Restaurantes de Madrid dignos de Instagram
![Interior de Beata Pasta](https://cdn.statically.io/img/media.traveler.es/photos/65df2019fe9760d2b304ba96/16:9/w_320%2Cc_limit/sala1.jpg)
A pesar de la lucha, la sociedad se ha rendido al algoritmo de Instagram y los restaurantes bonitos han acaparado los perfiles de las redes sociales. Seguimos resistiéndonos a esa mala manía de tener a los comensales parados mientras esperan a sacar la dichosa foto, pero la tendencia actual tiene mucho más que ver con el entorno que con el plato. Coman tranquilamente porque lo importante está a su alrededor.
Madrid siempre ha sido una ciudad de foto: las flores de Tirso de Molina, el mural de D*Face en la calle Embajadores, el Edificio Capitol en Callao, el jardín vertical de CaixaForum… Pero hace ya un tiempo que el encuadre perfecto no solo está en las calles, sino en los interiores de la capital, en restaurantes cuyos diseños comparten protagonismo con el menú.
Aquí se viene a comer con los ojos, literalmente. Cartas cuidadas en las que disfrutar de platos exquisitos mientras miras a tu alrededor sin pestañear y, también hay que decirlo, practicas el arte del postureo. Carga el móvil, apunta las direcciones y ven con hambre, porque estos restaurantes son tan bonitos que no defraudarán ninguno de tus cinco sentidos.
- Genko
Genko (Velázquez, 47)
Puede que te suene el espacio, pero no el nombre, y es que Genko era anteriormente Ginza, pero ya se sabe: año nuevo, vida nueva. Lo importante es que la experiencia no cambia, incluso se mejora. Su increíble dragón dorado de 7 metros sigue coronando la sala y siendo objeto de todas las miradas. Es fácil sentirse un poco Chihiro en un salón principal en el que reinan los elementos asiáticos tradicionales y en el que incluso terminar la velada con lo que parece un huevo de dragón.
El chef Víctor Camargo se propone aquí unir lo mejor de la gastronomía española y asiática, en forma de buffet a la carta de alta cocina. A sus ya tradicionales platos, como el bao pulled pork, la gyoza frita de sobrasada y queso manchego, o el sando de cordero, se unen ahora sus tablas degustación de sushi y nuevas recetas, como el uramaki de salmón, el curry de goa con albóndiga de ternera marinada o el pincho vietnamita de aguja de cerdo.
- Mario Gomez
Boom Boom Ciao (Manuela Malasaña, 11)
En este restaurante nos vamos de viaje con la familia Giannini. Recorremos Italia de norte a sur hasta llegar a Sevilla y otras ciudades del mundo, a través de un concepto italo-nómada que nos trae lo mejor de la gastronomía italiana y nos adentra en un mundo de fantasía lleno de mariposas. Aquí te recibe una explosión de color, responsabilidad de la empresa de arquitectura y construcción CYRS en colaboración con Estudio Tentación.
La mesa imperial preside la sala y es entonces cuando el público comienza a perderse entre globos aerostáticos, azulejos de colores y hasta un mariposario. No te dejes ni un rincón por recorrer porque al fondo hay más, la intimidad se adueña del espacio en unas mesas que parecen esconderse para celebrar veladas más privadas, con colores más cálidos y luces más tenues.
En la carta, de inspiraciones italianas sin perder de vista el producto nacional, ideada por la chef Ainhoa Romero y el asesor Ignacio Chicharro, bailan platos como El puerro que quería ser calçot, Pappardelle a la cordobesa o la pizza Zíngara de Bolonia, con burrata y pistacho molido. Pero en Boom Boom Ciao hasta los cócteles forman parte de la decoración, no te pierdas la selección de Alexis Velixar, 13 combinados servidos en vasos en forma de mariposa o mono de circo, entre otros.
- ChinChín
ChinChín (Andrés Borrego, 8)
Probablemente, hace ya algún tiempo que ves rondando un selfie que se repite en todos los feeds de Instagram de los madrileños. Azulejos en blanco y negro y un espejo en forma de ojo de pez… ¿Te suena? Se trata del baño de la coctelería ChinChín, un punto de encuentro en Malasaña donde se reúne la comunidad creativa para brindar con exquisitos cócteles y moverse al ritmo de la electrocumbia.
