Casa Pacha Formentera: el lujo de ser isleño

El nuevo hotel boutique de Grupo Pacha está ubicado en la playa de Migjorn, supone una vuelta a los orígenes de la marca y es el refugio (de lujo) perfecto para reconectar con uno mismo y sentirse (de verdad) libre y salvaje.
El lujo de ser isleño.
Salva López

Casa Pacha Formentera. Tres palabras, ni una más, ni una menos, bastan para presentar el lugar que, sin saberlo, tanto andábamos buscando.

Nuestro subconsciente sí que lo buscaba: un oasis de paz donde toparnos con nosotros mismos. Un refugio donde lo primero que veamos al abrir los ojos sea el mar, donde el tiempo deje de retarnos a carreras imposibles y se convierta en nuestro aliado, donde el lujo se aloje en los detalles, dejando que la sencillez se ocupe del resto.

Ver fotos: Siempre hay tiempo para un baño más en Formentera

Y al final lo encontramos: al final de una de las playas más bonitas del mundo, la de Migjorn; en un puntito insignificante en mitad del Mediterráneo, que pese a su tamaño, brilla como ninguna otra perla del mar.

Casa Pacha FormenteraSalva López

Grupo Pacha decidió hacer dos viajes: primero se remontó a sus orígenes, concretamente a julio de 1973, cuando Ricardo Urgell llegó a Ibiza y decidió abrir un club en una casa en mitad del campo.

El segundo viaje fue más corto, de una media hora, lo que se tarda en recorrer las diez millas náuticas que separan Ibiza y Formentera. Las cerezas habían llegado a la pequeña de las Pitiusas.

¿El resultado? Una casa –que sentirás tuya en cuanto entres por la puerta y te quites los zapatos–, una historia, la de Pacha –tan fascinante que cada rincón del hotel le guiá un ojo en forma de vinilos, fotográfias y carteles publicitarios de fiestas– y Formentera, para muchos, la mejor isla del mundo.

Madera, lino, ratán y esparto: las texturas de Casa Pacha.Casa Pacha Formentera

AQUELLA IBIZA

A menudo escuchamos aquello de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, que tal cosa ya no es lo que era, que no se fabrican coches como los de antes, que hace mucho que dejamos de escribir cartas, que no quedan canciones para lo románticos... Y puede que sea cierto.

El empresario Ricardo Urgell puso un pie en Ibiza cuando las noches en la isla todavía eran para dormir; cuando nadie hacía caso a palabras como bafle, club y baile; cuando allí no había nada. De hecho, Pacha fue la primera de las muchas discotecas que luego salpicarían el campo ibicenco.

Lo que muchos no saben es que el primer Pacha no abrió en Ibiza, sino en Sitges. Corría el año 1967 y se llamó así porque la esposa de Urgell le sugirió ese nombre: “vivirás como un Pacha”, le dijo, utilizando esa expresión que significa vivir con lujo y opulencia.

Pero volvamos a Pacha Ibiza, a esos años 70 y 80 que vieron vibrar la noche de la isla con la música de las fiestas Flower Power, a esa sensación de libertad que se apoderaba de todos aquellos –celebrities y anónimos, hippies y niños bien– que traspasaban el umbral de este templo para dejar que la música los mezclase y poseyese.

Esa nostalgia, esa forma de vida, ese deseo de vivir –y bailar– el ahora, sin pensar en qué ocurrirá al salir el sol, conforman los cimientos de Casa Pacha Formentera.

Pacha Ibiza, 1973.Grupo Pacha

VUELTA AL ORIGEN

A medida que avanzamos por la carretera que cruza Formentera de punta a punta, nos vamos despojando de todas aquellas cosas que se habían acumulado a nuestra espalda a lo largo del año, y ya pesaban.

La brisa del mar y el aroma de las sabinas entran por las ventanillas del coche, y al salir, se llevan consigo un puñado de esas preocupaciones y pensamientos que aprietan y a veces, también ahogan.

Nuestro destino es la playa de Es Arenals, ubicada al sureste de la isla, en la costa de Migjorn. Una curva a la izquierda y casi estamos: Casa Pacha nos espera tras atravesar el bosque de pinos y unos cuantos campos de cultivo.

Playa de Migjorn, Formentera.Casa Pacha Formentera

¿Por qué casa y no hotel? Porque se trata de que el huésped la sienta como un hogar. Y eso es lo que experimentamos nada más entrar: en lugar de un mostrador al uso, una mesa de madera hace las veces de recepción.

