Melbourne, la ciudad australiana que se ha hecho a sí misma

Una de las ciudades más multirraciales de Oceanía se presenta como una urbe cultural y vibrante en la que merece la pena perderse.
Melbourne la ciudad australiana que se ha hecho a sí misma
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Melbourne, capital del estado australiano de Victoria, es una metrópoli que se ha ido haciendo a sí misma gracias a la inmigración procedente de casi todos los rincones del mundo. Esa es la principal razón por la que en la ciudad podemos conocer a gente de todas las razas y colores de piel. Por sus calles escuchamos expresiones en italiano, griego, inglés, coreano, hindú o chino, y en sus restaurantes nos esperan delicias de variados tipos de cocina.

Es prácticamente imposible aburrirse en esta ciudad. Conocida como la capital cultural de Australia, en Melbourne no faltan los teatros, salas de conciertos, festivales y ferias de distintas temáticas celebrados a lo largo de todo el año.

Además, los amantes del deporte también encontrarán eventos de primera clase, pues aparte de poder presenciar un emocionante partido de fútbol australiano –deporte rey en el país– también se disputa aquí un Gran Premio de Fórmula 1 y el Open de Australia de tenis. En definitiva, una urbe llena de vida y sorpresas.

Tranvía frente a la Flinders Street Station.

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CAFÉS, TRANVÍAS Y MUSEOS

Comenzamos nuestra primera jornada en Melbourne con un buen desayuno que nos haga despertar. No nos faltará donde elegir, porque en la ciudad hay más de 2.000 cafeterías. Las mejores de ellas se encuentran en Degraves Street, Hardware Lane, Centre Place y Collins Street. Sin embargo, para encontrar algo realmente diferente, podemos adentrarnos en el CBD (‘Central Business District’) de Melbourne y tomar un buen desayuno en Higher Ground, un lugar especial que se ha creado en una antigua estación eléctrica.

Con los niveles de energía en máximos, nos subimos a uno de los carismáticos viejos tranvías que pasan por el CBD de la ciudad. El número 35 realiza un interesante recorrido circular –y gratuito– que incluye comentarios sobre algunos de los atractivos turísticos por los que vamos pasando, como el Parlamento, la Biblioteca del Estado de Victoria o el Museo de la Inmigración.

Este último es un buen lugar para entender la idiosincrasia de Melbourne.

Después, respiramos aire fresco mientras recorremos los Jardines Botánicos Reales de la ciudad. Son realmente enormes y en él hallaremos miles de distintas especies de plantas.

Jardines Botánicos Reales.

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Dentro del recinto también se encuentra el gran estadio Rod Laver Arena, en el que se disputan los principales partidos del Open de Australia de tenis.

Si el clima lo permite, es una gran idea comprarse algo ligero de comer y hacer un picnic en los jardines. Plan ideal para sentirnos como locales.

ARTE Y COCINA ASIÁTICA

Desde los jardines, caminamos un cuarto de hora para visitar la Galería Nacional de Victoria que posee el honor de ser el mejor museo de arte de la ciudad.

La galería alberga una colección permanente compuesta por 75.000 obras. Desde su fundación en 1861, este lugar ha conseguido abarcar la historia y el desarrollo del arte, el diseño y la arquitectura australianos, indígenas e internacionales. A medida que crece y evoluciona, esta colección abraza y refleja la diversidad de identidades culturales y prácticas artísticas, conectando el arte con las personas.

National Gallery of Victoria.

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Otros quince minutos a pie nos llevan a la Torre Eureka. Pagando una pequeña entrada podremos acceder al fantástico mirador que ofrece el tercer edificio más alto de Australia.

Inaugurada a finales del 2006, esta torre posee la plataforma de observación más elevada del hemisferio sur. Para acceder a ella, tomamos el ascensor y nos apeamos en el piso 88. Allí, a 285 metros del suelo, la panorámica de Melbourne es insuperable.

Al caer la noche nos marchamos a explorar el barrio de Chinatown, situado en pleno corazón del CBD.

