En los países en los que se implementa, no se observó que las etiquetas frontales con advertencias sanitarias tengan una repercusión negativa en la economía. Por el contrario, el etiquetado frontal ofrece una oportunidad para que muchas empresas desarrollen y amplíen la demanda y la oferta de alimentos recomendados como parte de una alimentación saludable.
En el contexto de una epidemia cada vez mayor de obesidad y de enfermedades no transmisibles asociadas a la mala alimentación, el ahorro de costos sanitarios, de muertes evitadas o vidas salvadas supera ampliamente los costos relacionados con la modificación de las etiquetas de los productos.
En última instancia, los resultados financieros de la empresa no se verían afectados a medida que su modelo de negocios se dirija hacia opciones más saludables.
El caso del tabaco ejemplifica bien lo anterior ya que no se ha visto reducción de empleo a pesar de contar con normas más restrictivas aún: etiquetas en los envases más rigurosas, prohibición total de publicidad promoción y patrocinio, restricciones de ventas y de consumo en lugares públicos juntos a la suba de impuestos.