Pintada en Barcelona contra el turismo masivo. Europa Press
Cómo encajar 110 millones de turistas en un modelo sostenible

Cómo encajar 110 millones de turistas en un modelo sostenible

ODS 11 Ciudades y comunidades sostenibles ·

El equilibrio entre visitantes y habitantes es uno de los grandes retos a los que se enfrentan las ciudades del mundo, especialmente las españolas, que podrán ver incrementado su turismo en un 30% en 2040

Raquel C. Pico

Martes, 2 de julio 2024, 10:40

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El turismo ha recuperado ya los niveles pre-pandémicos y la demanda es sólida, según las últimas estadísticas del Foro Económico Mundial. Tanto es así que se espera que se sobrepasen los datos de esos años. España es uno de los epicentros de este crecimiento. Según un estudio de Deloitte para Google, en 2040 el país se convertirá en el primer destino turístico mundial, con 110 millones de viajeros, un 30% más que los que recibió en 2023.

Además, cada vez más personas se irán convirtiendo en turistas a lo largo de los próximos años. En 2040, el número de viajes a nivel mundial será un 64% superior al de 2019. Los destinos más populares lo serán, por tanto y previsiblemente, aún más. Ya ahora mismo España recibe más turistas internacionales: la subida este año, según CaixaBank Research, será del 3,8%.

Este crecimiento del mercado turístico tiene un impacto en la opinión pública, porque la subida de visitantes afecta a diferentes niveles a los lugares que los acogen. Paralelo al boom de la industria de los viajes se está produciendo un auge de la fatiga en los lugares de destino.

La manifestación del pasado fin de semana en Málaga es el último episodio de la serie de protestas que se han ido registrando en otras zonas muy turísticas en los últimos meses. Canarias vivió algunas de las primeras y, como explica al otro lado del teléfono Raúl Hernández, director de la Cátedra de Turismo CajaCanarias-Ashotel de la Universidad de La Laguna, si bien se ven en ellas algunos aspectos particulares locales, era algo que percibía que iba a suceder en otros destinos.

Las conversaciones en internet en España evidencian el auge. Solo entre el 3 de marzo y el 3 de junio se publicaron 11.100 contenidos sobre temas como el «turismo masivo» o el «turismo sin control», según el estudio 'Turismo: análisis del clima social' de la consultora Torres y Carrera. Si los comentarios que generan son un medidor del interés, su tasa de interacción media es superior al 300%.

Ahora mismo, la mitad de los españoles cree que hay demasiados turistas, según una encuesta de la plataforma Evaneos. «No nos sorprendió», reconoce Viola Migliori, su country manager del sur de Europa, porque es una tendencia que se está viendo en otros países que soportan una gran carga turística. «No estamos en turismofobia», puntualiza. Los datos señalan que el 67% considera que la convivencia es buena. Todavía.

Las razones del hartazgo

Tras la pandemia, la recuperación ha sido «muy buena», como apunta Migliori. Si bien el contexto geopolítico puede crear dudas —o llevar a que se eviten ciertos destinos— «sigue ganando viajar» entre la población global.

La crisis del covid también ha cambiado cómo se viaja. Hernández habla de «una necesidad de salir y de encontrar lugares únicos». La gente quiere experiencias, vivencias especiales. «Los turistas están llegando a los barrios», ejemplifica, y las redes sociales han convertido en virales lugares que antes solo pisaba la población local. Si hace 10 años la ciudadanía canaria podía pasarse el día sin cruzarse con un turista, ahora eso ya no es posible, ejemplifica el catedrático.

Esto no solo supone encontrarse con una cola en el bar del barrio que antes no existía o que los turistas protesten porque la playa favorita de la población local no tiene sitio para ellos, también hace que lugares sin hoteles y en los que vivían los residentes de esas zonas sean conquistados por las viviendas vacacionales.

Según el estudio de Evaneos, la ciudadanía culpa a los turistas de la escalada de los precios de la vivienda y otros servicios (65,4% de los encuestados) y de no respetar ni el entorno ni la comunidad (63,60%). De lo que se habla es, retomando el estudio de Torres y Carrera, de las ramificaciones sociales —desahucios, pérdida de patrimonio, gentrificación—, económico-políticas —menos contenidos, pero con la mayor tasa de interacción— y de sostenibilidad.

