Quién fue San Valentín, el mártir casamentero que murió decapitado un 14 de febrero

Cada 14 de febrero se celebra el día de San Valentín, una festividad de origen católico sobre la que se ha creado una historia más o menos uniforme. Se tiene registro de que el primer día de San Valentín fue celebrado en el año 494 (algunos hablan del 498) y que la figura central fue un mártir que vivió en el siglo III, aunque hay tres santos que comparten el nombre, que vivieron en la antigua Roma, que fueron ejecutados en tiempos del Imperio Romano y cuya festividad cae en la misma fecha.

La trama que ha cuajado es que San Valentín de Roma un médico romano que se hizo sacerdote y que empezó a casar a los soldados enamorados con sus prometidas en las mazmorras de las cárceles del imperio en los tiempos en que el cristianismo fue prohibido. Esto, al igual que el cristianismo en sí, estaba prohibido en tiempos del emperador Claudio II, que pensaba que la vida en matrimonio era incompatible con las armas y la participación en la guerra, y que los soldados solteros eran más resueltos que los casados, que en muchas ocasiones tenían más reparos para abandonar el hogar y la familia.

Según esta leyenda, el emperador ordenó apalearlo, apedrearlo y finalmente decapitarlo en el año 269 d.c. alegando desobediencia y rebeldía, aunque algunos historiadores defienden que solo lo detuvo para darle un escarmiento y que se excusara, pero que fue su entorno quien presionó para que lo acabara ajusticiando. Así, por influencia de otros altos funcionarios mandó decapitar a san Valentín un 14 de febrero.

Un relato muy popular sobre este santo cuenta que le devolvió la vista a una jovencita ciega y esta en agradecimiento sembró sobre la tumba del santo un rosal que según la tradición florecía cada 14 de febrero. Esta leyenda detalla que los días que estuvo esperando en prisión para su ejecución vio que la hija del juez de la prisión era ciega, y oró pidiendo a Dios que la joven tuviera la dicha de poder ver, durante su traslado a la plaza pública para su ejecución. Así, en sus últimos momentos de vida,​ San Valentín le regaló un papelillo a la joven para que lo leyera. Ella, sin entender el motivo, ya que era ciega, abrió el papel y por primera vez logró ver y lo primero que vio era una frase que decía «Tu Valentín» como forma de despedida.

Algunos historiadores que apoyan este relato como el único y verdadero aseguran incluso que Valentín se llegó a enamorar de la joven, por lo cual su simbolismo como santo del amor fue mayor.

La fiesta de San Valentín fue declarada por primera vez a finales del siglo V por el papa Gelasio I y surgió para contrarrestar a las lupercales, fiestas​ consideradas paganas por la Iglesia católica, en las que según la tradición se sacrificaban perros y cabras para desollarlos y con la piel hacer látigos improvisados que usar sobre las mujeres para asegurar su fertilidad.​ La Iglesia católica buscó una forma de hacer desaparecer esta celebración sin que la población protestase y escogió la vida noble de Valentín para que representase el amor entre humanos, con fecha el 14 de febrero del nuevo calendario gregoriano.​ La fiesta poco a poco fue asimilándose al día de la fertilidad y las lupercales quedaron reducidas hasta prácticamente su desaparición, mientras que el día de San Valentín se convirtió en una de las primeras fiestas que fomentaron la expansión del cristianismo en toda la Eurafrasia romana.

La festividad fue celebrada por la Iglesia católica hasta 1969, cuando el Concilio Vaticano II reorganizó el calendario del santoral litúrgico y se retiró su celebración del calendario eclesiástico como parte de un intento por eliminar santos de un origen posiblemente legendario. Sin embargo su arraigo provocó que aún hoy en día algunas parroquias locales lo sigan celebrando y que San Valentín también sea venerado como santo por la Iglesia ortodoxa y por la Iglesia anglicana, así como por la iglesia luterana.

La primera reseña que existe es de la década de 1840, cuando la norteamericana Esther A. Howland, artista y empresaria, lanzó la venta de tarjetas regalo con motivos románticos y dibujos de enamorados. Unos productos que se vendían por unos centavos en la librería que regentaba su padre en Worcester (Massachusetts) y que se convirtieron en todo un éxito.