¿A qué sabe Tenerife? No es nada nuevo que la gastronomía se ha convertido en una excusa de peso a la hora de escoger dónde pasamos nuestras próximas vacaciones: un buen restaurante bien vale una escapada fugaz para disfrutar con los aromas y sabores ingeniados por nuestros chefs favoritos. Y es que los mejores recuerdos se alimentan, en muchas ocasiones, desde el estómago.
Esto es algo que saben muy bien en un pedacito de paraíso frente al mar ubicado en la costa de Adeje, en el sur de Tenerife. Allí, junto a un conjunto de casitas de pescadores y playas rocosas desde las que saltar a las cristalinas aguas del Atlántico sin pensarlo dos veces, el Royal Hideaway Corales Resort 5* G.L., no solo apuesta firmemente por hacer de sus amplias habitaciones un auténtico hogar para sus huéspedes: también lucha día a día por colmar de esos recuerdos gustativos, sensoriales, la experiencia. Y lo hace mirando bien alto: ya su restaurante insignia, El Rincón de Juan Carlos, obtuvo su segunda estrella Michelin en 2022, afianzando su papel como embajador gastronómico en la isla.
Pero después vinieron San Hô —una estrella Michelin y un Sol Repsol— de la mano del chef Adrián Bosch, Il Bocconcino con el italiano Niki Pavanelli a la cabeza —un Sol Repsol y Bib Gourmand— o su restaurante más casual, el Starfish. Si a esto le añadimos una pizca de coctelería de autor, unos desayunos a la carta de chuparse los dedos, y la mejor de las atenciones, pues... No dudaremos en convertirlo en nuestra próxima escapada.
SAN HÕ, ENTRE EL ESTE Y EL OESTE
Aunque deberíamos añadir, “y el sur”. Porque el galardonado chef Adrián Bosch logra que confluyan magistralmente en el plato un poquito de Japón, otro tanto de Perú, y los sabores extraídos de deliciosos ingredientes de origen canario. Pero, antes de catar el producto, hablemos del inicio de la experiencia.
Porque en San Hô el ritual arranca antes de sentarse a la mesa: al traspasar las puertas del restaurante el ritmo decelera y la calma se hace dueña todo. Una decoración minimalista, con colores neutros, ayuda en el cometido. También los movimientos lentos y acompasados de su personal de sala, que saluda amablemente a los comensales y les acompaña a la mesa. Una repisa elegante y sencilla muestra, junto a la barra, todo un conjunto de cerámicas de la artesana canaria Sonia Jiribizhùa, autora de una vajilla inspirada en las texturas, tonos y materiales de la propia isla.
Después, por fin, el deleite a través del paladar: dos son los menús degustación disponibles en este templo gastronómico en el que la creatividad del equipo pasa por dar forma a bocados como su deliciosa ostra francesa con gelatina de ponzu y caviar o el usuzukuri de toro, el tartar de akami, yema curada y tuétano, o el solomillo al Josper con setas salteadas. Otro de sus platos aboga por otorgar el protagonismo a “las plantas olvidadas de Canarias”, mientras que, para el postre, un poco de chocolate combinado con café de Agaete y plátano es la combinación ganadora. Más canario, imposible.
Un viaje multicultural que queda claro al conocer —porque ya se encarga el equipo de San Hô de darles su espacio— a los productores canarios de quienes reciben el género para sus creaciones. Las verduras ecológicas y plantas halófilas, por ejemplo, son del mismo Tenerife Sur, como la mantequilla que viene de cabra de Fuentes Montesdeoca. Para hacerse con el mejor pescado local se han ido hasta Lanzarote, mientras que la gamba y el calamar de sus recetas procede de Buenavista y Bajamar, en Tenerife Norte. Calidad y producto en una cocina viajera y mestiza de matices muy variados.
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Una vez disfrutada la experiencia —o antes de ella, por qué no—, llegará el turno un buen cóctel de autor. Y de eso, —¡ja!—, también saben mucho en el RH Corales Resort.
CANARIAS TAMBIÉN EN LA COPA
Y tanto que sí: nos vamos directos al cielo del complejo para saborear los tesoros líquidos de la isla con las mejores vistas que podamos imaginar: mientras disfrutamos, sorbo a sorbo, de deliciosas mixturas, el Atlántico y La Gomera se encargan de acompañarnos en la distancia.