Con todo, la cuestión viene de atrás, como apunta Hernández. El turismo es un sector que no genera apego, como pueden hacerlo otros como la agricultura, pero que también presenta diferentes problemas.

Manifestación en Málaga contra el turismo masivo, la gentrificación de los barrios y la dificultad para acceder a la vivienda. Reuters

Vivir en caravanas en Ibiza

A lo general se suman las peculiaridades de cada zona turística. Ibiza se ha vuelto viral estas últimas semanas porque la presión turística está llevando a que la gente que trabaja en la isla tenga que vivir en caravanas o ir y venir cada día desde otra isla. En algunas ciudades, sus habitantes lamentan que el centro se haya convertido en un parque temático para el visitante.

En el caso canario, cuenta Hernández, se produce la situación paradójica de que, si bien los estudios hablan de que en las zonas muy turísticas de Europa se crea empleo (aunque qué clase de empleo da para otro análisis), Canarias tiene una tasa de desempleo altísima. A pesar de ello, el archipiélago está recibiendo una elevada inmigración europea —por ejemplo, italianos, cuenta el experto— para trabajar en las islas. Convive que se vea como una tierra de oportunidades turísticas con que sigan existiendo bolsas de pobreza.

La falta de planificación ha llevado a una saturación por zonas, con problemas de vivienda o tráfico pero también de cuestiones menos visibles como las aguas residuales. Fuerteventura ha duplicado su población en los últimos 23 años, cuando ya había duplicado en décadas anteriores. Esto sobrecarga las infraestructuras. Estos problemas se ven también en otras zonas turísticas del resto de la geografía.

Un cambio estructural

La estrategia en turismo se ha centrado durante décadas en crecer y captar viajeros. Cuestiones como la formación o hasta las conexiones entre agricultura y turismo se han dejado de lado. No se ven como algo que 'sea' de un organismo de turismo, indica el profesor canario, y, sin embargo, todo está profundamente conectado.

La saturación lleva al hartazgo de la población. Según los datos de Evaneos, 8 de cada 10 personas consideran que ha llegado la hora de reflexionar sobre el modelo de turismo. Un 45% piensa incluso que es el momento de empezar a aplicar cuotas.

En las comunidades autónomas más tensionadas, como Andalucía o Cataluña, el 50% considera que debería prohibirse abrir nuevos alojamientos turísticos. «No es que la gente no quiera a los turistas, pero no así», apunta Elvira Jiménez, portavoz de Greenpeace, hablando con este periódico sobre ecoturismo. Un 74% de la población, aporta el estudio de Evaneos, ya valora el turismo sostenible.

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Cambiar las cosas es todavía posible. Migliori habla de la importancia de la «redistribución de los flujos de turismo». «La intención de viaje sigue creciendo. La gente va a querer seguir viajando más y más», señala. Para que el problema no se enquiste, hay que conseguir un equilibrio del turismo con el medioambiente y con la cultura local, que los beneficios acaben revirtiendo a la población de esos lugares de vacaciones, indica.

Un problema complejo

La diversificación, la internacionalización, el apostar por industrias derivadas que generen riqueza aprovechándose de lo que la turística puede aportar —por ejemplo, el rodaje de series o películas— o la sostenibilidad son algunas de las recetas que Hernández aporta en su estudio del caso canario. Suma también trabajar para una formación en turismo puntera y de calidad y una apuesta por la sostenibilidad.

Son, al final, cuestiones que resuenan más allá de las islas sobre cómo podría ser el turismo del futuro.

«No podemos seguir creciendo poniendo más hoteles», sintetiza. El turismo necesita una estrategia a largo plazo, clara y sólida, que haya pensado bien qué se espera —y para lo que se necesita compromiso de todos los actores— y que ponga «al ciudadano y al residente en el centro de la ecuación». Las soluciones fáciles no funcionan, porque el del turismo es un problema complejo, explica Hernández. Cuando al profesor le piden que ponga ejemplos de destinos turísticos ejemplares siempre apunta una cosa: «El turismo funciona bien donde todo lo demás también lo hace».

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