ESTILO DE VIDA
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De dominar las redes sociales al FOMO y a poner la salud al servicio de un "like"

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Cuando la autoestima depende de la aceptaci�n cibersocial y la dependencia de ese entorno impide vivir y experimentar en plenitud, ya no s�lo se habla de una adicci�n, sino de una peligrosa sumisi�n que da�a considerablemente la salud mental.

�Tiene l�mites la privacidad en redes?
�Tiene l�mites la privacidad en redes? Getty Images

Es desconcertante c�mo nos hemos vuelto paparazzis improvisados de nuestras propias vidas, con la c�mara siempre dispuesta. Quiz� por eso vienen predeterminados los smartphones con acceso r�pido a la c�mara. Nos abalanzamos a registrar en nuestro m�vil lo que ocurre en nuestras vidas, antes siquiera de plantearnos simplemente vivirlo en el momento presente. Y todo para poder compartirlo con nuestra comunidad de amigos en las redes sociales. "Si bien es cierto que todos tenemos una c�mara en el smartphone dispuesta a disparar y el surgimiento de las redes sociales nos permiten estar todo el d�a conectados y pendientes de la vida de los dem�s, el factor determinante son los valores de esta sociedad, que premia elementos como la est�tica o el espect�culo por encima de nuestra salud mental", explica Jonathan Garc�a-Allen, psic�logo y responsable de comunicaci�n de Psicolog�a y Mente. "Es importante que sepamos darle un uso responsable a las redes sociales; porque para algunos, especialmente para aquellos con m�s tendencia al narcisismo o una personalidad antisocial, estar hiperconectados a las nuevas tecnolog�as puede convertirse en una problema de obsesi�n y causar serios problemas emocionales".

un c�rculo vicioso de likes y follows

Sin relaciones con otras personas ver�amos mermado nuestro crecimiento y desarrollo personal. Nos ayudan a forjar nuestra propia identidad y, en tanto en cuanto las redes sociales sirven a ese prop�sito, son una fuente de enriquecimiento tanto para el individuo como para el colectivo. A trav�s de ellas exponemos una imagen de lo que somos, pero la mayor parte de las veces es para expresar la cara m�s amable, lo que no implica que no sea real, sino incompleta. �Ser�a la soluci�n trasladar a la pantalla todo lo que acontece en nuestra vida, incluyendo lo m�s privado e �ntimo?

Tal y como explica Bertrand Regader, psic�logo y CEO de Psicolog�a y Mente, hoy en d�a la l�nea entre lo privado y lo p�blico se ha desdibujado, especialmente entre los m�s j�venes. Lo que antes permanec�a en el �mbito privado (viajes con amigos, relaciones, momentos de distensi�n, etc) ahora no solo pueden, sino que "deben" salir a la luz p�blica, en la medida que esa exposici�n significa ganar la atenci�n de los dem�s. Para el experto esto es un problema porque se cae en una espiral de exposici�n a los dem�s en busca del refuerzo positivo (likes, comentarios) y, una vez consolidada esta espiral, es complicado cortar ese h�bito. "El principal problema de este c�rculo vicioso es que provoca que su autoestima gire en torno al grado de aceptaci�n que se tiene a trav�s de las redes sociales", afirma el psic�logo.

Todo ello sin olvidar que hemos pasado de vivir las experiencias por nosotros mismos o por el goce supremo de exprimirlas m�ximo en busca de nuestra satisfacci�n, para vivirlas de cara a la galer�a. Un pretexto para tener algo que ofrecer a los seguidores en esa b�squeda constante de atenci�n y reafirmaci�n a trav�s de las interacciones en las redes. "Esto puede iniciar una carrera absurda por publicar cada vez m�s stories o posts luciendo atractivos o realizando actividades divertidas, en busca de no dejar de estar en la cresta de la ola. Se ha pasado de vivir para uno mismo a un estilo de vida enfocado a gustar a los dem�s y a obtener la recompensa del like o del follow de otras personas, por lo que la experiencia misma ha dejado de ser un fin en s� mismo para convertirse en un medio", comenta Bertrand Regader. En la misma l�nea, se expresa Jonathan Garc�a-Allen: "Es importante educar especialmente a los m�s j�venes para que sepan hacer un uso responsable de las redes sociales y para que no sufran problemas de autoestima al sentir la necesidad de estar siempre pendientes de exponer su vida en todo momento y de estar pendientes de la vida de los dem�s, un fen�meno conocido como S�ndrome FOMO".