Frente a ella, un enorme espejo descansa apoyado en la pared. Junto a él, una mesa repleta de vinilos de los 70 y flores de colores, una alfombra de estilo africano y en el muro del fondo, una gran instantánea en blanco y negro de aquella casita que se convirtió en el primer hogar de Pacha en Ibiza.

Vuelta al orígen.Salva López

Tras la “recepción”, está Tatiana, quien nos da la bienvenida y nos presenta nuestra habitación: La Luna Llena.

Cada una de las 17 habitaciones de Casa Pacha, repartidas en tres plantas (más el ático), lleva el nombre de acontecimientos, figuras e iconos de la historia del grupo: Las Cerezas, El Pachacha (la sala de música latina del club ibicenco), El Hippie, Las Dalias (el emblemático mercadillo), Paula's (la boutique que revolucionó Ibiza en la década de los 70), Lío (el exclusivo club cabaret ubicado en el puerto de Ibiza) o Sitges 67 (el lugar y año de fundación de la primera discoteca Pacha) son algunos de ellos.

Nuestra “Luna Llena” alude a la fiesta que Pacha celebraba en la isla de Espalmador con motivo de la fase lunar que tiene lugar cuando nuestro planeta se encuentra situado exactamente entre el sol y la luna.

Casa Pacha y la nada.Salva López

LUJO PRIMITIVO

“Casa Pacha es un concepto totalmente nuevo liderado por el Grupo Pacha. Un concepto en el que lujo y naturaleza se encuentran en sintonía en un entorno idílico como es la playa de Migjorn de Formentera”, afirma Nick McCabe, CEO de Pacha Group.

El interiorismo viene firmado por el estudio de Patricia Galdón, que ha ideado un alojamiento donde el lujo y el diseño contemporáneos se impregnan de la esencia mediterránea y relajada de la que presume toda la isla.

En todo el hotel domina una paleta de colores inspirada en la naturaleza que tiene como protagonistas los tonos neutros, tierra, arena, caldero y, por supuesto, alguna que otra pincelada azul que parece sacada directamente del océano.

Suelos de hormigón pulido, paredes encaladas, maderas naturales, linos, plantas tropicales, objetos de cerámica, biombos de ratán, cestos de esparto... todo aquí se mimetiza a la perfección con el entorno y da como resultado una sensación de absoluta calma.

Calma.Salva López

SIN PERDER DE VISTA EL MAR

En todas las habitaciones las camas están mirando al mar, quizá el elemento más importante de la estancia pese a encontrarse fuera de ella. Todas ellas cuentan asimismo con terraza privada y pequeños detalles que descubrirán a los huéspedes la historia de la marca Pacha.

Las más básicas son las habitaciones Double Sea View, de 15 metros cuadrados, que no por ello dejan de tener vistas al mar y todas las comodidades que puedas imaginar.

Las Premium Sea View cuentan con una superficie de 37 metros cuadrados y una cómoda cama donde despertar y darte de bruces con el mar al mirar al frente, como si un cuadro al óleo se tratara –ojalá poder llevárnoslo para colgar en casa–. También tiene un par de sillas rústicas, taburetes de madera y sí, incluso desde la ducha, también se ve el mar.

Buenos días Mediterráneo.Casa Pacha Formentera

La sensación de libertad y de lujo primitivo continúa en la Gran Premium Dunes –también de 37 metros cuadrados y sin perder de vista el azul Formentera– y en la habitación Casa Pacha Sea View, una buena opción para familia y amigos ya que está compuesta por dos suites con baño conectadas por un salón privado.

Pero no nos detengamos, veamos lo que aguarda al final de la escalera –murales vestidos con collages de carteles vintage de Pacha marcan el camino–.

Un collage de carteles vintage nos acompaña al subir la escalera de Casa Pacha.María Casbas

En lo más alto del edificio encontramos la Roof Top Suite, llamada Ricardo (en honor al fundador de Pacha), que cuenta con una terraza de 195 metros cuadrados donde sentir la brisa del mar, aspirar el aroma a sal y espuma y mirar a tu alrededor para descubrir el secreto mejor guardado de Formentera, el porqué de todos aquellos que cada año llegan hasta este trocito de paraíso: el lujo de ser isleño.

Mirar a tu alrededor y solo ver dunas, pinos y mar (ni un bloque de pisos, ni una parada de autobús, ni un centro comercial), esa es la esencia de Formentera: el poder de la nada, el lujo de sentir que ya tienes todo.

La terraza de ‘Ricardo’, la Roof Top Suite.Casa Pacha Formentera

EL RESTAURANTE

Ubicado en primera línea de playa, el restaurante de Casa Pacha podría recordarnos desde fuera a uno de los muchos chiringuitos que salpican la costa de Migjorn, pero nada más lejos de la realidad.

