Urgente Canet cierra sus playas al baño
Hasta siempre, Fernando
Obituario: Fernando Ferrando Casanova

Hasta siempre, Fernando

Era un amigo valiente que afrontó los reveses de la vida con entereza. Consiguió lo que quiso, no se amilanaba ante nada

José Manuel García-Margallo

Eurodiputado y exministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación

Lunes, 12 de febrero 2024, 02:29

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Se me ha muerto Fernando Ferrando. Un amigo valiente. No todos podemos afrontar los reveses de la vida con entereza. Él lo hizo. Cuando me piden que escriba estas líneas, no sé si tendré el coraje de afrontarlo. Demasiados años juntos. Demasiadas confidencias. Fernando fue empresario y, como decía, un periodista por amor al arte.

Colaboró en la radio, en la televisión, fue columnista y redactor. Le encantaba su profesión, pero nunca se conformó con ella. Fue también director de una escuela de español para extranjeros; empresario de formación; alma y corazón de la editorial Ríe y director gerente de una empresa de traducción en Alicante. Pero, sobre todo, un gran valenciano y un gran español.

Lo conocí en las aulas de humanismo Juan Luis Vives, una Escuela de Formación de jóvenes líderes en los valores de la democracia cristiana: la libertad y la solidaridad. Le encantaba la política. La de la calle, la que engaña al escribirse con minúscula y, sin embargo, es la más grande porque mejora la vida a las gentes. La primera campaña que hicimos juntos fue la de las europeas de 1994 junto a la vicepresidenta del Consell, Susana Camarero. Las primeras que el Partido Popular, refundado tres años antes, ganó a nivel nacional. Después vendrían otras muchas. Discutíamos de lo divino y lo humano. Todavía le recuerdo recorriendo la Comunidad Valenciana pretendiendo llevarme en la moto de paquete. Colaboró conmigo en el Parlamento Europeo y en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. Estaba convencido de que la sociedad civil debía tener, en plano de igualdad, voz propia en las instituciones europeas. Defendía con pasión la necesidad de construir una autopista directa entre la sociedad y la política; por eso una de sus mayores alegrías la tuvo, cuando años después, el Consell Valenciá del Movimiento Europeo le nombró presidente; ya en su discurso de investidura dejó claro que exigiría al Consejo Federal Español una vicepresidencia ejecutiva. Fernando era así.

Consiguió lo que quiso, aprendió a navegar por el Mediterráneo demostrando que los hombres de huertas y campos, los de tierra adentro, no se amilanan ante nada.

Begoña, su mujer, discreta compañera de aventuras, le acompañó en los buenos y en los malos momentos. Incluso en los últimos, en los que los demás estaríamos dispuestos a tirar la toalla, ella brillaba con luz propia y, con dulzura, le animaba a avanzar. Me consta que Fernando estará agradecido a Carlos Mazón por ofrecerle la oportunidad de ser asesor de las Corts Valencianes y hacer lo que siempre quiso, transmitir consejos y explicar los entresijos de la política, de la grande y de la chica. Allá donde esté seguro que lo seguirá haciendo. Amigo, descansa en paz.

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