A propósito de Woody Allen: de Nueva York a San Sebastián

El cineasta abrirá el Festival de San Sebastián y triunfa con sus memorias.

Una escena de 'Manhattan' (1979).

Entertainment Pictures / Alamy Stock Photo

Al mencionar a Woody Allen la mente viaja de inmediato a Nueva York, la magnética ciudad que ha poblado tantas de sus películas. Leyendo su autobiografía A propósito de nada (Alianza editorial), al lector le llueven esas icónicas vistas de los imponentes rascacielos del Upper East Side, los vistosos colores del Central Park o las románticas escenas con el puente Queensboro de fondo, pero sobre todo se palpa el inquebrantable amor que el director siente por la ciudad que le vio nacer.

Aquel niño que, según él mismo dice, sabía escribir antes que leer y que fue un pésimo estudiante a pesar de tener un alto coeficiente intelectual, era más bien solitario y sus padres no le llevaron jamás a un espectáculo o un museo.

Es imposible que no se le escape al lector más de una risa por la forma que el también guionista y actor rememora su infancia en Brooklyn, donde soñaba fascinado con el glamouroso Manhattan que veía en las películas de su cine de barrio en los años 40. Hasta los siete años no cruzó el río que separa su barrio del corazón de la Gran Manzana y a los 11 ya se escapaba regularmente de la escuela para pasearse por sus calles.

La esperada autobiografía de Allen, un fenómeno este verano.

Alianza Editorial

Sobran razones para leer la autobiografía del neurótico neoyorquino y los que van buscando el morbo de su réplica a la acusación de abusos de su hija adoptiva Dylan, pueden saltarse directamente las primeras 250 páginas (más o menos) de las 439 que tiene el libro y que ya va por su quinta edición en España. Pero, aparte de ser una pena perderse cómo describe a ese niño tímido que se abrió paso con su ingenioso sentido del humor, el lector, ya sea fan o no de su cine, entenderá cómo tanto Nueva York como las otras ciudades en las que ha rodado acaban siendo un personaje más de su película, no solo un mero decorado.

Allen, cuyo único atributo que se reconoce es tener un par de gafas de montura negra, sumado a un don para apropiarse de citas eruditas tan complejas que ni él entiende pero con las que puede dar la engañosa impresión de que sabe más de lo que sabe, relata que comenzó a leer y escuchar música más allá del jazz, su otra gran pasión, para poder ligar con las chicas bohemias que le gustaban.

En el Festival de Cannes, en 2016, con el equipo de 'Café Society'.

Alamy

Además, algunos esos museos por los que se interesan los protagonistas de sus películas los conocía desde que era niño, pero no debido a un innato interés artístico, sino porque fueron su refugio cuando huía del tedio de la escuela, ya que eran baratos y en invierno había calefacción. El MoMA, por ejemplo, le gustaba especialmente porque se quedaba a las sesiones de cine.

Museos, librerías, cines de barrio, restaurantes icónicos y hoteles emblemáticos de una Nueva York que ya no existe desfilan por las primeras películas del realizador. Con su cine muchos espectadores han tenido la sensación de conocer la Gran Manzana como si fuera su propia ciudad. Además, al rodar prácticamente una película al año desde fines de los 70, el espectador ha sido testigo directo de la transformación de esa fascinante urbe.

“Mis personajes se despiertan y las cortinas de sus dormitorios se abren para exhibir la ciudad de Nueva York con sus altos edificios y cada una de las excitantes posibilidades que ofrece (…)”, explica Allen en la autobiografía.

En la mítica 'Annie Hall', con Diane Keaton.

D.R.

Resulta imposible no quedar cautivado por ese Manhattan que muestra, razón por la cual numerosas rutas turísticas han incorporado rincones escogidos por el director. Incluso se publicó hace diez años una guía con los lugares más destacados de la ciudad que han aparecido en sus largometrajes: El Nueva York de las películas de Woody Allen (editorial ELECTA).

El cineasta afirma que lo que ha tratado de hacer con Manhattan en las películas que transcurrían en Nueva York es “mostrarlo con amor”, una máxima que también replicaría en las otras grandes ciudades que abrazaron su cine.

Precisamente fue su debut detrás de la cámara, What’s New Pussycat?, el que lo lleva por primera vez a viajar al extranjero. La comedia se rodó en Francia a mediados de los 60 y le permitió conocer a cuerpo de rey Londres, París y Roma, ciudades que varias décadas después le acogerían como un miembro del exclusivo club de esos grandes maestros con los que la aristocracia de Hollywood anhela trabajar.

Con su estatua, en Oviedo.

Cordon Press

Londres le encantó –asegura en la autobiografía–, París fue “amor a primera vista” y Roma “cumple todas las expectativas”. La neurótica varita mágica de Allen tocaría todas esas capitales a pesar de que –según él mismo afirma– sufre ansiedad si no se encuentra “a tiro de piedra del hospital de Nueva York”.

A mediados de los 90, cuando ya había estallado el escándalo por los presuntos abusos a su hija (que posteriormente las autoridades desestimaron) y se conoció su relación con Soon-Yi, su actual esposa, hermana de Dylan, e hija adoptiva de su entonces pareja Mia Farrow, Europa, ese territorio donde el director era venerado, se convirtió en una suerte de refugio laboral.

