Operación molinillo

El sicario detenido en Sanlúcar estaba siendo ya buscado por la justicia por otro intento de homicidio

narcotráfico

A. T. , nacido en la localidad gala de Lille y de ascendencia árabe, estaba residiendo en el municipio gaditano donde, según la investigación, recibía 'encargos' para ajustar cuentas entre clanes de narcotraficantes locales

Junto al otro arrestado de Marbella, M. A., también francés, buscaban los 600.000 euros que al parecer la víctima debía por un cargamento de cocaína que se había llevado

Importante operación policial en Sanlúcar y Marbella para detener a un grupo de «sicarios» franco-argelinos por el secuestro de un marroquí

Tiroteo y secuestro en Sanlúcar: la brutal tortura a un marroquí por una «cuenta pendiente» entre narcos

A. T., el detenido por la Policía Nacional en Sanlúcar. La Voz

M. Almagro

¿Pueden ir unos presuntos sicarios -aquellos a los que otros delincuentes pagan para que maten o para que dejen señales bien marcadas en cara, piernas, brazos...- a comprar a un centro comercial de Cádiz, una tarde cualquiera, y pasando por otros clientes sin más? Pues sí. La exhaustiva investigación realizada por la Policía Nacional a los detenidos por haber secuestrado y torturado a un vecino de Sanlúcar siguió todos sus movimientos semanas antes. No se arresta a alguien porque sí. Se van confirmando datos, localizaciones, acciones... hasta que todas las piezas pueden encajar y ya sea el juez quien decida.

Y algunos de ellos se les vio. Se les vio con quien se les tenía que ver entrando en un conocido centro comercial de la zona y comprando un buen número de prendas. Todas de color negro. Y caras. Se gastaron más de mil euros. Ropa que no era llamativa, con la que no fueran fácilmente identificables, es decir, sin mucho detalle que centrara la atención de unas posibles víctimas o testigos que los pudieran señalar después.

Porque no eran nuevos. Los dos arrestados como presuntos autores materiales de este último violento episodio relacionado con el narco en la provincia de Cádiz sabían cómo hacerlo. Midiendo sus pasos. Mirando hacia todos los lados. Doblando matrículas. Tapando sus rostros al pasar por cámaras de seguridad. Usando sus decenas de móviles de prepago y con tarjeta... y todo ese ritual de movimientos del delito y costumbres que toman ya casi como hábito y forma de vida.

Así se movían A. T. y M. A., los primeros detenidos por, presuntamente, haberse llevado a la fuerza a la víctima de este secuestro cuando el pasado mes de febrero apuntándole y a empujones lo bajaban de su coche a las doce de la mañana en la calle Molinillo de Sanlúcar y lo metían en una furgoneta. Lo retenían durante doce horas para, entre golpes, balazos y amenazas, pedirle que les dijeran dónde tenía los 600.000 euros que, según ellos, se había llevado del robo de un cargamento de cocaína.

Esa era la encomienda que tenían de quienes les habían contratado para dar a este hombre, de origen marroquí, un 'buen susto'. Esos otros, y como ya adelantó este periódico, serían los Candela, un grupo de narcos de la zona de la desembocadura del Guadalquivir, que fueron detenidos en una primera fase de esta operación, al considerarlos autores intelectuales de estos hechos.

Imagen principal - El detenido de Marbella, algunas de las armas encontradas y los agentes entran en uno de los registros.
Imagen secundaria 1 - El detenido de Marbella, algunas de las armas encontradas y los agentes entran en uno de los registros.
Imagen secundaria 2 - El detenido de Marbella, algunas de las armas encontradas y los agentes entran en uno de los registros.
En imágenes El detenido de Marbella, algunas de las armas encontradas y los agentes entran en uno de los registros.

