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Cuidar al periodismo

Lo que está pasando tiene al periodismo colombiano en un escenario tan peligroso como impredecible. Perfila a los periodistas como conspiradores.

09 de julio de 2024
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  • Cuidar al periodismo

Por JUAN DAVID RAMÍREZ - columnasioque@gmail.com

Crear desconfianza hacia los medios lleva a la gente a sentir rechazo por el periodismo, haciendo que el establecimiento sea el poseedor de la verdad, una única verdad... y la historia ha mostrado las graves consecuencias de que las cosas sean así.

Decía el gran maestro -mi maestro, lo digo con orgullo- Javier Darío Restrepo, que los medios deben ser plataformas de información veraz, pero también de análisis crítico y de fomento del debate democrático. Eso es lo que hoy en día hacen, cosa que no es nueva.

Soy testigo de qué medios y periodistas tienen la voluntad firme de cumplirle a la opinión pública y lo hacen sobre una premisa que se llama ética periodística. Así de sencillo. Se me viene a la mente Ryszard Kapuściński, periodista polaco, quien creía en la importancia de la honestidad al informar.

Ante el sórdido gobierno que hoy tenemos, esa honestidad se ha convertido en un incomodador de las verdades oficiales y comprueba que el periodismo sigue siendo fiel a un axioma del ejercicio: desconfiar de las verdades oficiales y de las narrativas preestablecidas.

¿A qué viene esto? Al grano: el presidente Gustavo Petro sobrepasó el límite del respeto por el periodismo. Sus ataques a los medios distorsionan lo que son, desfiguran su papel en la sociedad y crean una narrativa sesgada y acomodada para ocultar tantas cosas que se han sabido de él y de su entorno.

Para nadie es secreto que el delirio de persecución mediática del gobierno es increíble. El sentido de paranoia con los medios hace que los vea como lacayos de sus opositores.

Aparece, entonces, la desfachatada necesidad de defenderse y eso es lo que representa la cuenta de X del presidente, desde la cual el mandatario señala con aseveraciones temerarias al ejercicio, ataca a periodistas, medios e incluso a la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), un organismo hecho para proteger y velar por el libre ejercicio periodístico.

Con un agravante: esas aseveraciones se exacerban por los torrentes de “trolls” petristas en las redes sociales, como los denominó El País de España, capaces de mantener ardiendo las camas. Lo que está pasando tiene al periodismo colombiano en un escenario tan peligroso como impredecible.

Un escenario que perfila a los periodistas como conspiradores en esa falacia llamada “golpe blando”. Un escenario donde sí y solo sí se quiere apagar la nobleza de un oficio, para darle paso a las redes sociales como alimento de narrativas de polarización y toxicidad algorítmicas. Así es como han movido la línea ética.

Jonathan Bock, director de la FLIP, dijo: “vamos a llegar a unos niveles que realmente no hemos visto antes”. Ahí están los 110 amenazados a la fecha. Cosa inconcebible, que debería preocupar con prioridad al llamado gobierno de la vida. A una sociedad como la nuestra, compleja en su más profunda esencia, no le sirve para nada el ambiente que se está generando con el periodismo.

Por el contrario, qué bueno sería contar con un gobierno que lo cuida. Si así fuera, el tiempo demostraría que la libertad de prensa habría contribuido al pluralismo, la vigilancia del poder y el cuidado de la democracia... sí, a la democracia, esa misma que le permitió a Gustavo Petro llegar a poder.

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