Malasia, un país de contrastes

Un paraíso viajero cuya profunda timidez contrasta con la hospitalidad y amabilidad de sus gentes

Kuala Lumpur y sus Torres Petronas

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Cuando las aves sobrevuelan los cielos de Malasia , divisan, bajo sus alas extendidas, un mosaico cultural y paisajístico de una diversidad fascinante. Un lugar que, a diferencia de otros países del sudeste asiático que ya han sido asaltados por el turismo de masas, aún mantiene ese halo de misterio y virginidad. Un paraíso viajero cuya profunda timidez contrasta con la hospitalidad y amabilidad de sus gentes.

Desde su frontera norte con Tailandia hasta sus posesiones en la gran isla de Borneo, Malasia despliega antes los ojos del viajero una amplia gama de contrastes. Aguas de infinitos tonos de azules y verdes en las que la vida marina explota en colores y formas; junglas milenarias habitadas por especies desconocidas; playas salvajes donde dejar la vida pasar; modernas ciudades salpicadas de rascacielos, que contrastan con los cascos históricos de las antiguas urbes coloniales; islas que se asemejan al bíblico Jardín del Edén… Y todo ello aderezado con una gastronomía de potentes sabores y un clima tropical del que incluso se puede llegar a descansar en las frescas colinas de Cameron Highlands .

En estas tierras altas, ubicadas en el noroeste del estado de Pahang, vivían, en tiempos coloniales, los poderosos expatriados ingleses que buscaban escapar del calor sofocante. Sus bellas residencias moteaban la cima de unas colinas cuyas laderas aparecían tapizadas por una legión de plantas de té. Hoy en día, aquí se produce el mejor té –y, también, las mejores fresas– del sudeste asiático.

Vistas del monte Kinabalu desde Mengkabong

Rustam Razali / Sabah Tourism

Combinar la visita a algunas de las plantaciones con jornadas de senderismo por los impresionantes bosques que las rodean, es el plan perfecto para pasar unos días en esta bella tierra que aún muestra la huella del legado anglosajón.

EN LA ISLA DE PENANG

Esa herencia es aún más profunda en la urbe de George Town, ubicada en el septentrional estado de Penang. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, George Town es una especie de museo al aire libre. Su distrito colonial ofrece un buen número de antiguos edificios ingleses –tanto sedes de viejos organismos públicos como residencias privadas–, perfectamente conservados, iglesias y el famoso Fuerte Cornwallis.

Entre las coloridas casas de dos alturas y el aroma a historia, florecen pequeñas tiendas de telas, té, especias y artesanías, además de templos, mezquitas y mercados de los que emanan olores de platos de todos los rincones de Asia.

A escasa distancia de la ciudad, en la misma isla de Penang, unas largas y extensas playas rodeadas de verde selva esperan a aquel que quiera abandonar el asfalto. En el Parque Nacional de Penang se abren senderos que conducen a lugares tan especiales como el Santuario de Tortugas de Penang, al que, en los meses de abril y agosto, llegan las tortugas verdes de mar para dejar sus huevos.

George Town, en el septentrional estado de Penang

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CON NOCTURNIDAD Y ALEVOSÍA

Y si la huella británica es palpable en Penang, fueron los portugueses y holandeses quienes esculpieron el perfil del casco histórico de Malacca, también incluido en el excelso listado del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Malacca es una ciudad vibrante en la que la sobriedad de monumentos como la iglesia de San Pablo, el Fuerte de Famosa y Stadthuys – la antigua residencia oficial del gobernador holandés – se ve compensada por la algarabía del mercado nocturno de Jonker Street.

El de Jonker Street es el segundo mercado nocturno más exitoso del país, solo superado por el de Petaling Street, en la capital, Kuala Lumpur. Kuala es una ciudad moderna de grandes contrastes, en la que altas torres –entre las que destacan las famosas Torres Petronas– se intercalan entre modestos barrios tradicionales.

Al caer la noche, en los barrios indio y chino de Kuala Lumpur, intensos aromas se apoderan del cálido ambiente. Los pequeños negocios siguen abiertos y la gente local cena en modestos tenderetes que, aunque llevan décadas en el mismo lugar, nunca pierden ese romántico aura de restaurante callejero improvisado. En ellos se sirven platos de sabor explosivo, como el tradicional Nasi Lemak, considerado el plato nacional de Malasia y compuesto, en su versión más simple, de arroz de coco, anchoas fritas, cacahuetes y huevo duro. Todo ello aderezado con una salsa de gambas que le confiere un fuerte sabor. Para darle algo más de contundencia, se le suele añadir trozos de pollo frito.

Noodles, sopas, arroces y especias son la base del resto de la rica y variada cocina malaya, mezcla de influencias chinas, indias y tailandesas.

El tradicional Nasi Lemak, considerado el plato nacional de Malasia

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VIDA SALVAJE

Tras el paso por las junglas de asfalto es el momento de perderse por esas extensiones arboladas, de color esmeralda, en las que la vida animal busca sus vías de subsistencia. En el Parque Nacional de Belum existe una de las selvas tropicales más antiguas del planeta. En esa masa forestal de unos 130 millones de años de antigüedad, luchan por su vida al menos una decena de especies en serio peligro de extinción, como el tigre malayo, el elefante asiático, el rinoceronte de Sumatra, el tapir malayo y el entrañable gibón de manos blancas. Aquí, merece la pena tomar un barco y recorrer las verdes islas que emergen de las aguas del lago Temenggor.

Sin embargo, la vida salvaje se manifiesta en su máximo esplendor en la parte de Malasia que se halla enclavada en la enorme isla de Borneo. Muy cerca de la frontera con Brunéi, las extrañas formas kársticas del Parque Nacional de Gunung Mulu crean un paisaje de jungla y cuevas que atrae a los mejores espeleólogos de todo el mundo. Aquí se encuentra la Cámara de Sarawak, la mayor cueva conocida del mundo.

Los bosques y cascadas de Madai, en Kunak

Sabah Tourism

De retorno en la superficie, santuarios de rehabilitación de orangutanes –como el de Sepilok– y osos malayos, son los reductos en los que el hombre intenta reparar parte del gran daño que le inflinge, desde que puebla la Tierra, a la Madre Naturaleza.

Ambos centros se hallan a escasa distancia de las aguas del río Kinabatangan, cuyas orillas albergan la mayor concentración de vida salvaje de Malasia. Y es que la parte norte de la isla de Borneo es un lugar idílico que debe ser tratado con cariño y respeto.

Otras islas de una índole muy diferente son las de Tioman y Langkawi. En la primera, mucho menor que la segunda y con un turismo eminentemente local, la vida transcurre a un ritmo relajado, entre paseos por la selva, descansos en la playa y contemplación de una rica vida submarina en los corales que rodean islotes como el de Renggis.

Sin embargo, Langkawi ofrece un sinfín de playas de diversos tipos, junglas repletas de senderos y cascadas, montes con miradores espectaculares, excursiones – tanto en la isla como en los islotes y aguas que la rodean – y una vida nocturna animada. Además, cuenta con espectaculares puntos de buceo, como los de la playa Datai Bay y el cercano Parque Marino Pulau Payer. Y es que Malasia es un paraíso viajero, tanto en su superficie como bajo las aguas.

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La Madre Naturaleza en todo su esplendor

Lim Sheng Haw / Sabah Tourism

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