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Quebrantahuesos en vuelo. Fundación Para la Conservación del Quebrantahuesos
Rescate en los Pirineos: la misión que cambió el destino del quebrantahuesos

Rescate en los Pirineos: la misión que cambió el destino del quebrantahuesos

Héroes por el clima ·

La población de quebrantahuesos se sitúa actualmente en España entre los 1.200 y 2.000 ejemplares

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Domingo, 30 de junio 2024

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Año 1995. En una sinuosa carretera del Pirineo de Huesca que une los pueblos de montaña de Bonansa y Benasque, aparece muy malherida y agonizante, una enorme ave rapaz sobre el arcén. Se trata de un quebrantahuesos, una especie capaz de superar los tres metros de envergadura y que se alimenta únicamente de huesos y tendones, como colofón final de la cadena trófica. Mientras el animal se debate entre la vida y la muerte, alguien da un aviso, y un joven estudiante de Biología de la zona, fiel seguidor de Félix Rodríguez de la Fuente y con clara vocación conservacionista, accede al lugar. Lamentablemente, confirma la muerte de la rapaz, pero sabe que forma parte de una pareja reproductora que anida en las cercanías. Tras solicitar a las autoridades acceder al nido, unos días más tarde lo consigue, pero descubre que el otro progenitor lleva más de 70 horas seguidas incubando, estresado, esperando la vuelta de su pareja. Si nadie hace nada, acabará por abandonar la puesta y no habrá opción para que un nuevo ejemplar de este animal tan singular salga adelante.

Gerardo Báguena es aquel joven estudiante de Biología, quien pidió permiso para actuar tras recibir la autorización de Julio Guiral, técnico del Gobierno de Aragón, con el que compartía una visión: conservar no sólo es observar, sino también actuar. Ahora, desde su posición actual como vicepresidente de la Fundación Para la Conservación del Quebrantahuesos, rememora como aquel fue el primer paso de un camino que ha salvado de la extinción a esta ave necrófaga, conocida por dejar caer los grandes huesos de los animales muertos desde las alturas para quebrarlos e ingerirlos más fácilmente.

«Ese primer huevo eclosionó en casa de mi madre, en mi habitación, donde instalé una incubadora, para dedicarme por completo en la crianza del polluelo.» Recibió el nombre de Silvano, el primer ejemplar criado en cautividad, al que han seguido más de 50 ejemplares en estas tres décadas de vida de la Fundación, siempre provenientes de parejas que no han podido o sabido sacar a sus crías adelante. La mala ubicación de los nidos, la caída de los mismos desde los riscos, los padres inexpertos……son varias las causas que provocan una elevada tasa de mortalidad entre huevos y crías.

Afortunadamente, el trabajo de los equipos de la Fundación no sólo permite salvar a las futuras crías, sino también mantener el patrón conservador de los adultos, al colocar una réplica en escayola a tamaño real del huevo que extraen. Los embriones son trasladados al Centro de Cría de Zaragoza, donde un equipo multidisciplinar formado por veterinarios, ambientólogos y naturalistas aplican la técnica de cría por impronta natural, un método asimilado por Gerardo en Argentina, donde se utiliza para salvar al cóndor andino. «Utilizan cristales espejo, así como un señuelo en forma de réplica exacta de quebrantahuesos adulto que le da las cebas. Se establece una relación muy estrecha con el pollito, el cuál mediante sonidos, pide calor, agua o comida y el señuelo aprende y responde.»

Mediante este sistema, gracias al trabajo de los papás clonados, hasta 10 pollitos de quebrantahuesos han salido adelante este año 2024, procedentes de parejas del Pirineo aragonés que han sido incapaces de críar a sus pequeños, y que afrontan, además, una alta mortandad. En esta especie, supera el 50% durante los primeros meses de vida, cuando en repetidas ocasiones, el polluelo más grande acaba con el más pequeño.

Para superar estas dificultades, durante 120 días, de enero a junio, los miembros de la Fundación realizan un trabajo sin descanso para aportarles alimento, seguridad, protección contra el frío y el calor, así como una vigilancia constante de su estado, sin que los quebrantahuesos sepan que están siendo criados por un ser humano. «Es una relación muy bonita que crea una relación muy estrecha con el animal, con una única interacción con personas: cuando les sacan sangre o muestras, un momento traumático, incluso hecho relativamente a propósito, que se transforma en una huida de los seres humanos en cuanto ven uno.»

Una vez acabado este periodo, llega uno de los momentos más críticos de todo este proceso, puesto que los animales recién liberados son huérfanos y no lo saben, y necesitan ser atendidos. Así, cuando la jaula se abre «entran en pánico, no saben qué hacer y se ubican en los sitios más altos para ser más visibles, para que sus padres les vean. Es un momento vulnerable, ideal para cuervos, zorros….». Durante unos días, sus criadores les ayudan dejándoles comida, y dos semanas después, ya identifican los momentos de riesgo. Se acaba aquí una dura tutela para los criadores, «un modelo de adelgazamiento genial, a base de subir y bajar montañas.» afirma Gerardo.

La Fundación se ha convertido en un modelo de éxito, con la mayor efectividad de eclosión de quebrantahuesos en el mundo, gracias al trabajo de un equipo formado por personas supermotivadas y apasionadas por las aves, con las que establecen relaciones personales muy fuertes. Si muere alguna de ellas, se convierte en un golpe personal, muy duro, aunque de los 50 animales criados durante estas tres décadas, sólo se les han muerto dos.

«Nos decían que no iba a funcionar, pero una sordera bien administrada es una de las mejores virtudes de un hombre»

Nada que ver con el momento crítico vivido por la especie en los años 50, cuando el acceso a las armas de fuego y la aparición de los productos fitosanitarios para el campo permitió el uso del veneno para la lucha contra el lobo o el oso pardo. Un sistema no selectivo que acababa en las entrañas de los quebrantahuesos al alimentarse de estos animales muertos. En 30 años, la especie se situó al borde de la desaparición, con un único grupo de población en los Pirineos, formado por apenas 100 ejemplares vivos y una mortalidad preadulta superior al 80%.

Por suerte, la población de quebrantahuesos se sitúa actualmente en España entre los 1.200 y 2.000 ejemplares, con un grupo de 45 ejemplares reintroducidos en los Picos de Europa y 9 en la Sierra de Gredos. Aún así, la especie sigue «en peligro de extinción» en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas de España, con terribles noticias como la muerte de la hembra Masía, la primera de un quebrantahuesos en España por impacto con un aerogenerador registrada durante el pasado mes de junio.

Hay que seguir trabajando, a favor de la ganadería extensiva que deja animales muertos en la montaña a cambio de beneficios sociales y económicos que aporta la Fundación. Se trata de «una versión 2.0 de la conservación, porque convivir con biodiversidad en España es una oportunidad para el desarrollo. Se trata de generar la economía de la ecología, como generar activos para el medio rural.» Por ejemplo, con la creación de Probiodiversidad, una marca que garantiza un buen destino comercial para la carne de los ganaderos extensivos de los Picos de Europa a cambio de un mensaje a favor de la sostenibilidad y la conservación del medio ambiente del que se benefician las cadenas comerciales.

Sentencia con orgullo Gerardo, que «nos decían que no iba a funcionar, pero una sordera bien administrada es una de las mejores virtudes de un hombre».

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