Es cierto, ChinChín no es un restaurante, pero esas lámparas de terciopelo rojo y esas paredes tapizadas de jacquard de gatos no podían faltar en una lista en la que hablamos de interiorismos dignos de fotografía. Después de conocidos proyectos como Lucky Dragon o Club Malasaña, Laura Vandall y Edgar Kerri vuelven a aventurarse en un concepto que ha resultado, como los anteriores, un éxito, uniéndose así a la efervescencia creativa del barrio Malasaña. ¡Chinchín!
- Nikolas Koenig
Oroya (The Madrid EDITION, Plaza de Celenque, 2)
Aquí, solo podrás sacar el móvil si consigues cerrar la boca de asombro, y es que Oroya roba el aliento al menos impresionable. Apartar la mirada del techo es tarea difícil ante semejante despliegue de vegetación, salpicado con lámparas y cojines de colores y taburetes de ratán. En ese paraíso en las alturas –se encuentra en la última planta del hotel The Madrid EDITION–, es donde el chef peruano Diego Muñoz hace magia.
Y de sus hechizos salen platos como los anticuchos de corazón de res, papas amarillas y chalaca de ajíes peruanos; ceviche de corvina y pulpo a la chalaca, con leche de tigre de ají amarillo y tinta de calamar; calamares fritos estilo pucusana con emulsión de lima y pescado; o almejas y alitas de pollo con jugo de pollo picante y pan frito, entre muchas otras apetitosas creaciones. Si quieres disfrutar de unas de las mejores vistas de la capital, no te olvides de salir a la terraza, el edén continúa fuera.
- The Kaiten Lab Wonderland
The Kaiten Lab Wonderland (Manuela Malasaña, 5)
En este restaurante, tus compañeros de viaje son Alicia, el conejo blanco y la Reina de Corazones, y es que Wonderland nos transporta al País de las Maravillas, aunque esta vez, sustituimos el té por el sushi. Las puertas de este mundo de fantasía se han abierto en el corazón de Malasaña, invitando a sus comensales a un buffet de cocina japonesa que se complementa con una decoración de lo más peculiar.
Te toparás con el conejo corriendo por un techo de espejos, corazones impresos en las paredes y la simulación de un agujero negro en el baño cuyo destino es desconocido. Pero también desfilarán ante tus ojos delicias como los tacos de langostinos tigre, pollo Karaage, wantum de atún, bao de pato, nigiri de huevo de codorniz y una larga lista hasta completar las 33 maravillas que componen el menú. En Wonderland, sabes cuándo entras, pero nunca cuándo sales.
- Gilda Haus
Gilda Haus (San Mateo, 6)
Todo al naranja. Si este vibrante color está relacionado con la energía y la creatividad, en Gilda Haus es el absoluto protagonista. Con poco tiempo de apertura, este bar, coctelería, restaurante y pub se desvincula de las etiquetas para ser lo que el cliente desee. Un espacio minimalista, un interiorismo cuidado, las gildas como razón de ser, pero también un DJ para el famoso ‘tardeo’ y cócteles perfectos para cualquier momento del día.
Las cortinas que ocupan el local dan la sensación de telón de escenario, como si el público estuviese a punto de presenciar un espectáculo, y no se equivocan. Para comer, como decíamos, las gildas tienen apartado propio: de sardina y jalapeño, de pastrami, con boquerón doble y huevo de codorniz…
Pero en Gilda Haus todo el picoteo es especial, desde el queso funky monk con pan de orejones, pasas y vino, hasta la vinagreta de pulpo, limón y tajín, pasando por la sección de entrepanes, en la que se incluyen platos como el sándwich de alcachofa braseada, tomate seco y hoisin o el mollete de cristal de chicharrón, mayolima y kimchi.
