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En Francia ganó la izquierda y creció la derecha

Los resultados de estos comicios muestran que, si bien ganó la izquierda, el miedo a la ultraderecha se va perdiendo en Francia: Le Pen aumentó de 15% al 24% de diputados en la Asamblea.

09 de julio de 2024
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Cuando las encuestas vaticinaban un triunfo de la extrema derecha en Francia, la victoria del Frente Popular de Izquierdas en las elecciones legislativas, significó un triunfo inesperado en un país que advertía con cierta alarma que la ultraderecha podría ganar. O mejor repetir lo que había hecho en las elecciones al parlamento europeo.

Los pronósticos que favorecían a la derecha tal vez ayudaron a que los franceses se volcaran como pocas veces a las urnas: el domingo la participación electoral fue del 67%, cifra récord que no se veía desde 1997.

Pero más allá del respiro que el conteo pudo significar para varios sectores políticos, lo cierto es que el resultado final no deja a ningún partido con mayoría preponderante, y más bien pone al país en modo de inestabilidad. La gran pregunta es ¿quién gobernará a partir de ahora?

Después de que Emmanuel Macron sorprendió convocando unas elecciones anticipadas que dieron como rotundo vencedor en la primera vuelta al ultraderechista partido de Marine le Pen, Reagrupamiento Nacional (RN), los partidos de izquierda y el macronismo se unieron para la segunda vuelta formando lo que llaman un cordón sanitario y le cortaron el paso de manera fulminante.

Estaban en juego un total de 577 escaños, y cualquiera de los partidos que quisiera obtener la mayoría absoluta debía alcanzar 289 de ellos. Los resultados sin embargo indican que esto último no fue posible y sitúan al país ante una situación muy difícil de gestionar. La coalición de izquierdas, el Nuevo Frente Popular, se impuso con 182 curules, más otros 13 independientes. El movimiento Renacimiento de Macron consiguió quedar en un segundo lugar con 168, demostrando así que no estaba hundido como muchos creían, mientras RN de le Pen solo consiguió 143. Los resultados dejan una Asamblea Nacional dividida en tres grandes grupos con plataformas y programas muy diferentes y sin ninguna tradición de trabajar juntos.

Lo que se viene ahora es un ejercicio de ingeniería política muy complejo, pero bastante interesante de observar, en un país que no está acostumbrado a estas movidas porque su sistema suele ser muy vertical y de mayorías claras. Asistiremos a un juego de estrategias, pactos y coaliciones postelectorales como nunca se ha visto en esa nación. Y Macron tendrá que aguantar chaparrones de lado y lado.

Jean-Luc Mélenchon, líder del partido de extrema izquierda La Francia Insumisa, no esperó cinco segundos para exigir la dimisión del primer ministro Gabriel Attal, que es de la coalición de Macron. Los socialistas han pedido un nuevo gobierno para que no se prolonguen las políticas macronistas. Y el presidente del RN, Jordan Bardella, acusó a Macron y a Attal de haber creado una “alianza del deshonor que ha hecho que Francia se haya echado en manos de la extrema izquierda”.

Según indicaban todos los sondeos tras los resultados de la primera vuelta de las elecciones, Bardella iba a ser el nuevo Primer Ministro, de manera que estos resultados, a pesar de ser los mejores de su historia, lo han dejado descolocado, a él y a su partido.

La estrategia de Macron, de convocar elecciones, para intentar ratificar que Francia le huye a la derecha no le salió del todo bien. Es importante no perder de vista que los resultados de estos comicios muestran que el miedo a la ultraderecha se va perdiendo en Francia, su presencia se ha normalizado en la sociedad y se ha institucionalizado a través de las urnas. En las elecciones de 2022 su partido había ganado 89 diputados y este domingo ganó 140. Es decir, en dos años pasó de tener 15% a 24% de la Asamblea. Además, es el partido con más diputados porque tanto la Nueva Fuerza Popular de izquierda y los centristas de Macron que ocuparon el primer y segundo lugar son coaliciones.

Lo que se cree es que Macron tendrá que manejar esta amalgama de resultados formando una mayoría diversa en la que él sería el gran mediador. Pero para eso debe dejar a un lado a los dos extremos, tanto de derecha como de izquierda, y buscar el consenso con los otros partidos más moderados que estarían interesados en sumar sus votos a los suyos. El problema es que sus visiones son tan antagónicas que podría dar lugar a un caos político.

Otra posibilidad sería nombrar un gobierno técnico hasta volver a convocar elecciones generales dentro de un año, y esperar a las presidenciales del 2027, pero cualquiera de ellas deja a Francia en una situación crítica de ingobernabilidad. Lo que se intuye desde ya es que ni Melenchon será nombrado Primer Ministro ni Bardella podrá jugar en la posición que ansiaba. Según los expertos, de esta situación resurgirá con fuerza el Partido Socialista, encabezado por la figura de Raphaël Glucksmann, hombre clave que puede mediar entre los temperamentales Macron y Melenchon, y que suena como posible nuevo ministro.

Si hay algo que se puede concluir de este escenario político francés es que esta es una época en la que nada se puede dar por seguro, digan lo que digan las encuestas y las redes sociales. Lo que se avecina no está escrito de antemano, pero la certeza del peso que tiene el derecho al voto en las urnas se acaba de confirmar con estas emocionantes elecciones que son fiel reflejo de lo que significa la palabra libertad.

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