“Se trata de una experiencia gastronómica en la que los productos locales se fusionan para despertar sensaciones únicas”, afirma McCabe.

Con una espaciosa cocina completamente abierta y dirigida por Pau Barba (chef ejecutivo del grupo Pacha), y una propuesta sencilla a la vez que deliciosa, el restaurante de Casa Pacha está abierto durante todo el día aunque el desayuno está reservado únicamente para los huéspedes del hotel.

Cada mañana, en la mesa espera un desayuno continental emplatado en el mejor de los escenarios: un telón de arena y mar de fondo. Embutidos locales, bollería recién hecha, granola, yogur, fruta y mermelada casera completan los buenos días de Casa Pacha, donde también puedes pedir platos calientes así como batidos y zumos que te preparan en el acto.

El restaurante de Casa Pacha.Salva López

A la hora de comer, el Mediterráneo manda, al igual que el producto de temporada. En el apartado de entrantes encontramos opciones frías como las ostras, los tomates pelados con aceite de oliva arbequina y cebolla tierna o las hojas de lechuga larga con tres aliños.

Los entrantes calientes incluyen delicias del mar como las cigalitas de Formentera a la plancha, las gambas rojas al ajillo, los mejillones con sobrasada y fregola o las almejas en salsa verde.

Pongámonos un poco más serios, porque ahora toca la parte más difícil: elegir el plato principal. El pescado del día (al horno o a la brasa) es una acierto seguro, pero también lo es decantarse por la langosta de Formentera o el bogavante azul (en caldereta, a la plancha o fritos con huevos).

Y no solo de mar vive el chiringuito, también hay platos para los más carnívoros como el steak tartar de solomillo de ternera y el lomo medio de buey de pura raza.

¿Sigues sin decidirte? Lánzate a compartir un arroz meloso con bogavante o los huevos fritos con cigalitas: el edén (culinario y formentereño) era esto. Deja hueco para la tarta de queso –avisado estás–.

El restaurante también ofrece snacks y picnics que puedes llevarte a la tumbona, además de una extensa carta de cócteles.

Huevos fritos con cigalitas.Salva López

MIGJORN: EL REFLEJO DEL PARAÍSO

Por si alguien –que nunca ha estado en Formentera– se lo está preguntando, el hotel no tiene spa: ¿qué loco querría meterse en un spa con una de las playas más hermosas del mundo literalmente a treinta segundos de nuestra cama?

La costa de Migjorn ofrece más de cuatro kilómetros de arena y roca donde, a pesar de estar bastante concurrida en algunos tramos (sobre todo en julio y agosto), encontrarás tu trocito de paraíso, bañado por aguas tan cristalinas que no podrás dejar de mirarte los pies.

¿Lo mejor? Una pasarela peatonal recorre todo el litoral para que puedas desplazarte a tu antojo. De oeste a este, estas son las playas y calas que componen Migjorn: Es Mal Pas, Es Ca Marí, Racó Fondo, Es Codol Foradat, Es Valencians, Es Arenals (donde se encuentra Casa Pacha, que ofrece tumbonas de cortesía para sus huéspedes) y Es Copinar.

Si continúas caminando un poquito más allá, pasando el mítico kiosko Bartolo, encontrarás Es Caló d'Es Mort, una pequeña calita que, fuera de temporada, es un mini-paraíso dentro del paraíso pitiuso.

Es Arenals, en Migjorn.Salva López

Para recorrer los alrededores (sin prisa y sintiéndote parte de la naturaleza), el mejor medio de transporte es sin duda la bicicleta, que puedes pedir prestada en el hotel.

A la vuelta, tras una jornada de playa y caminos verdes –o por qué no, por la mañana para empezar el día con la máxima plenitud– echa un vistazo al apartado wellness de Casa Pacha, que ofrece masajes a la sombra de los pinos (o en tu propia habitación con el mar de fondo), sesiones con entrenador personal y clases de yoga y pilates al aire libre.

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A estas alturas, está claro qué es Casa Pacha: una vuelta a las raíces, un viaje en el que despojarse de todo por el camino –empezando por los zapatos y acabando por el reloj y el móvil–, un cambio de perspectiva.

Porque, bien sea desde la tierra o desde el mar, aquí, uno siente que las cosas, son solo eso, cosas, y que por tanto, pueden quedarse atrás, que no necesitamos tanto peso. Lo que sí necesitábamos, con urgencia, era sentirnos libres.

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