El barrio chino de Melbourne es uno de los más antiguos del mundo. En él encontrarás muchas luces, colores y farolillos, además de buenísimos restaurantes en los que degustar la cocina oriental. Flower Drum y Shanghai Street son dos buenos ejemplos de ello.

Torre Eureka.

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ARTE CALLEJERO Y PRODUCTOS FRESCOS

Si estamos interesados en el arte callejero, Melbourne nos parecerá un lugar perfecto para descubrir los edificios y almacenes que se han convertido en enormes lienzos vivientes para artistas urbanos de primer nivel.

Hay tours guiados por algunos de estos artistas, con los que podemos visitar el centro de arte callejero Hosier Lane, AC/DC Lane, Presgrave Place, con su galería de arte urbano, y el caleidoscópico Union Lane. El recorrido continúa en tranvía hasta West Melbourne para visitar Blender Studios, un refugio artístico para creativos callejeros.

Tras observar los murales de la ciudad, nos internamos en un mundo compuesto de olores, texturas, sabores y colores realmente atractivos. Se trata del Mercado de la Reina Victoria (Queen Victoria Market).

Queen Victoria Night Market.

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Este mercado lleva sirviendo productos frescos a los habitantes de Melbourne desde 1878. Ha sido el corazón y el alma de la ciudad durante más de un siglo. Un hito histórico que se extiende sobre dos manzanas del centro, creando un ambiente vibrante en un bonito edificio donde podemos elegir entre productos vendidos por más de 600 pequeños comerciantes. Aquí encontramos desde frutas y verduras australianas hasta alimentos gourmet, ropa y recuerdos locales e importados.

Tras comer algo en el Queen Victoria Market o el restaurante Gimlet, donde el chef Andrew McConnell’s elabora platos sensacionales en un horno de leña ���incluyendo una deliciosa langosta asada acompañada de arroz con azafrán–, dejamos el centro para pasar la última tarde explorando lugares algo más apartados.

Para ello, tomamos el tranvía número 16 y nos dirigimos a St. Kilda, un lugar emblemático situado junto a la playa de Melbourne.

Muelle de St. Kilda.

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ST. KILDA

St. Kilda puede presentar varias caras diferentes: soleado y bochornoso, frío y ventoso, lujosamente acomodado y francamente arenoso.

Independientemente de cómo nos lo encontremos, visitar St. Kilda es un componente imprescindible de cualquier estancia en Melbourne.

La calle más movida es Acland Street, donde restaurantes, bares y tiendas se mezclan con antiguas casas de finales del siglo XIX, algunas de las cuales han sido reconvertidas en apartamentos.

El muelle cercano a la playa de St. Kilda también suele estar animado e incluso alberga una colonia de pequeños pingüinos.

Nos marchamos de St. Kilda a pie para disfrutar de uno de los paseos costeros más famosos e impresionantes de Melbourne: el que lleva hasta la bella y salvaje playa de Brighton Beach. Se trata de una caminata panorámica en la que recorremos aproximadamente seis kilómetros a través de varias de las mejores playas de Melbourne. Es el plan ideal para dejar sorprendernos por el atardecer.

Brighton Beach.

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NOCHE DE TEATRO

Nuestra última noche en Melbourne la podemos aprovechar para asistir a alguna de las muchas obras de teatro, musicales o monólogos que protagonizan los carteles de los teatros y salas de eventos.

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Dos programaciones que conviene tener en cuenta son las de Regent Theatre y Melbourne Comedy Theatre. Después, podemos probar la comida peruana en el restaurante Pastuso o deliciosa cocina asiática en Chin Chin.

La última copa en la ciudad debe venir acompañada de buena música. En Melbourne hay una próspera escena musical, con numerosos garitos en los que gozar de la música en vivo que exhiben talentos locales e internacionales. Algunos lugares emblemáticos como The Corner Hotel, The Espy o Cherry Bar son perfectos para disfrutar de una gran despedida llena de música y energía.

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