Hórreos: las arquitecturas que moldean Galicia

Loewe se enamoró de un hórreo. A la marca, en Galicia, le daría un Stendhalazo.

Los hórreos, símbolos de una Galicia que perdura

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En el cruce de la primera avenida y la 39, en el barrio de Wynwood, Miami , está la tienda de Loewe. Justo enfrente hay otras dos grandes firmas. Tom Ford y Lanvin. En el medio y medio del mundo, en uno de esos barrios de moda en donde muchas de las grandes fortunas se pegarían por poner un pie, en donde los edificios abandonados se llenan con galerías de arte y los hipsters meten codo con los foodies para probar la última genialidad en comida slow; allí, en esa tienda , hay un hórreo.

Fue en 2015. Lo llevaron piedra a piedra desde un pueblo situado en la frontera galaico portuguesa. En esa zona mágica en la que la línea que separa dos administraciones apenas se vislumbra. Un hórreo de cuatro claros -los claros son los espacios es los que está dividido-. Manda carallo, que diría mi padre.

Uno de nuestros graneros en los USA, del siglo XVIII, el primero que se ve en esas tierras y de la mano de una gran firma, presente en las grandes pasarelas y llevada por celebritries de todo el planeta. Fue idea del director creativo de la firma, Jonathan Anderson.

Allí, sin fajas ni duelas (tablillas) , está solo la estructura de piedra y parte del tejad o. Querían mostrar un fragmento de la historia de una manera moderna. Abstraído de su entorno, descontextualizado, un edificio dentro de un edificio.

Hórreos de Combarro

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Sabemos que Miami está lejos pero tenemos una buena noticia. En el noroeste de la península los hay a patadas. Los de Aezkoa en Navarra, los de Agirre y Ertzilla de Pais Vasco, los de Liébana en Cantabria, los del Bierzo y Los Beyos de Castilla y León y los del pueblo de Bueño, en Asturias, que cuenta con una concentración de más de cuatro decenas de ellos. Pero si queremos concentración, **una gran parte de ellos está en Galicia **. Y como el de la tienda de Miami, se pueden ver y tocar.

En Galicia tenemos hórreos de todas las formas : grandes, pequeños, alargados y anchos. Algunos tienen curiosidades y se diferencian unos de otros dependiendo del clima y la orografía.

Porque, antes de convertirse en obras de arte del pasado , son graneros. Graneros que se construyeron sobre pilares extraños para evitar que los ratones comieran la cosecha.

Las gaviotas sobrevuelan un hórreo cerca de Baiona

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Algunos tienen hasta pequeñas hendiduras sobre la base que se llenaban de agua para que ni siquiera las hormigas pudiesen hacer de las suyas. Los que mejor se conservan dan una clara idea de aquellos lugares en donde se encuentran. Pueblos orgullosos de su historia que saben cuidarla.

En todas partes puedes encontrarte uno: desde el Pazo La Buzaca y sus 40.000 metros cuadrados de jardín hasta en la ** rustibodega de Ángel **, un furancho de Covas (Meaño) , que lo tiene en su terraza.

No se sabe el número exacto de hórreos que hay en Galicia, pero a comienzos del siglo XX se estimaban unos 30.000, uno por cada kilómetro cuadrado. Era muy importante debido a la economía de subsistencia.

Era como la despensa que tenemos en casa, y se hizo más importante con la llegada de nuevos cultivos traídos de América. Aunque su historia llega hasta los celtas, la primera prueba documental de los hórreos como los conocemos hoy la tenemos en las Cantigas de Alfonso X El Sabio .

Los hórreos son símbolos de esta tierra

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Hay grupos pequeños y grandes repartidos por toda Galicia. En Zorelle, Maceda, hay siete rehabilitados. En Outeiro da Guía, en tierras ourensanas de Gomesende, tienen un pequeño grupo que empezó sus restauración en 2009.

En Fondevila, una parroquia ourensana de Lobios, hay tres grupos pequeños de ellos más. En Barroso, en la comarca del Ribeiro, está el tercero de la lista en cuanto a cantidad. Son 29 los hórreos que hay, algunos del siglo XIV. En Bornalle, Muros, tenemos el ejemplo de 22 hórreos repartidos por todo el pueblo.

Muy cerca está la playa de Bornalle, de arena fina y aguas turquesas. Un recóndito lugar que pocos conocen. Otro lugar escondido es Filgueira, de Cerdedo-Cotobade, un pequeño pueblo en lo alto de un monte del siglo XVIII del interior, que todavía conserva 15 hórreos. Desde allí tendréis unas vistas impresionantes.

O en Pedre, en el mismo concello, que tiene 22. Y en Quins tienen 24, todos ellos de granito. Si queréis un ayuntamiento que tenga muchos ese es Rianxo, que cuenta con 770. Pero si queréis los más significativos ahí van:

CARNOTA

Es Monumento Nacional, tiene 34,74 metros de largo, 1,90 metros de ancho, 22 pares de pies y tres puertas. Se levantó en 1768 y fue obra del arquitecto Gregorio Quintela.

LIRA

Cerca de Carnota, algo más de 36 metros de largo y 1,60 metros de ancho, y 22 pares de pies.

Hórreo de Carnota

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ARAÑO

Declarado Bien de Interés Cultural (BIC) , este hórreo del siglo XVII es el már largo del planeta gracias a sus 37,05 metros.

PIORNEDO

La aldea de Asterix y Obelix. De origen prerromano, ** en Os Ancares , Lugo.** Conserva tanto las pallozas como sus hórreos, pero estos son de tipo asturiano.

Los hórreos estilo asturiano de Piornedo

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A MERCA

Hablamos del tercero en la lista top y os quedásteis con ganas de saber quién estaba en lo alto. Pues están en A Merca. Aquí se encuentra el mayor conjunto de hórreos del país y suman un total de 34 construcciones, aunque hubo alguno más. Cerca está la espectacular reserva transfronteriza del Xurés -Gerês.

POIO

Al lado del monasterio benedictino de San Juan de Poio, tenemos al big one. Es el hórreo más grande del mundo. Del siglo XVIII, mide algo más de 33 metros, y tiene un ancho de 3,36 metros, por lo que ocupa 123,32 metros cuadrados. Casi nada.

Poio, más de 33 metros de hórreo

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COMBARRO

Combarro bien merece una visita no solo por los hórreos ya que todo el casco antiguo de este pueblo marinero está declarado Bien de Interés Cultural. Los hórreos tienen su curiosidad, como que la figura de la virgen siempre mira al mar, y la de Cristo a tierra.

Todo el pueblo son casas marineras de granito. Algunas como A Xurunda son una maravilla, y podrás perderte en las callejuelas como la de San Roque o A Rúa. Casas que pintaban con los mismos colores que sus barcos. Y luego ir a ** O Bocoi ** _ (rúa do Mar 20) _, una bodega que está casi tocando el mar, y dejarte llevar por esas historias de marinos y aventurero s que volvían a casa a descansar.

En mi caso, siendo un friki como soy, me hubiese gustado leer las historias de Hugo Pratt que contaba de Corto Maltés.

Combarro

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