Un paseo por los bouquinistes de París

Los puestos de libros antiguos de segunda mano protagonizan una de las estampas más icónicas de la capital francesa.

Un paseo por la capital francesa para los amantes de los libros

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Como en un fotograma de Jean-Luc Godard, estos míticos vendedores de libros antiguos de segunda mano y sus misteriosos cajones de color verde (en tono wagon tal y como dictan las normas), se funden en el bucólico paisaje de la ciudad y el resto del mobiliario urbano, al igual que las fuentes Wallace y las columnas Morris.

Cada mañana, al despertar de París, o pasado el mediodía, comienza el ritual. Al son del rechinar de sus bisagras, más de 200 bouquinistes, anclados a lo largo del río Sena, abren alrededor de 1.000 cajas de madera y metal para mostrar con orgullo su rico contenido, en una charmante puesta en escena, casi teatral.

En ellos encontrarás libros, grabados, sellos, revistas especializadas...

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A diario, esta gran librería al aire libre, la mayor del mundo, presume de su magia en las dos orillas de río, formando un promenade literario de **casi cuatro kilómetros, a lo largo de los distritos I, IV, V, VI y VII. **

Descubiertos hasta la puesta de sol, principalmente posicionados en la rive gauche -orilla histórica por albergar editores, grandes libreros y universidades-, habitan extensiones intermitentes que van desde el quai de la Tournelle, coincidiendo con el Institut du monde arabe, hasta el quai Voltaire, a la altura de la rue du Bac. En la rive droite, se hayan igualmente por tramos, desde el sobrio pont Marie hasta el majestuoso quai du Louvre.

Dicha bella tradición parisina de comercio ambulante de libros nace en el siglo XVI. Tras el desarrollo de la imprenta, éstos empezaron a exponer sus ejemplares en el suelo, en caballetes, sobre telas o llevados en cestas en bandolera. Tras un periodo complicado, retoman su auge a mediados del siglo XVIII, coincidiendo con la integración del términobouquiniste en el diccionario de la Académie Française.

Se reunían en el Pont Neuf, imponente puente de piedra, entonces gran centro lúdico de lecturas, animaciones musicales y espectáculos. Bajo el Premier Empire, se expanden sobre los muelles del Sena, aprovechando las obras urbanísticas de sus calles y el embellecimiento de los mismos, como el **quai de la Mégisserie o el quai de Gesvres. **

Podrás encontrarlas a orillas del río

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Posteriormente obtienen la autorización de su actividad, la concesión para instalarse en lugares fijos, y con el tiempo, el permiso para dejar guardada su mercancía durante la noche. Por fin, los famosos cajones toman la forma, las dimensiones y el color que conocemos.

Estas charmantes instituciones parisinas, reconocidas como patrimoine culturel immatériel français, aún muestran con ahínco, sus tesoros, 300.000 obras literarias, antiguas y contemporáneas, grabados, sellos, revistas especializadas y estampas de colección.

Pero amenazados de extinción, se ven forzados a ceder el paso a un género más rentable. Así todo tipo de recuerdos, imanes, tarjetas postales y llaveros de la Torre Eiffel se posan sin pudor junto a respetados tomos de los grandes clásicos franceses como Victor Hugo, Zola, Edmond Rostand o Antoine de Saint-Exupéry.

Hoy, estos apasionados de los libros (bouquins), explotan un espacio de bouquinistes de los muelles del Sena, en ocasiones una arraigada vocación que se transmite de padres a hijos. Tras la aprobación de su candidatura por parte del ayuntamiento, adquieren su derecho.

No pagan alquiler ni impuestos pero deben respetar un reglamento, entre sus principales obligaciones, deben abrir al menos cuatro días a la semana, cada uno puede acceder a un máximo de 4 boites que se extienden en unos 8 metros, de los cuales solo uno de ellos puede dedicarse a la venta de souvenirs.

Sin ellos París y el Sena no serían lo mismo

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El arduo, a la vez que poético oficio de bouquiniste, reúne a soñadores, antiguos licenciados en letras o del conservatorio, exalumnos de la escuela del Louvre, profesores o profesionales de diversas índoles que comparten su curiosidad intelectual en un pausado compás, que prioriza el contacto humano y el intercambio cultural.

Estos ancestros de los étaleurs y los colporteurs, conforman un inspirador oasis alejado de frenético ritmo de la capital y de las nuevas tecnologías. Su éxito depende de su don por chiner, su búsqueda para constituir su stock en los salones del libro, en los vide-greniers o en las casas de subastas. La capacidad limitada de las boîtes les incita a su especialización, reflejo de su alma y personalidad, sus gustos, sus lecturas y su historia.

Así Bernard T., se decanta por novela policiaca y la ciencia ficción; Stéphane R., situado en el quai des Grands-Augustins, se inclina por los comics y Michel B., invita a descubrir sus ediciones originales. Por su parte, Jérôme C., localizado en el quai de Conti, preside la Association culturelle des bouquinistes de Paris.

En tu próximo viaje a la Ciudad de la Luz, además de visitar Montmartre, los Campos Elíseos o el quartier de Le Marais, divisa la bonita estampa de Notre-Dame desde el Quai de Montebello, entre dos cajones repletos de libros. Acércate a los bouquinistes, bucea entre sus obras, cuidadosamente envueltas en celofán para evitar su deterioro, y dirígete a sus libreros.

En tu próximo viaje a la Ciudad de la Luz, acércate a los bouquinistes

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Éstos, lidiando las inclemencias del tiempo, sentados en tumbonas plegables frente a su preciado imperio, te recibirán encantados para cambiar impresiones, charlar, revelar algunas anécdotas de su singular métier y mostrar con honra sus bienes. Seguramente te harás con algún valioso ejemplar y quizá encuentres un merle blanc. Le bonheur!

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