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El síndrome del padre o la madre ausente y su impacto en el desarrollo de los niños

La carencia afectiva provoca la constante búsqueda de aprobación, así como inseguridad e insatisfacción que pueden derivar en rebeldía contra todo. La clave para evitarlo es dedicar a los hijos tiempo de calidad y atención plena

A little playing doctor at home
Los padres ausentes en la vida de sus hijos durante la infancia dejan una huella emocional que les puede afectar en el futuro.Catherine Delahaye (Getty Images)

El síndrome de padre o madre ausente se refiere a progenitores que no están presentes durante la infancia de sus hijos, lo que tiene consecuencias en el desarrollo del menor. Esta situación puede deberse a diversas causas. “Largas jornadas de trabajo, traslado laboral, separación, divorcio complicado o fallecimiento. No obstante, la ausencia del padre o de la madre no siempre se da por estos motivos, muchas veces se trata de una ausencia emocional”, describe Iosune Mendia, psicóloga infantojuvenil en San Lorenzo de El Escorial (Comunidad de Madrid). Esta situación familiar influye en el niño de diferentes maneras. “La falta de cariño impacta directamente en su desarrollo afectivo, físico y mental y en todos los casos queda la sensación de abandono”, añade la experta.

Además de no estar presentes físicamente, los padres ausentes emocionalmente se caracterizan por otros comportamientos. “No ejecutan ninguna función en el ámbito familiar, delegan en su pareja la autoridad y la aplicación de límites, así como el cuidado y el sostén emocional. En ocasiones, se desvinculan de la crianza o manutención y no establecen lazos afectivos”, puntualiza esta especialista.

Los progenitores que no están presentes en la vida de sus hijos durante la infancia dejan una huella de carencia afectiva. “Se traduce en una sensación de malestar, soledad y vacío producido por esa necesidad de amor no cubierta, así como en la búsqueda de aprobación constante para llenar ese hueco”, explica Mendia. La falta de modelos paternos también influye en aspectos de la personalidad del menor de cara a relacionarse con el mundo que le rodea. “Se trata de niños que son más inseguros. Tienen baja autoestima y dificultades para gestionar sus emociones y afectividad. A lo largo de su vida suele aparecer la tristeza, la depresión, la falta de interés, un peor rendimiento académico, la desmotivación o el pasotismo”, destaca. Además, la psicóloga inicide en que se puede dar inseguridad, que se puede enmascarar y mostrar con un exceso de confianza, arrogancia, agresividad o rebeldía como manera de tapar los sentimientos dolorosos.

Cómo evitar ser padres ausentes

Los niños necesitan pasar tiempo con sus progenitores y que este sea de calidad. “Precisan contacto físico a través de gestos de cariño o compartiendo actividades manipulativas, como cocinar, porque los aprendizajes relacionados con la afectividad no se consiguen a distancia”, asegura por su parte Azucena Díez, especialista en pediatría y psiquiatría infantil y adolescente y directora de la Unidad de Psiquiatría de la Clínica Universidad de Navarra.

La también miembro de la junta directiva de la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de Pediatría explica que cuando las circunstancias impiden pasar tiempo con los hijos, conviene compensar esa menor cantidad de horas con la calidad: “En estos momentos, es aconsejable que haya atención plena y evitar pretender hacer varias cosas diferentes a la vez, ya que se puede generar frustración y culpa en los padres”. Esta pediatra y psiquiatra aporta varias pautas para casos en los que los padres tienen que ausentarse por cuestiones ajenas a su voluntad, como el trabajo o el cuidado de otras personas. Díez apunta cuatro consejos:

  1. Transmitir a los hijos que se trata de una situación temporal y no de algo permanente.
  2. Compensar la ausencia de uno de los progenitores con la presencia del otro y organizarse para hacer turnos, porque para los niños la ausencia de ambos padres les resulta más complicado.
  3. Transmitir un mensaje de cariño incondicional, explicándoles la situación con mensajes como: “Te quiero mucho y me encantaría poder estar contigo”.
  4. Dedicarles tiempo de atención plena cuando se está con ellos. No es necesario hacer grandes planes, porque no se trata de compensar las ausencias. Los niños buscan en muchas ocasiones que sus padres estén con ellos en casa tranquilamente.

¿De hijos con padres ausentes, futuros adultos que repiten el modelo?

Cuando los niños han tenido el patrón familiar de padres ausentes lo habitual es que cuando sean adultos y tengan hijos repitan las mismas conductas con las que se han educado. “Probablemente, serán personas que en su necesidad de encontrar afecto y una figura materna o paterna establecerán relaciones tóxicas. Tendrán miedo al abandono, por lo que tenderán a buscar relaciones de dependencia emocional basadas en la hostilidad y la desconfianza”, expone Mendia.

Estos futuros progenitores suelen tener varios comportamientos con su descendencia. Por ejemplo, según cita Mendia, corren el riesgo de presentar dificultades para establecer vínculos sanos y fuertes con sus hijos, convirtiéndose también en padres y madres ausentes o que pasan al otro extremo y son sobreprotectores.

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