A la gran mayoría de los viajeros –entre los que me incluyo– les resulta complicado describir lo que sienten cuando caminan por primera vez sobre las piedras que conforman cualquiera de las secciones de la Gran Muralla China.
Y es que, no son simples piedras. Sobre ellas, desde hace unos 2.500 años, han caminado miles de hombres y mujeres de otras épocas. Una construcción defensiva que fue levantada a base de sueños y esperanzas; miedos y anhelos; sangre y lágrimas, sin olvidar un sudor que ha compactado no sólo un muro, sino la historia de un pueblo a lo largo de los interminables siglos.
Es tal su grandeza que puede ser admirada incluso desde el espacio exterior. Un espectáculo que debe merecer mucho la pena, pero los más románticos seguimos quedándonos con la oportunidad de explorar a pie, y con los cinco sentidos, un lugar que trasciende lo material y se interna en el campo de la épica y el misterio de esa curiosa especie que somos el Homo Sapiens.
Para recorrer la Gran Muralla China, las opciones son múltiples, pero estas son algunas de las más accesibles (desde Pekín) o bellas.
MUTIANYU
Situada a poco más de 80 km, dirección noreste, de Pekín, la sección de Mutianyu posee el equilibrio perfecto entre popularidad y belleza monumental y paisajística. Esta parte de la Gran Muralla China ha sido restaurada y presenta un aspecto imponente, con una buena cantidad de torres de vigilancia, almenas en ambos lados y un inconfundible aire a lugar inexpugnable. La interminable silueta pétrea serpentea entre montañas, rodeada por densos parches boscosos.
Aunque el acceso desde Pekín es relativamente sencillo, el lugar no está tan concurrido como las secciones de Badaling o Juyongguan. Para subir del aparcamiento hasta la muralla se puede utilizar un teleférico, aunque es mucho más recomendable hacerlo a pie, por los senderos que se internan en el bosque. El descenso puede ser algo muy divertido si se utiliza el tobogán que han puesto para tal efecto.
SIMATAI
Dicen de la sección de Simatai que es la única muestra de la arquitectura de la antigua dinastía Ming que mantiene su aspecto original. Esta parte de la Gran Muralla China –que se encuentra a unos 140 kilómetros de Pekín– fue construida entre los años 1368 y 1398, durante las primeras décadas del reinado de la dinastía Ming.
La Gran Muralla de Simatai ha acogido a más de tres emperadores de la dinastía Ming para adorar a sus antepasados y cazar. Se instalaban aquí durante largas temporadas y supervisaban sus territorios. Se trata de una sección salvaje y con grandes cuestas, por lo que sólo es aconsejable para los viajeros que se encuentren en forma y busquen aventura. Otra de las características que la hacen especial es que se organizan tours nocturnos. Las luces se encienden en la noche y el paseo se convierte en un verdadero viaje místico en el tiempo.
GUBEIKOU
Situada a unas dos horas en coche de Pekín, Gubeikou es una de las partes más salvajes y emocionantes de la Gran Muralla. La mayor parte de ella está sin restaurar, lo cual hace que nos encontremos con almenas decadentes y ruinas desmoronadas dondequiera que miremos, proporcionándonos la oportunidad de imaginarnos cómo era la vida allí siglos atrás.
Ubicada estratégicamente tras las laderas de las montañas Yan, Gubeikou protegió un paso importante hacia Pekín y en ella se vivieron más de un centenar de sangrientas batallas sin cuartel. Esta sección ofrece una serie de monumentos interesantes, como la Torre General y la Torre de los 24 Ojos. Al no haberse tocado la estructura desde 1567 y no ser tan popular como otras partes de la Gran Muralla, Gubeikou es el lugar ideal para aquellos que buscan una escapada tranquila y auténtica.
JINSHANLING
Conocida por ser uno de los tramos más bellos de la Gran Muralla China, Jinshanling atrae, a pesar de encontrarse a unos 150 km de Pekín, a un buen número de amantes de la naturaleza, las caminatas y la arqueología.
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Situada en la provincia de Hebei, la sección Jinshanling de la Gran Muralla es salvaje en algunos lugares y restaurada en otros. Una variedad que le da un encanto que se convierte en irrechazable cuando es combinado con el espectacular entorno natural que le rodea. Intercaladas a lo largo de sus 10,5 kilómetros de longitud, se encuentran 67 torres de vigilancia que presentan una amplia variedad de estilos arquitectónicos.
Por lo general, se necesitan alrededor de siete horas para caminar desde Jinshanling a Gubeikou o viceversa. Las vistas de la Gran Muralla internándose a través de crestas montañosas, pasos y valles son simplemente fascinantes.
HUANGHUACHENG
Esta es la única sección de la Gran Muralla, cercana a Pekín, que está conectada con un lago. La Gran Muralla de Huanghuacheng está rodeada de montañas y frondosos bosques, formando un hermoso paisaje natural, admirable durante todo el año.
La construcción de esta parte comenzó en el año 1404. La obra finalizó 188 años más tarde. La espectacularidad de Huanghuacheng reside, sobre todo, en las partes de la Gran Muralla que se hallan sumergidas bajo las aguas del lago Haoming. De hecho, es un pecado marcharse de allí sin haber disfrutado de un paseo en barco por el lago, pudiendo admirar la fortaleza desde una perspectiva totalmente diferente.
HUANGYAGUAN
Ubicada en medio de un paisaje jalonado de hermosas montañas y valles, la sección Huangyaguan de la Gran Muralla se extiende a lo largo de unos 40 kilómetros y cuenta con muchas imponentes torres y compuertas, las cuales datan del siglo XV. Considerada por muchos como una versión en miniatura de la Gran Muralla China (ya que aglutina casi todas sus características arquitectónicas), Huangyaguan posee algunos tramos con bastante pendiente, pero las caminatas regalan unas vistas fabulosas.
Como gran particularidad, hay que resaltar que, cada mes de mayo, miles de entusiastas corredores llegan a Huangyaguan para participar en su famoso maratón.
BADALING
Construida en 1504, Badaling es una de las secciones más visitadas de la Gran Muralla China. Las razones para ello hay que buscarlas en que está casi completamente restaurada y que se halla muy próxima a Pekín (unos 70 km). De hecho, aquí encontraremos muchas tiendas, restaurantes e incluso teleféricos. Sin embargo, Badaling todavía tiene su encanto y, a lo largo de los años, ha sido visitada por personalidades importantes, desde el presidente Nixon hasta la reina Isabel II.
Fácil de recorrer, sus imponentes murallas se abren a un paisaje magnífico, con empinadas laderas montañosas que caen a ambos lados. En definitiva, no es mala opción para aquellos que no dispongan de demasiado tiempo en la capital y quieran conocer algo de este monumento mundial.
JIANKOU
Situada a unos 70 kilómetros al norte de Beijing, Jiankou es la parte más salvaje, peligrosa y, en cierto modo, emocionante para explorar la Gran Muralla China. Finalizada en 1368, esta sección no ha sido restaurada desde entonces. Por tanto, parte de ella se encuentra en mal estado, y se han encontrado plantas, flores y árboles creciendo entre las juntas de sus ladrillos desmoronados. De hecho, Jiankou presenta algunos de los tramos más inclinados de la muralla. Sin embargo, encontramos la recompensa a este esfuerzo en el abrupto paisaje montañoso que parece acapararlo todo. Y los más aventureros optan por acampar entre sus almenas, pasando la noche en un lugar que no deja de susurrar historias en la oscuridad.