Tragos únicos que el reconocido Yoni Mesa, head bartender de Maresía, el icónico espacio en el que desconectar y dejarse llevar por el espíritu más hedonista, se encarga de elaborar frente a nosotros con el desparpajo y la confianza de los grandes profesionales. No en vano, ha sido reconocido con numerosos galardones a lo largo de su carrera, y fue elegido Campeón de España Long Drink 2023. El joven apuesta por una coctelería de territorio en el que, una vez más, son los productos de las islas los protagonistas.
Y lo comprobamos en el momento en el que nos sirve la primera de sus propuestas, a la que ha bautizado como Palmerito Sour y que incluye Drago —primer whisky canario—, licor de canela, clara de huevo o zumo de limón. ¿La intención? Sacar de su zona de confort a los clientes, ofreciéndoles cócteles originales inspirados en grandes clásicos.
Otra de sus creaciones, Holcorn Boy, vino de la mano de la explosión del volcán de La Palma: la ceniza que desprendió quemó la cáscara de los plátanos de sus plantaciones y por ello los productores no pudieron exportarlas, así que decidió echar una mano y aprovechar parte de esos frutos para hacer sirope. Un sirope, que claro, pasó a formar parte de este singular cóctel al que también añade ron canario —Aldea—, licor cacao chile, zumo de limón y bitter chocolate. No se nos ocurre mejor manera para acabar la experiencia culinaria del día.
IL BOCCONCINO, ALTA GASTRONOMÍA A LA ITALIANA
Niki Pavalleni desprende seguridad y carisma. También simpatía y, sobre todo, confianza: en sus ideas, en su control sobre la técnica, en su manera de transmitir cuál es su objetivo al mando de dos de los conceptos gastronómicos —porque son dos, Il Bocconcino y la Trattoria de Il Bocconcino— del RH Corales Resort. Lo notamos en cuanto nos estrecha la mano y arranca a contar su historia.
Una historia que tiene sus orígenes en la ciudad de Bolonia, de donde es oriundo el chef, y que continúa colmando su carrera de experiencias en templos culinarios como El Bulli o El Barri, por mencionar solo dos. Desde hace unos años lidera este proyecto en la costa tinerfeña en la que viene demostrando que el producto canario —también el italiano, obvio—, y el modus operandi de su tierra, combinan de una manera magistral cuando sabe hacerse bien. Deleite gustativo nivel top.
Y así logra aferrarse a las recetas tradicionales de su Italia natal dándoles un giro de 180 grados hacia lo vanguardista. Platos que aspiran y alcanzan la alta cocina y a la vez recuerdan a aquellos bocados que preparaba con tantísimo cariño su propia abuela.
Para ello, la parte de trattoria cuenta con una carta en la que escoger entre los más diversos platos, que abarcan desde antipastis clásicos a pastas caseras, pizzas, carnes y pescados, todos ellos elaborados por Niki y su equipo con esmero y precisión. Nosotros nos quedamos, sin embargo, con sus dos menús degustación: Il Bocconcino e Identidad proponen entre sus pases delicias como el Tono vitellato, La Carbonara, el Plin & Oro —relleno de osobuco con crema de parmesano y cremoso de azafrán—, o los ravioli de wagyu con crema de peccorino y chocolate.
No hay mejor manera de empaparnos de Italia y llenarnos el estómago de buenos recuerdos. Algo que también es posible en este rincón del sur del sur.
MÁS ALLÁ DEL TENERIFE GASTRONÓMICO
Pero la fascinante apuesta gastronómica del exclusivo hotel no solo nos lleva de viaje por las estrellas de la gastronomía con sabores llegados de Japón, Perú, Italia o, por supuesto, Tenerife: qué va. También logra redondear la experiencia a base de pluses de todo tipo, que abarcan desde el lujo presente en sus espaciosas habitaciones al placer de alojarse en toda una obra de arte hecha arquitectura: la que el tinerfeño —¿de dónde, si no?— Leonardo Omar logró moldear con el edificio que aloja el RH Corales Resort.
Y hablamos de líneas redondeadas, de suaves curvas y de blanco: mucho blanco. De enrejados preciosos y de espirales, pero también de piedra natural —ay, esa recepción—, de agua y de vegetación. Una oda al océano y a todo lo que este simboliza que convierte el RH Corales Resort en un edén en la tierra en el que sus 235 habitaciones, repartidas en diversas categorías, materializan todo tipo de deseos haciéndolos realidad: ahí están los jacuzzis y piscinas privadas o climatizadas, sus propuestas wellness a medida y sus hamacas con vistas al infinito en las que, por qué no, olvidarse de todo. Un complemento especial para convertir este Tenerife gastronómico en otro recuerdo que atesorar. Y este, no nos cabe duda, no será de los que se olviden fácilmente.