‘Pájaros’: de L’Albufera al Mar Negro

Javier Gutiérrez y Luis Zahera emprenden un viaje por carretera siguiendo la migración de las aves y su propia búsqueda personal.
Pjaros
Marco Piovanotto

Con la excusa de encontrar a las esquivas grullas, Mario (Luis Zahera) le pide a Colombo (Javier Gutiérrez) que le conduzca desde L’Albufera hasta Costa Brava. Así arranca Pájaros (estreno en cines 5 de abril), de Pau Durà (Formentera Lady). Pero al llegar allí, las grullas tampoco están, ni tampoco lo que Mario en realidad busca y le pide, ruega, a Colombo que le lleve hasta el delta del Danubio, en el Puerto de Constanza, Rumanía.

Pronto nos damos cuenta de que en el viaje de estos Quijote y Sancho contemporáneos las grullas, los pájaros, son una mera excusa, un macGuffin que nos invita a seguirles por las carreteras españolas y europeas en las que las fronteras han (casi desaparecido). Para Durà el viaje de Pájaros, en realidad, empezó con los personajes, con estos dos hombres de mediana edad y gran crisis vital.

Huyendo por Turín.

Marco Piovanotto

“Aunque siempre tienes en la mente la posibilidad de hacer una road movie, lo primero para mí, a la hora de construir una historia, siempre son los personajes, que tengan algo cercano a mí, como la edad, la visión, las dudas, los miedos… Cosas que luego se puedan utilizar en ese viaje que luego viene y para poder situarse con esos personajes perdidos, tan ensimismados que van abriéndose camino para encontrarse”, cuenta Durà.

“La necesidad de alejarse para asumir”. “Un viaje de huida para encontrarse”. Así define Durà el trayecto de sus dos protagonistas, dos perdedores, dos hombres en crisis que, en esos kilómetros, realizan un viaje más profundo e íntimo. Al alejarnos de nuestra rutina cotidiana, de nuestro paisaje conocido, poner distancia física y emocional, vemos mejor la realidad.

Navegando en el Danubio.

Filmax

EL VIAJE DENTRO DEL VIAJE

Una cosa es escribirlo, pensarlo, desearlo y otra realizarlo. Cuando Pau Durà tenía su guion de Pájaros no creyó que podrían llegar a emprender este rodaje en la carretera. “Tú pones sobre el papel que quieres ir en una barcaza en el Danubio, ver el amanecer en el Mar Negro… pero que luego se haga realidad”, dice. Y así fue.

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Además, rodaron cronológicamente. Entre finales de agosto y principios de octubre del año pasado. Un rodaje en la carretera para filmar una película en la carretera. Algo especial y que sólo añade valor al resultado final en la emoción de los personajes, las interpretaciones y esa luz que van persiguiendo.

Despertando a la orilla del río Po.

Marco Piovanotto

Empezaron en L’Albufera, en Valencia, tenía sentido por la excusa de las aves, pero también porque a Durà le gusta rodar cerca de casa, contar sobre lo que conoce. Siguieron por la carretera de la costa hasta la Costa Brava y después cruzaron a Francia. La primera parada es Turín, en Italia, donde pasan una tarde y noche por el Puente Vittorio Emanuelle I, la Piazza Cavour, la Via Po.

Después, emprenden de nuevo el viaje. En Eslovenia e Hungría no pudieron rodar. Los caminos y escenas de Eslovenia los localizaron en Cataluña; y los de Hungría en Rumanía, el país final, donde sí filmaron.

Parada en la playa francesa.

Gemma Silvestre

Estuvieron en Bucarest (Strada Resita y Strada Academiei), en Giurgiu situaron la escenas de carretera, para acabar en Cochirleni y Cernavoda, navegando el Danubio, para acabar en el mismo Puerto de Constanza viendo salir el sol. Donde la luminosidad de la película y de la historia alcanza su máximo apogeo. “Es interesante cómo los personajes van acudiendo hacia el levante, su relación se va haciendo más cálida, es un viaje de huida, pero en el que se encuentran, es un poco crepuscular para alguno, habla de cosas serias, pero esa luz cálida que va ganando, el humor y las complicaciones del propio viaje, la hacen luminosa”, opina Durà, que ya jugó mucho con la luz en Formentera Lady.

Pájaros es un “viaje transeuropeo”, en el que los obstáculos y las complicaciones se van sumando, “como le sucedía a Ulises en su regreso de Troya”, donde no se encuentran fronteras, pero sí diferentes lenguas (hasta ocho se hablan en el filme), los problemas de los otros (los refugiados, los migrantes, la policía…), todo eso “va alimentando el viaje en pos de ese objetivo de asumir que no es posible volver atrás, que hay que aceptarse”.

En el rodaje tampoco era posible volver atrás, las ventajas de rodar cronológicamente también suman desafíos. Un viaje dentro del viaje. Un viaje externo, por paisajes que van abandonando el verano, para acompañar ese viaje interno que es cada vez más otoñal.

Pau Durà con Zahera y Gutiérrez.

Isaac Planella - White Horse

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