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Fin de curso, WhatsApp y regalos a los profesores: ¿se nos está yendo de las manos?

Muchos padres y madres se encuentran ante el dilema de ser el raro del grupo por no querer participar, otros actúan por inercia y se unen a la iniciativa y otros tantos no entienden esta nueva moda que, desde hace años, vuelve una y otra vez a las aulas

Varios niños y niñas celebran el fin de curso.
Varios niños y niñas celebran el fin de curso.skynesher (Getty Images)

Muchas veces, como padre, uno se encuentra en el dilema de no ser el “raro” del grupo ni que señalen a su hijo por no regalar. Sin embargo, quien es contrario a regalar, sea por el motivo que sea, se siente presionado por el grupo y entonces, ¿qué se enseña a los hijos si los padres callan una opinión o un desacuerdo frente a otros? ¿Se debe actuar siendo fieles a las convicciones o regalar porque sí y desenfocar el significado? Este es el caso de Aitor Arrilucea, fontanero y padre de un niño de cuatro años y otra de tres: “Hacemos reuniones para exponer algunos temas del curso y no este, aunque sea tomándonos un café. ¿Y los que tenemos más de un hijo? Ve sumando. Además, aunque te digan que no estás obligado a participar, el hecho de salir del grupo penaliza de algún modo”, expone Arrilucea, quien destaca que debería premiarse tan solo la labor de los niños.

Por su parte, Kevin Van Wijk, jugador de baloncesto holandés y padre de un niño de seis años, considera que el tema de los regalos debería ir en función de lo que signifique el profesor para los niños y los progenitores. “Si el profesor hace un buen trabajo, uno puede plantearse hacerle un obsequio. No obstante, ser educador es una profesión como otra. En mi caso, si hago un buen partido, nadie viene a pagarme una cena. Alguien puede hacerlo una ocasión puntual, pero no por norma”, afirma Van Wijk. Y añade que está bien gastar dos o tres euros por familia, aunque puede acordarse no regalar cada año. En Holanda, su país de origen, no se aborda este tema en grupo. “Si algún padre quiere regalar a nivel particular al profesor, bien. Pero cuando yo era niño esto no se hacía, menos si el profesor no te gustaba”, analiza el jugador de baloncesto.

Regalar al profe, una moda que ha cogido fuerza los últimos años

Alma García, diplomada en Magisterio y licenciada en Psicopedagogía, habla de moda en los últimos años en lo que concierne a este tipo de regalos. “Cuando esto ocurre se pierde autenticidad y regalar es algo verdaderamente auténtico. Regalar es un extra que se hace por agradar, establecer un vínculo, mejorar una relación o agradecer. Regalas porque quieres”, asevera la experta en desarrollo infantil, terapia emocional y terapia de aprendizaje. En épocas pasadas, si existía un lazo real con un profesor, él lo notaba. Hoy en día los padres pueden hablar mal de profesor y regalarle a final de curso. Frente a esto, García, con formación en neurociencia, esclarece que enviamos mensajes contradictorios a nuestros hijos y olvidamos que actúan por imitación y repetición. “Hemos ritualizado algo que ha de ser voluntario”, explica esta psicopedagoga.

Efectivamente, “parece que el hecho de regalar a un profesor está institucionalizado”, comenta Alexia Eiras, profesora de secundaria en Ourense (Galicia) y madre de un niño que cursa sexto de Educación Infantil (equivalente a tercero de Educación Infantil en otras partes de España). “A muchos nos da apuro recibir regalos. Suele hacerse más en infantil y primaria. No estoy en contra de que se regale, aunque vería mejor que los niños preparasen algo que les naciese y se divirtiesen haciéndolo”, reflexiona.

Cristina Navarro, empleada de supermercado y madre de una niña de seis años, lo tiene claro e interpreta que, ante una buena experiencia con el tutor, el regalo es viable. Pero indica que en su grupo los padres decidieron preparar algo donde sus hijos estuviesen presentes y encargaron un cuento con fotos de los niños, siendo ellos los personajes. “Creo que es algo más personal y emotivo y la profesora puede recordar a sus alumnos”, comenta Navarro. “Regalar es una cuestión muy personal y cada progenitor debe poder decidir sin presiones”, asegura Lorena Cid, guardia civil, cuya hija mayor se encuentra terminando el curso de sexto de infantil. “En nuestro grupo se dejó claro desde el principio que no era obligatorio y así lo veo yo. Opino que con lo que regalemos al profesor puede sentirse aludido respecto a su labor”, argumenta Cid.

Ante este dilema, son muchos los padres que, incluso, llegan a exponer su preocupación en terapia. “Para regalar hay que preguntarse por la motivación, como el trato a los niños... El regalo supone dar gracias”, sostiene Sandra García, psicóloga sanitaria y psicoterapeuta. La experta incide en que los padres deben tener claros los valores a trasmitir a los hijos para que actúen con otros en el futuro, de un modo espontáneo, emotivo, forzado o material. “Es bonito que los menores se expresen con naturalidad y el profesor dará valor. Seguramente cada uno podemos recordar a ese educador que nos marcó en nuestra niñez y por qué lo hizo, como por una caricia o sonrisa. Regalando algo material no puede asombrarnos que los niños lo soliciten para ellos por sus notas”, termina esta psicóloga.

Por último, Silvia Fernández, responsable de calidad y administración, no encuentra necesario ni ético regalar a alguien por desempeñar su profesión. “En empresas privadas y ciertos cargos de responsabilidad ha de firmarse que no se aceptan regalos. En el ámbito público considero que estamos tan habituados a recibir un trato inadecuado, que cuando algo es meramente normal nos parece extraordinario y creemos que estamos obligados a dar las gracias con un regalo”, aclara Fernández, madre de un niño de seis años. Para ella es un tema que compete a los niños y opina que los adultos deberían estar al margen. “Es muy complicado hacerle entender a un niño que vas a hacer algo diferente a otros por principios. Así que la mayoría, aunque no estemos de acuerdo con el hecho, aceptamos. Pienso que algo material por norma interna y por decreto, independientemente de la valoración del trabajo del educador, es contraproducente para la educación y ejemplo a nuestros hijos”, concluye Fernández.

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