Pues bien, de esos dos supuestos sicarios, A. T., el que estaba viviendo en Sanlúcar (al menos temporalmente), sería el 'líder', el que hacía los contactos. «Se dedica a dar vuelcos, ¿qué mejor que estar ahí, donde entra y sale la droga, donde se carga, donde se mueven estos y se hacen ajustes?», cuentan a LA VOZ. Tenía los vínculos y 'amigos' necesarios y le buscaron para eso. Así se le señala al menos en la investigación.

Pero es que además estaba siendo también buscado por el otro lado, el de la ley. La Audiencia Provincial de Sevilla había activado una orden de búsqueda y detención contra él por un homicidio en tentativa. Un caso similar. También con droga de por medio. Pero sus antecedentes son amplios y consistentes: homicidio, salud pública, robo con violencia, lesiones, atentado a la autoridad, pertenencia a grupo criminal, ultraje y amenazas...

De complexión fuerte, mirada directa y congelante, 47 años, A. T., había sido identificado y localizado por la zona de las Piletas. Entonces, comenzó el seguimiento.

También fueron encontrándose datos y coincidencias. Lo de la tienda y la ropa pero también, que algunos de los sospechosos habían sido identificados por un asunto de un coche robado en Francia días antes y estuvieron merodeando por la zona de la víctima y otras ubicaciones de interés para las pesquisas. Además de otras gestiones y cabos que fueron atando los agentes de la Unidad de Delitos Especializados y Violentos (UDEV) de Cádiz para dar con quien estaba detrás de todo lo ocurrido. Sabían que no sería nada fácil pero fueron poco a poco encontrando los resultados.

La tortura a la víctima: doce horas

El testimonio de la víctima fue también determinante pero tampoco pudo ofrecer demasiados datos. Cuando lo cogieron, nada más montarlo en el coche le pusieron una capucha negra. No podía ver. Sólo sabía que le habían llevado a una casa de campo cercana y que allí y durante horas le estuvieron torturando y dando golpes para que hablara. Él solo los veía cuando, con la luz encendida, podía distinguir algo más entre la tela que le cubría la cabeza.

Allí, en un cuarto, y según siempre su testimonio, más las heridas y lesiones presentadas, le dispararon aunque le taponaron las heridas para que no se desangrara y muriera, le arrancaron un trozo de oreja y le dieron patadas, puñetazos... mientras le decían que conocían su casa, su familia... y que hablara.

Cuando, malherido y lleno de sangre, lo dejaron tirado en una rotonda, le dispararon en sus dos manos. «Para que nunca puedas empuñar un arma contra nosotros», le dijeron. Es decir, y según este relato, pudieron matarlo pero no lo hicieron. Tenían que mantenerlo con vida. Además, los supuestos autores intelectuales ya sabían que estaban en el ojo de la Policía (se hicieron también gestiones) y que si se lo 'cargaban', el problema podría ser mayor.

Con todos estos hilos ya definidos, la semana pasada se iba a por ellos. A por los que están «plenamente identificados» de momento. En el operativo participaban varias unidades, -casi 200 agentes-, y entre ellos, los GOES. La peligrosidad y el riesgo era «evidente». Así se realizaron las detenciones y entradas de manera simultánea en Marbella y en Sanlúcar.

En la casa señalada de la localidad gaditana los agentes encontraron un buen número de posibles evidencias: un cargador de Kalashnikov, otro cargador de pistola (Glock), placas de matrículas sin troquelar, varios coches con matrículas extranjeras, catorce kilos de hachís, pasamontañas y más de 20.000 euros en efectivo.

En el domicilio de Marbella se halló una sorprendente cantidad de móviles prepago (hasta una treintena de ellos) y un cuchillo debajo de un colchón. Además de dinero y documentación.

Ambos sospechosos fueron puesto a disposición judicial este pasado viernes y la jueza que instruye el caso decretó el ingreso en prisión provisional sin fianza para ambos al valorar las pruebas aportadas, el riesgo de fuga y la reiteración delictiva.

La investigación continúa abierta para identificar y detener a todos los supuestos responsables.

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