Miami y Española Way: historia de un renacer

O por qué es el barrio que tienes que visitar cuando vuelvas a South Beach.
Española Way South Beach Miami.
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En Miami, Española Way, el barrio que naciera como una colonia de artistas con acento español dentro de Miami Beach, vive un momento dulce gracias a la apertura de proyectos como el hotel Esmé.

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Pocos barrios del mundo se comparan a South Beach. Ese paseo marítimo, la mítica Ocean Drive, circundada por cientos de edificios Art Déco y neones, una playa infinita de arena blanca y aguas cristalinas, salpicada con coloridas casetas de los baywatch (vigilantes de la playa), líneas de palmeras, surfistas, patinadores y hasta la que fuera la mansión de Versace, hoy reconvertida en hotel.

No es de extrañar que sea una de las postales más repetidas de la metrópolis de Miami. Como dicen por allá, 'this is so Miami'.

Pero esta pequeña ciudad dentro de la ciudad esconde otros muchos alicientes que van más allá de las calles de shopping Collins y Washington Avenue y Lincoln Road, una de las primeras calles comerciales de todo Estados Unidos. Concretamente una pequeña joya que muchas veces pasa desapercibida, apenas dos calles peatonales entre las avenidas Washington y Pennsylvania: la zona conocida como Española Way, que vive, en los últimos años, un renacer sin parangón.

Española Way vive, en los últimos años, un renacer sin parangón.Esmé Miami Beach Hotel

DE COLONIA DE ARTISTAS A EPICENTRO DE LA RUMBA Y SERIES COMO MIAMI VICE

Remontémonos unos años atrás. Corría la década de los locos años 1920, concretamente el año 1927 cuando en pleno boom inmobiliario, los promotores N.B.T. Roney de Roney Palace y William Whitman pensaron que Miami Beach necesitaba un distrito bohemio, uno que agrupara colonias de artistas.

Lo llamaron The Spanish Village y para levantarlo, tomaron como inspiración los pueblecitos y ciudades mediterráneos de Francia y España, como San Sebastián, Biarritz o Cannes. Se unieron al arquitecto Robert Taylor para materializarlo y, voilà, las calles se llenaron de tiendas de antigüedades, moda, mobiliario y decoración y restaurantes.

Aunque la intención era buena, aquel lugar destinado a convertirse en un espacio para artistas e intelectuales, empezó a despuntar por otros motivos y no era tan bohemio como quisieron. Sus calles acogían a la alta sociedad y el famoseo de Miami y a algún que otro huésped menos querido, como el gángster Al Capone, que utilizaba el Clay Hotel para sus apuestas.

Numerosos restaurantes esperan en Española Way.Esmé Miami Beach Hotel

Tras el huracán que dañó la zona en 1926 y la Gran Depresión posterior, entró en decadencia, pero en la década de los 50, recuperó algo de aquel espíritu que pensaron sus creadores, convirtiéndose en lo que conocieron como la capital mundial de la rumba.

Los siguientes años no fueron buenos. En la década de los 60, con el auge de ciudades como Las Vegas, Miami cayó en declive. En 1980, el coqueto pueblo español, renació de sus cenizas gracias a figuras como la visionaria Linda Polansky, que compró gran parte de los edificios de Española Way y devolvió las buenas vibraciones al barrio, pintándolo del característico color melocotón que ya es seña de estas calles.

Se alinearon los astros y también llegaba por allí Mel Bourne, escenógrafo de la exitosa Miami Vice, que utilizó sus calles en más de diez episodios de la serie. Aquello atrajo a más productores de Hollywood y otras producciones, desde videos musicales a películas como 'Chains of Gold' protagonizada por John Travolta.

UN PRESENTE DE LO MÁS ESTIMULANTE

Hoy Española Way puede jactarse de ser uno de los grandes encantos de Miami Beach. Esa arquitectura tipo colonial con su toque Miami style embauca a cualquiera. Los fines de semana montan un mercado al aire libre de flores, joyas y hasta piedras preciosas y, tal y como se quiso en un principio, también abundan las galerías de arte, con nombres como la de Art by Picos Pelegri.

Paper Fish, un restaurante en Española Way.Paper Fish

Las calles están atiborradas de restaurantes y no faltan espacios para disfrutar a lo grande. Uno de los más longevos es À la Folie, abierto por el parisino Olivier Corre, donde desde disfrutar de un café con su croissant, hasta tomar crepes y clásicos galos como la sopa de cebolla o escargots.

