Apenas llevo 5 episodios de un podcast que inicié hace algunas semanas, llamado “Inspiración a la carta” y ya ha superado todas mis expectativas. Nació de un sentimiento básico. Un día dije: No me voy a quejar más de la situación del país y voy a hacer algo positivo. Mi objetivo es traer historias de personas que ayudan a otras personas, que por un revés del destino o una tragedia han hecho una fundación que hace la diferencia con los niños o que han superado desafíos personales muy grandes.
La primera fue la Mujer Cafam 2023 que lidera una fundación que hoy se le metió en serio al tema de salud mental y está construyendo cuatro “lugares seguros” o centro de regulación emocional para niños y adultos en hospitales y colegios, para hacerle frente a esos momentos difíciles que atravesamos los seres humanos de tristeza, depresión o intentos de suicidio. Son procesos con expertos en psicología que ayudan a muchas personas y salvan vidas.
Luego vino un sargento del Ejército que perdió sus piernas en un campo minado de la guerrilla que me dijo esta frase: Perdí mis piernas y aprendí a volar. No solo salió adelante, sino que es feliz, campeón paralímpico, ayuda a otros miembros de las fuerzas armadas que pasaron por lo mismo y es padre de tres hijos, todos estudiantes.
Después conversé con un señor que a sus 91 años es el motor de un hogar para adultos mayores en el barrio Santa Fe de Bogotá. En medio de la conversación le pregunté que cual era el secreto para una buena vejez y me salió con esta perla: No recuerdo -me dijo- haberle hecho daño a nadie en mi vida conscientemente. En otras palabras: la consciencia limpia.
La siguiente fue la creadora de una fundación que desde hace nueve años se dedica a darles felicidad, buen trato, alimentación y apoyo de todo tipo a los niños enfermos de cáncer y sus familias que llegan a Bogotá literalmente sin un peso. Una labor llena de humanidad y solidaridad. Después conversé con una caleña líder y empoderada que sobrevivió a una septicemia general que le dio en un hospital, al cual ingresó por un cálculo renal y perdió todos sus dedos. Pero no solo le ganó la batalla a la adversidad sino que, con su testimonio poderoso de vida, impulsa y transforma la vida de muchos. Y ya tengo los tres siguientes invitados, que son personas que me han escrito.
Lo que tienen en común todas estas historias es que muestran el alma profunda de Colombia. Nada ni nadie podrá acabar con este país. Son las realidades silenciosas que sostienen nuestra sociedad y nos ponen a salvo del radicalismo que hoy vivimos. Cada una de estas historias nos trae esperanza.
Acciones, realidades, cero carreta. Eso nos pone a salvo de la incertidumbre. Cada uno desde su rincón. Cada uno con lo que tiene a mano. Al hacer visibles estas historias, todos renacemos.
RICARDO SANTAMARÍA
Analista.
