y, al ver la situación se ponía cada vez más tensa, varios amigos del artista se acercaron e intentaron convencer a los uniformados de que no lo arrestaran.
Pero no pudieron. Evidentemente, el hombre estaba con “una curda de novela” (esto lo hubiera dicho algún uruguayo en “el lugar de los hechos”) y no hay famoso que esté por encima de la ley, salvo el señor Trump y sus pretensiones patriarcales.
Varios medios neoyorquinos y luego los portales de alcance planetario dieron cuenta del episodio, y algunos informaron que la policía tiene todo registrado con las cámaras corporales que suelen llevar los efectivos. Así las cosas, Timberlake “marchó en cana”.
Del escándalo a la galería
Esta noticia primero pasó por las páginas de la crónica policial y, previsiblemente, casi enseguida copó los programas (radiales y televisivos) y sitios web dedicados a la farándula y el espectáculo (o al espectáculo de la farándula), donde se exhibió la foto del arresto: un retrato de cantante con “cara de pocos amigos”.
Aunque todavía falta aquella entrevista que descubra los entretelones más íntimos de su proceso creativo, cabe especular que el artista Godfrey Lohman pensó, en inglés, claro, pero con lógica rioplantense: “Con esto me paro para toda la cosecha”.
Entonces, con la foto en sus manos apeló a las marcas estilísticas y recursos técnicos para el tratamiento del color más clásicos (y reconocibles) del arte pop “made in Warhol factory” y urdió una serie de obras de reproducción limitada que tituló “Tuesday Night Out Featuring Justin Timberlake”.
Terminada la creación (quizás en tiempo récord), la presentó en la galería neoyorquina Romany Kramoris, que está muy cerca del lugar donde detuvieron a Timberlake. Y el responsable de esta institución, Romary Kramoris, la contempló, la analizó, le vio un filo comercial y publicitario, y, como contó al medio “PageSix”, exclamó: “¡Dios mío! ¡Es simplemente genial!”.
La obra “Tuesday Night Out Featuring Justin Timberlake” marchó directamente a las paredes de la galería.
Los testimonios son elocuentes: el éxito fue inmediato, la gente hace cola para ingresar a la galería y no faltará quien esté dispuesto a pagar 520 dólares (tal el precio que le pusieron) para tener el retrato intervenido con técnicas pop-art en un lugar destacado de la casa.
Qué saldo queda
En el plano artístico y estético, en función de algunas malas reproducciones que circulan por internet, la proyección de esta obra de Godfrey Lohman quizás tenga “vuelo corto”.
Sin embargo, hay otros frentes de reflexión que se abren. ¿Cómo analizar este tipo de fenómenos? ¿Cuáles son los canales por los que ahora se conectan la(s) cultura(s) popular(es) con la creación artística? ¿Siguen vigentes los “clásicos” esquemas y variables de fruición y valoración de un hecho estético (o con intención estética)? ¿Cómo es la experiencia actual de esa íntima correlación entre negocio, creación artística y cultura, que tiene una frondosa historia desde que Occidente es Occidente?