Rodó en París, Venecia y Nueva York el musical Todos dicen I Love You y lo hizo incorporando lugares muy identificables como el puente de Rialto o el Gran Canal de Venecia, el teatro nacional de Chaillot en París o la Quinta Avenida en Manhattan. Su mérito consistía en que esos lugares se integraban en la trama, lejos de parecer una sucesión de postales.

“¿Qué se puede decir de una película cuya realización implica tener que trabajar en Venecia, París y Manhattan y besar a Julia Roberts? Fue un placer de principio a fin”, afirma Allen en la autobiografía.

En el rodaje de 'Vicky, Cristina, Barcelona'.

Gtresonline | Texto: Carolina G. Miranda

“(…) Me di el gusto de trabajar en ciudades que me encantaban y de mostrar Manhattan durante las cuatro estaciones, una isla que es un placer fotografiar en cualquier época del año. Por eso digo que para mí lo único divertido del mundo del cine reside en la realización de la película. En el acto de trabajar, de despertarme temprano, de rodar, de disfrutar de la compañía de hombres y mujeres brillantes, de resolver problemas que no son fatales si no los subsanas, de contar con grandes vestuarios y una música fabulosa”, añade el cineasta resumiendo además su concepción del oficio.

Unos pocos años después, en 1997, la romántica ciudad de los canales fue el lugar escogido para casarse con Soon-Yi. Además, allí regresaría varias veces para estrenar su nueva película en el Festival de Venecia. Su luna de miel la pasó en el Ritz de París.

El éxito de algunos filmes rodados fuera de su querida Manhattan hizo que le empezaran a llamar de distintos países para financiar sus películas a cambio de rodar allí. “Yo estaba más que feliz de poder trabajar de esa forma y a mi esposa le encantaba la oportunidad de vivir en el extranjero con las niñas y conocer realmente diferentes culturas”, explica.

'Midnight in Paris', la carta de amor de Woody Allen a la capital francesa.

D.R. | Texto: Carolina G. Miranda

Lo importante para el director era poder vivir “decentemente” con su mujer y sus dos hijas (adoptadas) durante los tres o cuatro meses que le llevaba rodar la cinta. “Londres fue un gusto; Barcelona, un sueño. Si hubiera recibido una oferta de, digamos, Thiruvananthapuram, sin duda la habría declinado. Cuando me llegaron señales desde París, prometiéndome que podría rodar allí con todas las facilidades y una cooperación total, podéis imaginar lo rápido que saqué el contrato del bolsillo trasero y firmé”, relata en el libro.

El turismo de la capital francesa también se benefició del tirón que hace un tiempo suponía que Woody Allen plantara su cámara en una determinada ciudad. El éxito de Midnight in Paris y la sucesión de lugares emblemáticos que aparecen en la cinta como la catedral de Notre Dame, el museo Rodin, el de l’Orangerie o la plaza de Vendome, hicieron que se creara también una ruta turística con los lugares donde había rodado el neoyorquino.

Y lo mismo sucedió años antes con las películas rodadas en Londres Match Point y Cassandra’s Dream, así como con Vicky Cristina Barcelona, la cinta que le dio el Oscar a Penélope Cruz, que avivó aún más el interés por la capital catalana y puso en la órbita hollywoodiense la “adorable ciudad de Oviedo”, según el propio director la describe.

La capital asturiana decidió levantar una estatua en honor del director, quien asegura que no hizo ningún mérito para que una fiel reproducción de su figura le haga pasar a la posterioridad. “Oviedo es un pequeño paraíso, solo estropeado por la antinatural presencia de una imagen en bronce de un pobre infeliz”.

El director, que nunca vuelve a ver sus películas una vez finalizadas y carece de fe en los premios, relata además como años antes ya había estado en esa ciudad para recibir el premio Príncipe de Asturias de las Artes pese a su resistencia a los galardones.

Con Penélope Cruz en el rodaje de 'A Roma con amor'.

Philippe Antonello/Photomovie

Tras reavivarse la polémica por las acusaciones por abuso a su hija, que tuvo como consecuencia cancelaciones de contratos y la imposibilidad de estrenar su penúltima película en Estados Unidos, al director se le brindó la oportunidad de volver a trabajar en España. Ahora queda por descubrir cómo mostrará San Sebastián, el escenario escogido para rodar su última película Rifkin’s Festival, protagonizada por Elena Anaya, Sergi Lopez, Christoph Waltz y Louis Garrel, entre otros. Esta comedia romántica inaugurará el próximo 18 de septiembre el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

En su autobiografía Allen asegura que adora filmar ciudades, le encanta captar “el movimiento, la animación, la vida en la calle. Y, bajo la lluvia, con toda esa melancolía”. La bella Donostia tiene todos esos ingredientes, así que habrá que esperar hasta septiembre para descubrir si el toque mágico de Woody Allen le puede brindar un renovado lustre.

SUSCRÍBETE AQUÍ a nuestra newsletter y recibe todas las novedades de Condé Nast Traveler #YoSoyTraveler