La vida sigue, el ciclismo sigue y el Giro, tras la jornada de descanso, sigui� su marcha hacia la todav�a lejana Roma, a donde conducen todos sus caminos, con la d�cima etapa entre Scandiano y Viareggio, de 196 kms.
Sigui�, pero no sigui� igual, como la vida en la canci�n de Julio Iglesias. Sigui� sin quien era l�der tras la novena etapa, despu�s de haber ganado dos, pero s� con el actual, Geraint Thomas. Y sigui� con miedo, porque el virus ha vuelto a subirse de poliz�n a bordo de las bicicletas. Un virus muy democr�tico que afecta-infecta por igual a los gregarios y a los campeones.
La retirada de Evenepoel infligi� a la carrera, a su inter�s y su proyecci�n, un golpe muy duro. Pero, con el estoicismo con el que el ciclismo encaja sus reveses y acepta sus gajes, el Giro reemprendi� su ruta con la esperanza de que el covid se hubiera contentado con cobrarse una pieza de caza mayor y se bajase del sill�n. Incluso as�, Domenico Pozzovivo, Callum Scotson y Sven Erik Bystr�m tampoco tomaron la salida al dar positivo. Mads W�rtz Schmidt, Oscar Riesebeek y Rein Taaram�e dieron negativo, pero no se sent�an bien y, asimismo, optaron por el abandono.
Aparte de ellos, no salieron por otros motivos Rigoberto Ur�n y Stefan K�ng. Y en el curso de la etapa abandonaron otros. Entre ellos, pronto, enfermo, Alexander Vlasov, sexto en la general. Hac�a fr�o, llov�a lo suyo y los corredores (manguitos, chubasqueros, perneras, guantes, botines) sub�an, entre la niebla que todo lo empapaba y envolv�a, el largu�simo Passo delle Radici, 33,4 km., con porcentajes modestos que lo calificaban de 2� categor�a.
Ya ven�an escapados, pr�cticamente desde la salida, Davide Bais (Eolo Kometa), Magnus Cort Nielsen (Education First), Derek Gee (Israel) y Alessandro de Marchi (Jayco Alula). Pas� Bais en cabeza por el alto y, conseguido su objetivo de apuntalar su liderato en la monta�a, se desentendi� del asunto en el descenso. Hizo bien, porque la carretera estaba peligrosa. No tanto como para haber suspendido o acortado la etapa, seg�n se lleg� a especular en la salida, pero s� lo suficiente como para tomar toda clase de precauciones.
Era el kil�metro 87 de carrera. Todo cuanto sucedi� desde entonces se redujo, es un decir, a contar el n�mero de ca�das (ninguna, en principio, grave, excepto, quiz�s, la de Barguil, herido en la mu�eca). Se redujo, decimos, en definitiva, a eso y a saber si Nielsen, Gee y De Marchi, perseguidos por una cincuentena de lobos empapados, podr�an culminar su haza�a. A perseguidos y perseguidores se les helaba el sudor en unos cuerpos que tiritaban.
Fue una doble y preciosa pugna. Dos empresas tit�nicas: la de tres h�roes que, al borde del agotamiento, se negaban a rendirse, y la de un pelot�n en el que sobreviv�an varios velocistas (Cavendish, Pedersen, Milan, Ackermann), eliminados Gaviria, que bes� el suelo, y Groves.
Faltando tres kil�metros y medio para la llegada, el grupo, en el que no faltaba ning�n favorito, tir�, resignado, la toalla. Y, en el sprint, Nielsen impuso la l�gica de su mayor punta de velocidad ante Gee y De Marchi. Ya ha ganado en las tres grandes rondas. Bienvenido al club.
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