Quizás sea una de las más recientes en términos históricos, pero eso no le quita mérito a una de las bodegas más destacadas de la región. Situada a 100 kilómetros de la ciudad de Mendoza, en Valle de Uco, desde 1996 Salentein se empeña en transformar la zona con un proyecto que no deja ningún aspecto librado al azar, puesto que en un mismo espacio conviven viñedos, un museo de arte, un restaurante, un anfiteatro y hasta una posada.
Cercana a los Andes, la calidad de sus vinos está determinada por tanques de acero inoxidable y añejo en cubas de roble francés. Estructurados, elegantes, con un sabor y color intenso. No solo sus vinos merecen ser acentuados, también los espumantes, otra de las marcas registradas de la bodega. Destaca un fiel compromiso con el medio ambiente; en 2014 recibió la condecoración ‘Carbon trust certification’ que cerciora el cumplimiento de las normas internacionales de sostenibilidad en todos sus varietales.
El diseño de la cava es de ensueño, con un piano en su interior y la rosa de los vientos ocupando gran parte de ella, además de presentar las puntas orientadas hacia cada cardinal para representar su relación con el resto del mundo. Dicha magnificente escena tiene lugar nueve metros bajo tierra, y forma parte del recorrido que invita a degustar los vinos de Salentein.
El espacio Killka, así se denomina su sitio artístico, aloja dos colecciones privadas, una de arte holandés y otra de argentina contemporánea. Además, allí se acogen exposiciones temporarias de artistas locales, nacionales e internacionales, una atracción única en la cordillera.