Giner, sucesor de Nel de Murla

A Domingo Palacios se le rompía la voz minutos antes de que empezase la final del Individual de escala i corda. «Lo voy a sentir más por el que pierda», acertaba a decir, sin poder articular una palabra más. La pilota tiene ese toque especial y diferencial que permite que los dos jugadores de la partida del año compartan entrenadores. Palacios y Agustín Larré se cobijaron en la galería del dau. No querían influir. Sabían que uno de sus pupilos saldría de Pelayo como nuevo rey de la pilota. El otro, con aspectos positivos de una derrota, pero con una dolorosa, al fin y al cabo. Sólo había una cosa segura: que iba a ganar un Marc.

Y Marc de Montserrat llegaba con dudas, las que generan el remiendo exprés de una rotura fibrilar para poder disputar el trono de la pilota. «A mí me duele el estómago, de los nervios de estar dos semanas esperando», afirmaba Giner, ya con la partida ganada y el título celebrado. La final pareció irse por la vía rápida y luego derivó n un choque de trenes brutal donde pudo vencer cualquiera. Siempre se ha dicho y con razón que Pelayo es un trinquet dauero, sobre todo en el mano a mano. Pero ni Marc de Montserrat ni Giner lo son. «Ya verás como nos vamos a romper los dos desde el resto», vaticinaba días atrás el de Murla. Y así fue. Sus tres primeros juegos a favor, dos de ellos desde esta parte, ya le daban la razón (30-15).

Parecía que esto le había concedido una autopista hacia la gloria. Su ‘paisano’ Nel de Murla está en la galería de la fama de Pelayo. Marc Giner enfilaba hacia su primer Individual, «Yo no creo que pueda compararme ni a él ni a Miguel», señalaba, humilde, en referencia a dos personas que han hecho historia en la pilota. Miguel, por ser el primer alicantino en ganar un mano a mano y al Nel, a quien exaltan los más veteranos, se le atribuye el mérito de haber colocado la corda en el trinquet. Sí se consideró en tiempos de Arturo Tuzón como trinqueter de Pelayo que su rostro debía gobernar la galería del dau de la catedral, junto a Rovellet, Quart, Juliet y Genovés.

Pilotaris que se ganaron para siempre el cariño de la afición por sus gestas en Pelayo, donde estuvo a punto de producirse una remontada para la historia. ¿A la altura de la Partida del Segle, o la de Álvaro sobre Genovés II? Palabras mayores, pero casi. La postura, que ya lo tenía como favorito antes de la partida, llegó a dar de 20 a favor de Marc Giner. El alicantino era un ciclón ante el que Marc de Montserrat no tenía respuesta. Y el electrónico de la catedral llegó a reflejar un 40-20 y un 50-25 que parecían dar por decidida la batalla.

Pero nunca hay que dar por derrotado a Marc de Montserrat. Ni aunque venga de una rotura fibrilar sufrida hace dos semanas, cuando lo normal es un parón del doble de tiempo para volver en óptimas condiciones. «Me voy con la sensación de haber dado todo lo que tenía», declaró. Eso fue justo lo que le hizo reaccionar. Jugó a tumba abierta, empezó a sumar parciales, hasta cinco seguidos, para igualar a 50.

Pelayo estaba enfervorizado. Marc de Montserrat se había desmelenado. Y el público rugía: la gente de cada pilotari, así como los postores que habían dado por perdida su apuesta, y viceversa. «A mí me entran un poco las dudas y él juega muy bien. Pero no puedo estar toda la partida al máximo», razona Giner: «Tenía que seguir igual. Yo no me voy de la partida, a él le entra un poco la presión... y luego influye la suerte». Sea como fuere, la inercia cambió de nuevo para que la historia de la pilota vuelva a escribirse desde Murla. Porque Marc Giner tiene la ocasión de lograr este año una gesta inédita: ser el primero que firma el triplete. Ya tiene Lliga e Individual, le falta la Copa. «Mi objetivo no es ese, sino seguir en la misma línea, si saco tanto zumo de la naranja estaré muy satisfecho», afirma el nuevo rey de la escala i corda.

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