La vuelta por el mundo sin salir de Española Way continúa con los tacos y margaritas de Oh México y las tablas de charcutería y los fettucine frutti di mare de Mercato della Pescheria.

La herencia cubana llegaba también a Española Way en forma de restaurante, Havana 1957, donde sirven suculentos desayunos y sándwiches cubanos, además de programar noches de música y show en directo. ¿Imprescindible? Terminar con un helado de Konos o en Mammamia, especializado en helados italianos.

Los sándwiches cubanos de Havana 1957.Habana 1957

Y EL HOTEL QUE DA SENTIDO A TODO: ESMÉ MIAMI BEACH

Española Way vuelve a vivir un momento de renacer. Por toda la calle surgen nuevas propuestas, algunas ya han visto la luz, otras lo harán próximamente. Pero si hay una que destaca por encima de todas y que ha propiciado que vuelva a estar de moda, esa ha sido la apertura de Esmé Miami Beach Hotel.

Se definen a sí mismos con un hotel ideal “para amantes del diseño y aventureros epicúreos” y no pueden estar más acertados. Los edificios que hoy ocupa, concretamente nueve de toda la calle, pertenecieron al mítico The Clay.

Se empezaron las obras, pero el huracán de 2017 produjo grandes daños. ¿Por qué no aprovechar el parón para recrear aquel pasado de pueblecito español? Tras cuatro años de trabajo, hace diez meses abrieron por fin sus puertas. Su propio nombre viene de nuestra palabra esmeralda, una joya escondida, que les ha permitido retomar aquel pasado en el que Española Way quiso ser una colonia de artistas.

El hotel Esmé Miami Beach, un pequeño pueblo escondido.Esmé Miami Beach Hotel

Repartidos en varios edificios, presentan 145 habitaciones, un rooftop y cinco restaurantes para huéspedes y visitantes. Recuperan esa idea de pueblecito y todos sus espacios serpentean conectados por pequeños corredores, patios y rincones, que te harán pensar que de pronto estás en el sur de España y no en Miami.

El diseño ha corrido a cargo de la neoyorquina Jessica Schuster, que ha conseguido dotarlo de una atmósfera bohemia y ecléctica, a la par que familiar. Tonos rosas, esmeralda, maderas vintage y hasta azulejos de inspiración andaluza, forman parte del conglomerado de elementos que ha utilizado para dar a Esmé una identidad única, que destaca sobre los hoteles míticos de Miami Beach.

Resulta imposible quedarse solo con un espacio. En las alturas y conectando varios de los edificios está The Roof, con su piscina en la azotea, zona de solárium y un bar que, cuando cae la tarde, se torna de lo más animado con música, una carta de cocina sencilla y más de seis recetas diferentes de sangría.

Una de las habitaciones del hotel.Esmé Miami Beach Hotel

No es el único. Esmé tiene entre sus muros más propuestas gastronómicas como los bares de tapas de estilo español Bar Pintxo y Tropezón o la joya de la corona, The Drexel.

Ubicado en los bajos del edificio Casa Matanza, el chef Nano Crespo ha creado un restaurante crisol de las cocinas de Europa. De Grecia a Italia, pasando por Francia, con platos fantásticos como su calamar asado con chile y rúcula, los langostinos a la finas hierbas, la pizza de guanciale ahumado con aceitunas de Castelvetrano o el pollo orgánico que preparan entero y acompañan de salsa verde y unas patatas fritas altamente adictivas.

¿Más alicientes? El Salón, su cocktail bar, en el que solo sirven sus propias mezclas. Puedes tomar desde un clásico Martini, Cosmopolitan o mojito o apostar por sus house blends on the rocks. Su tequila de agave tostado con vainilla, toffee y aroma de humo es un imprescindible.

El Salón del hotel, un cocktail bar que es puro lujo. Esmé Miami Beach Hotel

Por si todo esto fuera poco, la calle sigue sumando propuestas. ¿Lo que viene? Esmé acaba de abrir otro nuevo espacio, su Sushi Bar. Llegado directamente de Austin, proponen una experiencia omakase de 17 platos, para tan solo 12 comensales por servicio, que se sentarán alrededor de una barra mientras el chef los deleita con sus creaciones.

Hay más en clave japo. El 7 de noviembre abre sus puertas Paperfish, segunda sede del grupo que ya cuenta con un espacio en Brickell. Será la excusa perfecta para probar sus best sellers como el nigiri de maguro y foie, los makis acevichados de gamba en tempura y aguacate o su wagyu, que acompañan con cebolla caramelizada, salsa de jalapeños y trufa.

Y todo ello en una de las calles más coquetas de todo Miami.

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