El 13 de junio de 1954 se transmitió la primera emisión televisiva en Colombia. Durante estos 70 años, el progreso del medio se convirtió en una “caja de resonancia mágica”, donde los espacios de debate brindaron una plataforma de discusión sobre temas políticos, sociales y económicos que impulsaron un enfoque más crítico de los procesos democráticos.
La televisión ha ofrecido una programación variada que satisface los intereses de diferentes segmentos de la población, desde espacios educativos, deportivos y documentales, hasta programas de entretenimiento que han captado la atención de las audiencias proyectando la identidad colombiana más allá de las fronteras con obras como: ‘Café, con aroma de mujer’, ‘Sábados Felices’ y ‘Yo soy Betty, la fea’, probablemente el programa de televisión colombiana más conocido a nivel mundial.
La televisión ha tenido un impacto significativo en la colectividad y traído considerables beneficios desde su introducción. Sin embargo, algunos aspectos discordantes han deslucido su desempeño.
1) Programación importada, especialmente de EE. UU., que ha influido en las costumbres y valores locales, contribuyendo a la perpetuación de prejuicios.
2) La exposición a contenidos violentos ha sido una preocupación en temas que pueden influir negativamente en niños y adolescentes, fomentando su agresividad.
3) A través de la publicidad, la televisión fomenta una cultura de consumismo constante, que ha tenido un impacto negativo en las prioridades y valores de la sociedad, incentivando el gasto excesivo y por consiguiente el endeudamiento.
4) El tiempo dedicado a ver televisión ha contribuido a problemas de salud como la obesidad y el sedentarismo.
5) La constante difusión de noticias alarmistas, violentas o negativas incrementa el estrés, la ansiedad y la depresión. Estos aspectos negativos podrían ser considerados por los entes reguladores de la tv para mitigar los impactos perjudiciales en la sociedad.
Por otro lado, la televisión enfrenta actualmente otros desafíos: las redes sociales, que vienen amplificando su capacidad de propagación debido a varias características inherentes a las plataformas. Estas estructuras permiten que la información se difunda de manera rápida a una audiencia global en cuestión de segundos, donde es más sencillo crear y distribuir contenido sin pasar por los rigurosos filtros editoriales de los medios responsables.
Los algoritmos que priorizan el contenido basado en la interacción del usuario pueden amplificar las noticias sensacionalistas, independientemente de su veracidad. La tecnología permite a los manipuladores de información segmentar audiencias específicas con mensajes personalizados, lo que aumenta la eficacia de la desinformación. En resumen, las redes sociales, pueden exacerbar y acelerar la propagación de las “noticias mentirosas”.
Para mitigar estos riesgos, es importante fomentar la alfabetización mediática, implementar políticas de verificación de hechos, y promover un periodismo cabal y ético en todos los medios de comunicación.
RICARDO GAITÁN
Consultor de marca
