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Hace un par de meses escuchaba en una reunión con el ICBF, que los niños de los estratos 1 y 6 son los niños con menos presencia de sus padres; no hablaban de cifras, pero el mensaje era fuerte, real y preocupante.
Sentí que hacía parte de esos padres y madres que no siempre están para sus hijos, que, incluso teniendo a los niños al lado, estoy trabajando en casa, con el computador, o en el celular, atendiendo llamadas y respondiendo mensajes. Muchas veces estoy ahí, cerca de ellos, pero si no me siento a observarlos con detenimiento, si no estoy tirada en el piso jugando sus juegos, oyendo sus historias y conversaciones, simplemente, no estoy para ellos.
Aproveché estas semanas de vacaciones de mis hijos para hacer un alto en el camino y pensar que estoy haciendo para ver crecer a mis hijos sanos y para prevenir en ellos problemas de salud mental. Cuando decidí ser mamá lo hice con la convicción de querer estar presente para acompañarlos, para ser yo quien les muestre que, tal vez, hay un mejor camino; que no es tan difícil ser buenas personas y que la mamá puede ser ese “lugar seguro” para ser escuchados.
Pero si no estás ahí, si no estás cerca de ellos, será muy difícil que exista un apego o una comunicación con ellos que les permita confiar; estar ahí como padres y madres presentes puede prevenirles muchos problemas de salud mental: depresión, ansiedad, trastorno bipolar y adicciones a sustancias psicoactivas o el alcohol.
Dice Karla Espinoza, sicóloga de la Comisaría de Familia de Caucasia, que “El tiempo compartido con hijos e hijas fortalece la confianza y genera un vínculo que disminuye sentimientos como la frustración”.
Dentro de los datos presentados por el Consejo Colombiano de Seguridad, se expuso que la tasa más alta de intento de suicidio durante 2022 estuvo en los jóvenes entre 15 y 19 años con 251,6 casos por cada 100.000 mil habitantes, y sobre salud mental en Medellín, este diario dio a conocer que para el 2023 hubo 834.262 diagnósticos por algún trastorno mental y 870 personas se suicidaron en la ciudad entre 2020 y mayo de 2024.
Si no hay comunicación y apego con nuestros hijos, ellos nunca nos buscarán para confiarnos sus más grandes preocupaciones o sus pequeños secretos, y ya cuando te encuentres con un adolescente de 15 años que prefiera estar solo en su cuarto, “en su mundo”, podrá ser demasiado tarde, pues seguramente no te va a buscar a ti, sino a aquel que le abre la puerta para salir del letargo.
¿A qué le estamos dando prioridad los padres y madres de familia? ¿A tener el trabajo que nos permite gozar de éxito, status social, y reconocimiento? ¿Eso es lo que estamos priorizando, por encima incluso del bienestar de nuestros hijos? Ahí es donde estamos fallando.
Creemos que el tiempo que no compartimos con nuestros hijos se puede compensar con un juguete o un regalo que compro en el viaje de negocios. Cuando veamos que nuestros hijos prefieren elegir ese juguete, en vez de pasar tiempo con nosotros, ese día lo vamos a lamentar.
Pd. El trabajo será algo muy importante en mi vida, pero hay algo aún más importante, mis hijos.