- Sinestesia
Sinestesia (Paseo de la Castellana, 259)
¿A qué saben los colores? Esa es la pregunta con la que se presenta una de las últimas aperturas de la capital: Sinestesia. Kiko Moya se pone al mando de los fogones para traer un restaurante de alta cocina en el que participa la tecnología para crear una experiencia inmersiva y sensorial inolvidable. Tan solo una mesa de 16 comensales ocupa un espacio que hace su primera aparición a oscuras, para luego llenarse de proyecciones, figuras abstractas y sobre todo, colores.
El verde, el morado, el naranja o el azul, entre otros, van llegando en forma de recetas en las que se juega con los sabores obviamente, pero también con las texturas, el olfato y, sobre todo, la vista. Los estímulos audiovisuales se van sucediendo de tal manera que no sabes si lanzarte al plato o hacer un directo en Instagram para narrar las 7 fases de un menú degustación único (270€ con maridaje). Situado en el Centro Comercial Caleido, en los bajos de la torre homónima, Sinestesia es un auténtico espectáculo.
- Beata Pasta
Beata Pasta (Glorieta de Bilbao, 4)
Pasta lovers, esto es para vosotros. Pocas noticias nos alegran tanto el día como saber de la existencia de un templo dedicado en cuerpo y alma a la pasta. Y decimos templo porque Beata Pasta, más que un restaurante, es una religión. Llegó de la mano de Ciro Cristiano y los motivos para visitarlo van desde sus deliciosas recetas hasta un interiorismo con ganas de ser fotografiado.
Estudio Pombo ha sido el encargado de pintar el espacio de amarillo y blanco, los colores de la pasta fresca. Los trapos de cocina, los utensilios y los clásicos botes de despensa completan una decoración que encuentra su punto álgido en unos baños llenos de espejos y grafitis, un homenaje al arte urbano.
El local se divide en cuatro espacios: el obrador/laboratorio que da a la calle, la zona de bistró italiano, la despensa –más rústica–, y la cocina, donde ocurre la magia. Y de ahí salen las recetas con las que empezarás a salivar: los Ravioli alla Sorrentina, rellenos de queso ricotta al limón, salsa de tomate, scamorza y aceite de albahaca; Call me mamma, pappardella XXL, ragú tradicional napolitano de ternera y cebolla confitada; o el Gran Torino, raviolis rellenos de tres carnes, salsa de carne y gremolada de cítricos, entre una larga lista de exquisiteces italianas reunidas en nuestro mundo soñado.
- Freedom Cakes
Freedom Cakes (Barcelona, 3)
Sus tartas veganas ya conquistaron la ciudad hace tiempo, y ahora pretenden repetir éxito con sus cócteles, Freedom Cakes inaugura el primer club vegano de Madrid y su interior es digno de foto, vídeo y reportaje. El público se adentra en un mundo psicodélico cargado, no solo de colores, sino de luces de neón que invitan a quedarse toda la noche, o toda la mañana, no hay horarios cuando se trata de cócteles.
Una atmósfera vintage se une a locas combinaciones, como la cuña de crema acompañada de un mojito, una pizza con un batido que lleva tarta dentro, o cualquier cóctel servido en algún vaso con forma de piña. Todo vale en su carta 100% animal free, un conjunto de delicias veganas que ha convertido este punto de encuentro en el pub vegano que necesitábamos.
- OG S Burgers
OG S (de la Reina, 9)
Nunca esperarías que una hamburguesería fuese también un museo de las zapatillas, pero Alejandro Clemente, fundador de OG S unió sus dos pasiones en un espacio que se ha convertido en uno de los más originales de la capital. Piezas exclusivas de la década de los 80 en adelante, especialmente Air Jordan, se exponen como ejemplares de coleccionista en las paredes del restaurante.
La otra protagonista: la smash burger. La estrella de la carta es la OG S 85 Double Cheeseburger, sencilla, sin artificios –porque no le hacen falta–, con 180 gr de vacuno, una salsa barbacoa encontrada en los rincones de Luisiana y dos tipos de queso para generar textura. La cultura urbana también se sirve en formato de hamburguesa triple, 4x4 y hasta 5x5, si te atreves. Zapatillas y hamburguesas, ¿qué más se puede pedir?
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