asunto: seguridad

El establecer l�mites entre lo p�blico y lo privado va m�s all� de la discusi�n psicopedag�gica y moral. Es un asunto de seguridad. "Exponer informaci�n personal en cualquier plataforma digital tiene sus riesgos. No es malo tener vida social online, pero si nos pasamos al compartir ciertas cosas, dejamos la puerta abierta a que otros se aprovechen de la informaci�n que voluntariamente proporcionamos para su propio beneficio. Por tanto, compartir momentos de tu vida en las redes sociales no es malo en s�, pero hay que saber poner l�mites y no exponer nada que pueda comprometerte", explica Luis Corrons, Security Evangelist de Avast.

Como norma general, por nuestra seguridad, deber�amos evitar publicar y/o manejar con cuidado extremo los datos relativos a la salud, el trabajo o las finanzas. No es buena idea decir las direcciones por donde te mueves: ni el gimnasio, ni el dentista, ni la oficina... ni mucho menos el domicilio. "Es importante tener en cuenta que una vez que compartes algo en Internet, pierdes el control sobre ello, y puede ser redistribuido o modificado sin tu permiso en cualquier momento", recalca el experto de Avast.

En cuanto a terceros, hay que tener mucha sensibilidad con lo que se publica de otras personas, m�s all� de que -obviamente- se debe tener su consentimiento previo. Especialmente en el caso de mayores y ni�os. En Espa�a la ley dice que ning�n menor deber�a registrarse en las redes antes de cumplir 14 a�os. Est� prohibido. Sin embargo, en la pr�ctica, todos sabemos que no es real. No hay adolescente, ni preadolescente, que no tenga una cuenta en TikTok o en Instagram. Y la mayor�a se auto administra el perfil sin supervisi�n de un adulto, con el riesgo que conlleva. Acosadores y ciberdelincuentes buscan aprovecharse de su ingenuidad para obtener informaci�n e im�genes de manera il�cita que posteriormente utilizan para su propio beneficio. "Si es el adulto el que publica fotos de su hijo, es aconsejable que se tape la cara. Si es el ni�o quien tiene redes sociales antes de los 14 a�os, es obligaci�n de los padres ayudarles a entender la sensibilidad de las redes sociales y asegurarse de que saben c�mo protegerse en l�nea. Al igual que un padre ense�a educaci�n c�vica a sus hijos, la seguridad en Internet tambi�n deber�a ser una lecci�n obligatoria".

Del todo a la nada

En la era de la imagen, donde parece que prima m�s la apariencia de lo que somos, hay quien ha decidido dar un paso casi valiente, un paso atr�s. "No he entrado en internet en cuatro a�os y medio. Ha cambiado mi vida completamente. Soy m�s feliz, estoy m�s presente y conecto m�s con la gente. Me hace sentir normal. Comenc� a tener una relaci�n conmigo misma y creo que esa es la mejor parte. Nunca he sido m�s feliz", confesaba Selena G�mez en una reciente entrevista para Good Morning America. No es la �nica celebrity que reniega de las redes sociales, aunque si es una de las pocas que se han retractado tras haber pasado estado "enganchada" a los likes.

Otras influencers, cansadas de la exclavitud que les supon�a estar siempre pendiente de sus redes sociales decidieron darle la vuelta a la tortilla y mostrar al mundo lo que se esconde detr�s de cada selfie intachable y publicaci�n producida, que muchas llevan un trabajo detr�s equivalente a un corto de Oscar. Hayley Madigan es una de ellas. Casi medio mill�n de personas aun son fieles a sus propuestas fitness, universo en el que lleva sumergida a�os. En este �mbito el postureo es colosal y ella bien lo sabe. Ahora, adem�s de seguir promoviendo un estilo de vida sano se ha decantado por desmontar la irrealidad que transmite la cultura de la imagen, para advertir de los peligros que tiene tomarse como referente algo que no es real, pero que tiende a admirarse hasta el punto de querer emularlo en primera persona. "Las redes sociales no son negativas, pues son otra forma de comunicarnos. El problema es m�s bien cuando los valores de la sociedad no son los m�s saludables y tiene un gran peso la cultura de la imagen", sentencia el psicologo Jonathan Garc�a-Allen.

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