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día del trabajo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

No todos los días son buenos en una escuela infantil

A pesar de ser una profesión vocacional, los bajos sueldos y malas condiciones desmotivan a un sector esencial en el desarrollo de nuestros hijos

Tres niños, de espaldas, se lavan la manos en la guarderia Els Tres Tombs de Barcelona.
Tres niños, de espaldas, se lavan la manos en la guarderia Els Tres Tombs de Barcelona.Consuelo Bautista

Desde niña lo tuve claro, siempre quise dedicarme al mundo de la educación, de algún modo mi paso por la escolarización obligatoria, el instituto y, posteriormente, la universidad potenciaron si cabe aun más mi disconformidad con el funcionamiento de uno de los pilares fundamentales de nuestra sociedad, el sistema educativo. Lo tenía claro. Con seis años inicie mi pequeña revolución en el colegio porque yo tenía que jugar y no estar sentada toda la jornada escolar aprendiendo a leer y a escribir. Hoy sabemos de la importancia del juego en el aprendizaje.

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Empecé estudiando Educación Infantil, apasionada del mundo 0-3, culmine mis estudios con una sensación extraña, solo con los años conseguí entender por qué decidí seguir formándome en busca de respuestas.

Dejé aparcada la posibilidad de trabajar como educadora infantil hasta el nacimiento de mi primera hija, su temprana escolarización y el estreno de la maternidad me devolvieron el entusiasmo por trabajar en esta etapa.

Comencé entonces a trabajar en mi primera escuela infantil y me di cuenta de que nada había cambiado, habían pasado casi 15 años y todo seguía igual, las ratios desmesuradas y posteriormente aumentadas, el bajo salario, las precarias condiciones laborales de algunas escuelas y el poco reconocimiento social.

Parece increíble que los estudios hayan avanzado tanto y cada día sea más irrefutable la importancia que tiene la educación infantil 0-3 y lo poco que se ha avanzado y considerado la necesidad y la urgencia, de tener unas condiciones laborales justas para el desempeño del trabajo de los profesionales de esta etapa.

El mayor desarrollo del cerebro ocurre durante los tres primeros años de vida, es una etapa fundamental para el desarrollo afectivo, psicomotriz, cognitivo, social y moral, no hace falta decir que nuestro trabajo en esta etapa es esencial y de vital importancia.

Cada vez me encuentro con más profesionales de este sector que han cambiado su mirada, cada día más conscientes de lo que los niños necesitan, más formados, innovadores, frustrados, desalentados porque la sociedad no nos acompaña.

¿Quién se ocupa de nuestras necesidades? Y lo más importante ¿quién se ocupa de las necesidades de los más pequeños?

Así me he sentido muchas veces y es difícil encontrar aliento cuando solo tu empeño, tu vocación y tus sueños te acompañan, horas y horas de paseos y conversación junto a mi compañera y excelente profesional Tita, muchas horas de insomnio, pensando en cómo podemos cambiar el mundo, al menos el pedacito que nos toca.

En mi recorrido, encontré mi mayor regalo, la voz que por fin dio sentido a mis pensamientos sobre la práctica educativa, mi querida Marisa Moya (precursora de Disciplina Positiva España), admirable profesional y mejor persona, que trabaja sin descanso junto a otros muchos más profesionales por una infancia más humanizada.

Entonces entendí la importancia del amor y el respeto mutuo, de la necesidad de crear un buen clima en el aula, de encontrar el equilibrio entre la amabilidad y la firmeza. Y sobre todo el magnífico aprendizaje que podía regalar cada día a mis pequeños alumnos, aún si cabe, con más ilusión pero también con más impotencia.

Mi principal motor son ellos, su inocencia, su mirada, sus besos cada mañana, sus progresos, sus caricias, sus enfados y sus logros.

Reconozco haber flaqueado, he pensado en más de una ocasión abandonar mi profesión, pero Marisa me ha enseñado a trabajar desde mi pequeña parcela, sembrando poco a poco lo que espero que mañana sean las raíces para un futuro mejor, más humano, más respetuoso y más justo. Ahora me siento más capaz, más fuerte y segura.

Queridos profesionales que trabajáis en escuelas infantiles, que os dejáis la piel en el aula cada día, mi mayor reconocimiento y admiración para todos vosotros, ojalá algún día nos valoren de manera justa.

*Ruth Alfonso Arias. Educadora Infantil. Educadora de Familias de Disciplina Positiva.

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