Alimentación consciente: qué es y cómo podemos practicarla para librarnos (por fin) de hacer dieta

Este verano es el momento de olvidarnos de las dietas restrictivas de una vez, para aprender a alimentarnos de verdad.
Shot of a man eating breakfast at the dining table
Shot of a man eating breakfast at the dining tablekupicoo

Con el comienzo del verano, empieza también una oleada de información sobre dietas milagro que nos invitan a perder peso. Nada tienen que ver con la alimentación consciente, por supuesto. Una nueva forma de comer que nos animan a practicar cientos de nutricionistas y que nos motiva a dejar todas esas dietas que nos prometen resultados en días. Si eres de los que está cansado ya de comerse demasiado la cabeza, probablemente debas adoptar un nuevo punto de vista.

Pero, ¿en qué consiste la alimentación consciente o mindful eating? Marcos Bodoque, especialista en nutrición, lo define en su libro, Elige nutrirte, como una nueva forma de entender la vida: “Significa abandonar el concepto obsoleto y dañino de dieta y abrazar un nuevo estilo de vida, una relación totalmente distinta con la nutrición, con nuestro cuerpo y el cuidado de nuestra salud”.

Es un tipo de alimentación en lo que importa no son los alimentos en sí, ni mucho menos las calorías, sino los nutrientes que aportamos a nuestro cuerpo para su correcto funcionamiento y, por supuesto, para tener más energía y no deteriorar nuestra salud mental. “Escuchas a tu cuerpo y él te dice lo que necesita, pues introduces con normalidad los alimentos que regulan adecuadamente tu hambre y saciedad”, explica Bodoque.

De esta forma, conseguimos olvidarnos del concepto de dieta tradicionalmente restrictivo y elegimos libremente qué consumir, haciendo que el qué comer deje de causarnos estrés. Conseguimos dejar de preocuparnos por nuestro peso y nos centramos en nuestra energía y bienestar.

En su libro, Bodoquez cuenta que seguramente también se regule nuestro peso, pero que eso no será lo que más nos importe, sino el hecho de que nos sentimos bien y felices. “Cuando llevas una alimentación consciente, desaparece el hambre a todas horas y la ansiedad por la comida”. Esto se debe a que dejamos de pensar en exceso las cosas y, sobre todo, dejamos de restringir ciertos grupos de alimentos, como los que contienen carbohidratos o grasas.

Será un enfoque que mejore nuestra salud física y mental y, de la misma forma, nuestra relación con la comida y el concepto de dieta. Tendremos que conectar con nuestro cuerpo y escucharlo para simplificar lo que hacemos. Es así de fácil: si tenemos hambre, comemos; si estamos llenos, paramos de comer. Si hemos comido fuera y nos han faltado ciertos nutrientes, intentamos incorporarlos en la cena (sin que ello suponga tratar de compensar las calorías).

No se trata de juzgarnos a nosotros mismos, ni de sentir culpa, ni vergüenza. Todo lo contrario. Consiste en disfrutar la experiencia de comer, pero de verdad. Es una perspectiva que nos ayudará a abandonar las clásicas dietas yoyó, las restricciones, la obsesión por comer sano el 100% del tiempo, o la auto-flagelación por no hacerlo.

Lo más importante será aprender a conectar con nuestro cuerpo, y no dejarnos llevar por las normas sociales, la cultura de la dieta o incluso nuestros propios pensamientos negativos acerca de nuestro físico o los hábitos que seguimos. Por ejemplo, si normalmente comemos a las 2 y media, pero un día tenemos hambre a la 1, no tenemos por qué esperar a nuestra hora habitual, sino que podemos perfectamente ir adaptándonos sobre la marcha.

Puede parecer algo simple y sencillo, pero creednos, si nos paramos a analizar nuestro día a día, nos daremos cuenta de que muchas de nuestras conductas alimenticias están determinadas por las normas sociales o las opiniones de las personas de nuestro alrededor.

Cambiar nuestra mentalidad no será sencillo y, para hacerlo, seguramente, tendremos que analizar durante cierto tiempo algunos aspectos como nuestros niveles de hambre, qué es lo que nos sienta mejor o nos sacia más o qué señales nos manda nuestro cuerpo en cada momento, además de cuáles son las cosas que más disfrutamos de nuestra alimentación. Será bueno medir nuestro estado de ánimo, nuestros niveles de energía y nuestras emociones.

Este año, si hay algo que debamos proponernos no solo es el vernos bien por fuera, sino el sentirnos bien por dentro de verdad. Abandonar toda dieta insana para nuestra cabeza y nuestro cuerpo y dejar hueco en nuestra mente para cosas que verdaderamente merecen la pena. Con la alimentación consciente, nuestra mentalidad y perspectiva de la vida solo podrán ir a mejor.